Mundo humano

El maldito despertador hace que deje la comodidad de mi cama para ir a trabajar, a ganar dinero para tener el pan de cada día. El móvil sigue sonando esperando a que apague el incesante sonido, lo dejo en el escritorio a diez pasos de mi cama, eso lo hago para levantarme y no caer en la tentación que mis sábanas me producen.

Las muy malvadas me insinúan seguir cerrando los ojos, que falte al trabajo y me permita tener ese descanso que tanto merezco, sin importar que ayer terminaron mis vacaciones.  

Al ser verano el sol ya está en su máxima altura, iluminando mi día de un forma completamente diferente a cómo lo hacía hace 5 años cuando todavía era una prisionera de esa manada. Seguro que era mi perspectiva, pero los rayos del sol me hacen feliz años después de mi escape.

Antes no veía la hora de que oscureciera para irme a encerrar en mi cuarto y culminar un dia más de esclavitud en la casa de mis padres. 

Descalza me dirijo a mi móvil, seguro que mi jefe ya me llenó de trabajo por tener dos semanas fuera de la empresa, es un explotador que paga muy bien y me permite tener un buen piso en un vecindario seguro. No fallé en pensar eso, ya tengo un correo con los pendientes a seguir, sobra decir que es muy larga. 

Es un hombre exigente, sus 60 años de experiencia dentro del rubro lo convirtieron en una persona rica y respetada.

Le agradezco la oportunidad de darme trabajo sin tener un curriculum o referencias, lo hizo gracias a su esposa, quien es un verdadero amor. Estaba buscando un lugar donde descansar en las calles, cuando en un noche fría de invierno ellos se detuvieron frente al banco de la plaza donde dormía o pretende hacerlo sin tener abrigo, me preguntaron si estaba con alguien o si necesitaba ayuda, no pude mentir, más cuando mi estómago me delató por no comer por tres días.

Me llevaron a su mansión en el centro de la ciudad, me dieron comida, asilo y ropa por dos meses. Conseguí trabajo en una pastelería, no quería ser una molestia para ellos; no tardé en volver por culpa de mi jefe, era un cerdo asqueroso que intentó violarme, no lo permiti antes tampoco lo iba a hacer en ese instante, mi loba le cortó una mano.

No sé cómo lo hice pero escape de toda sospecha ya que creían que el tipo estaba loca ¿Cómo una humana se transforma en lobo? Encerraron al bastardo en una institución mental.    

Volviendo a lo de antes, al ver que deseaba tener mi dinero y no depender de ellos, Judith, la esposa de mi jefe le propuso a este que me contratara como asistente personal, estuve dos meses a prueba, le gustó mi trabajo y por ahora soy su mano derecha.

Sonrió, esas dos personas fueron mi salvavidas en el peor momento de mi vida, de igual manera no podía dejar de saltar de felicidad por estar fuera de la manada. Les debo mucho, por eso acepté ir a una cena con sus amigos cercanos hoy en la noche, me presentarán como su hija, siempre buscaron uno propio pero ella era infértil, por lo que encontró una hija en mí y me trata como tal.  

Tengo que ir de compras con ella apenas salga de la oficina, ya estoy preparada para caminar por más de dos horas buscando el vestido perfecto. 

Debo apurarme o mi amado jefe y “padre” cómo él mismo se autodenomina va a regañarme hasta cansarse. Abro las cortinas para terminar de despertar mi cerebro, dejo las ventanas abiertas para que el aire puro ingrese a mi departamento. Voy al baño y en diez minutos ya estoy preparada, si, paso del agua hasta la noche.  

Me bañé anoche antes de dormir, sabía que el tiempo no seria mi amigo hoy y por eso me adelanté.

Voy vestida formalmente desde el primer día, Francis, mi jefe y padre adoptivo dijo que la apariencia refleja aquello que eres, por tal motivo él siempre viste de traje, demostrando seriedad y orgullo. 

Una falda de tubo negra hasta por debajo de las rodillas para ser la “mojigata” que la empresa tanto desprecia; camisa verde agua semitransparente para dejar una vista de mis voluminosos pechos; zapatos altos para ser elegante sin dejar de ser refinada; joyas de oro y plata que mis amados compañeros creen son de diamantes y rubíes; cola de caballo perfectamente peinada, dejando uno mechones sueltos para darle más naturalidad; y el toque final, labial rojo “puta” para darle más color a mi pálida piel.     

Mis compañeros me odian desde que entré a trabajar, aseguran a viva voz que soy la amante del jefe y que su pobre esposa me acepta sin tener de otra. Hablan en lugar de hacer sus tareas, es dinero desperdiciado.

Veo que mi departamento está correctamente ordenado, aseado y con la suficiente luz natural para ventilar cada rincón. Por culpa de mi madre soy una maniática del orden, siempre me golpeaba cuando un jarrón estaba levemente inclinado hacia el lado que a ella no le gustaba o por no poner correctamente las servilletas en la mesa.

Ya basta, Gianna, esa vida quedó atrás junto con la m****a que te hicieron ¿Ya no lo habías superado?

Voy al estacionamiento, subo a mi bebé dejando mi bolso en el asiento del acompañante y emprendo marcha hasta la empresa JF United, obviamente las iniciales de los nombres de mis padres adoptivos. En el camino me deleito con el paisaje que Italia me brinda, lleno de cultura, historia y comida callejera.

Amo esa comida, mi estómago desea que me detenga para degustar con ella, pero no, mi jefe/padre va a matarme. 

No es que llegue tarde siempre, de hecho ha pasado dos veces en los años que llevo aquí, pero Francis se toma en serio el tiempo, dice que ser puntual es una educación que casi nadie tiene hoy en día. Suerte para mí que no vivo muy lejos, a unos diez minutos en auto y veinte las ocasiones en que vengo a pie.

Sin darme cuenta ya estoy viendo el edificio, me detengo y espero a que lo busquen para estacionarlo. 

— Buen día, señorita — la recepcionista y mi única amiga aquí me saluda alegremente.

Algo quiere o no sería tan respetuosa, Johana no es un angel siempre.   

— Hola tú ¿Desde cuando tan respetuosa? — me desvío del ascensor a su escritorio.

— ¿Yo? Siempre he sido educada con mis superiores — odio que se haga la desentendida, y ella lo sabe al no parar de reir. 

— ¿Qué quieres? No te atrevas a negarlo, te conozco tanto como tú a mi — derrotada baja la cabeza. 

Mi vista de loba me permite ver el golpe que tiene detrás de la cabeza, no es grande ni profundo, pero estoy segura que tiene nombre y apellido.

— N…necesito un lugar para pasar la noche ¿Puedo ir a tu departamento? Prometo que solo será por hoy, mañana temprano ya… — mi rostro enojado la detiene — Lo siento, sabía que…

— ¿Te contesté algo? — niega — Entonces no pongas palabras en mi boca que no he dicho. Puedes ir y quedarte el tiempo que te haga falta, ya te he propuesto que vayas a vivir ahí y compartimos los gastos.

Su novio es un hijo de perra, la golpea hasta por respirar.   

— No podía, Jeff me necesitaba… — golpeo su escritorio — Voy a dejarlo, en realidad ya lo hice ayer — mi furia se dispersa — Ya tengo mis cosas fuera de su departamento.

Es un gran paso para ella dejarlo, han estado juntos desde hace 6 años, tiene mi corta edad de 24 años. Ella lo amaba con locura, ciegamente creía en cada mentira, pensando que los golpes que él le daba eran una muestra de cariño, le dije muchas veces que eso no es amor, es maltrato.  

— Estoy muy feliz, Johana, eres increíble y por eso mereces a alguien que esté a tu nivel. Ve con tranquilidad a mi departamento, no estaré y lamento no poder ayudarte con tus cosas — la dichosa cena, ahora la odio.

— No tiene que ayudarme, ya haces mucho al permitirme quedar en tu hogar, si no es mucha molestia… Aceptare la propuesta de vivir juntas, mis deudas no me dejan arrendar nada por ahora. Además ya conseguí quien traslade mis cosas.

— Te dejo una copia de las llaves — abro mi bolso y saco las que tengo allí en caso de emergencia — La clave es 1998, hay una habitación disponible. Debo irme o mi jefe va a matarme.

— Nos vemos mañana, compañera.

Por suerte tengo permitido usar el ascensor privado, no tengo que compartir espacio con gente malvada.

Las puertas se cierran, en lo que espero llegar al último piso miro mi móvil, una notificación de la aplicación de citas que Judith me descargo contra mi voluntad. 

Me invitan a una cita. 

¿Así de rápido? ¿Nada de buen día o lo que sea? Idiota, asi no se consigue el corazon de una mujer.  

Dejo las cosas sobre mi escritorio al llegar, voy hasta la oficina de mi padre e ingreso sin tocar, otro privilegio permitido para su hija consentida. Veo que la puerta se abre antes de que yo lo haga. 

— Tenga cuidado. 

Me muevo a un lado para que ese desagradable sujeto y varios hombres más salgan, parecen ser guardaespaldas ya que alguien va en medio, no distingo su rostro ya que está de espaldas. 

— Lindas nalgas — se voltean al oírme

Demonios ¿Lo dije o lo pensé?

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