ZebelaEstaba muy nerviosa. De alguna manera, no me sentía segura y temía que alguien descubriera lo que hice.—Estás muy aplicada.—¡Ah! —grité, espantada, y casi salté de la silla—. ¡Me asustaste! —le reclamé a Zael, quien me miró como si me hubiera vuelto loca.—¿Qué diablos te pasa? Actúas como si hubieras hecho una travesura. ¿Acaso te pusiste a leer una novela en vez de estudiar? —preguntó con tono juguetón mientras movía las cejas de arriba a abajo.Yo solté todo el aire que había retenido.—Me descubriste —mentí, aliviada, y fingí una sonrisa nerviosa.Guardé los libros en mi bolso porque sabía que, con Zael a mi alrededor, no iba a concentrarme, pero también porque estaba nerviosa por lo que había hecho.Justo en ese momento, Nura entró junto a Natalia con una emoción no muy propia de ella.—¡Zebela! —gritó Natalia, muy entusiasmada y feliz—. ¡Ya sé de qué trata la nueva construcción cercana al campo!La miré curiosa. Unos dos días después de que Bastian se fue de viaje, nota
Bastian El olor a azufre, humo, sudor y… muerte se mezclaba con los gritos y alaridos, tanto de dolor como de euforia. Un odio irracional nos instaba a destrozarnos unos a otros, de una manera cruel que sacaba lo peor de nuestra naturaleza salvaje.Una gran multitud nos sorprendió y nos rodeó. Al parecer, era el ejército de una nueva manada que se unió a los enemigos del alfa Donai, poniéndonos en desventaja... o, por lo menos, eso era lo que ellos creían.Con una sonrisa malvada que evidenciaba mi parte más sombría y destructiva, moví mis dedos con disimulo y sigilo. Usaría ese truco de provocar sombras que se movían a la velocidad de la luz para engañar a las demás personas y hacerles creer que lo que pasaría a continuación se debía a unos guerreros especiales entrenados por mí.Hice un chasquido, y el fuego empezó a lamer a nuestros contrincantes. Los gritos se volvieron el sonido principal; los guerreros encendidos en llamas corrían por doquier hasta que caían al suelo y eran con
Zebela Estudiar fue difícil. Por más que trataba de enfocarme en mis asignaciones, se me hacía una misión imposible concentrarme debido a las palabras de Maricella. Todavía me encontraba afectada y nerviosa por lo que me dijo. En ese momento, estaba tan asombrada y asustada que ignoré su provocación y simplemente salí de la biblioteca en silencio.“Luna de Roan” se repetía en mi mente de forma tortuosa, provocándome un miedo irracional. Es que su tono denotaba amenaza. Pese a que Bastian era mi pareja y sabía que me protegería, había un miedo, quizás infundado, de lo que podía ocurrir si Maricella usaba lo que sabía en mi contra. No quería que Roan me reclamara ante todos y acusara a Bastian de haberme robado y roto un hogar.Por lo menos tenía a mi favor que Roan nunca me marcó y que Bastian era mi mate.Suspiré profundamente para drenar la tensión que me tenía intranquila.Ni siquiera tuve ganas de acompañar a los chicos a ver el sembrío de tulipanes del que todos hablaban. El asun
¿Mi Alfa rogándome que salve a su amante y a su hijo?Soy una loba wosa, eso significa que tengo habilidades por encima de un licántropo común. Mi más preciado poder es el de curación. Soy capaz de sanar heridas que nuestro cuerpo licántropo no puede restaurar, quitar el veneno de la sangre, entre otras curaciones.El problema es que me debilito cuando uso dicha habilidad. Y esa fue la razón por la que decidí dejar a mi esposo, el alfa de la manada Zafiro.Todavía el dolor de su traición está impregnado en mis huesos y mi loba llora nuestra desdicha con rabia y sed de venganza.Aún duele recordar...—¡Zebela! —Sentí un estremecimiento cuando su voz autoritaria me despertó en medio de la noche. Por un momento me emocioné al escucharlo porque había regresado a casa.«Pasará la noche conmigo», celebré en mis pensamientos mientras saltaba de la cama contenta. Me cercioré de no estar desaliñada y le sonreí al espejo porque mi piel tenía ese brillo especial que adquirimos las lobas cuando e
Las lobas wosa somos consideradas una bendición en las manadas, un tesoro invaluable que todos desean tener. Nuestro corazón noble nos convierte en la presa perfecta de cualquier cazador ambicioso y malvado.Dolió saber que eso fui para Roan. Un trofeo que usó a su conveniencia.Tras vivir la horrible experiencia de perder a mi cachorro, estuve inconsciente por varios días donde me mantuve soñando con Roan y todos los momentos que tuvimos juntos.Mis sueños eran mis recuerdos...—Señora Zebela, ya despertó —La voz de la mucama hizo que terminara de abrir los ojos. Me los froté para recuperar claridad en mi visión.—Me duele la cabeza... —me quejé.—Le traje un analgésico. Debe comer, aunque sea un pedazo de fruta antes de ingerir el medicamento, ya que no ha comido nada en tres días. Mire, le traje su ensalada de frutas de todas las mañanas —dijo Lidia con voz suave. Pese a que ella era una empleada que solo hacía su trabajo, era la única persona que no me miraba con desprecio en la m
El silencio reinó en el pasillo mientras Roan esperaba por una explicación. Me pareció irónico, dado que era yo quien debía estar demandando una.—Esta insolente fue a molestar a tu hijo y se atrevió a faltarnos el respeto. —Fue Greta quien rompió el silencio porque yo no fui capaz de articular palabras. ¿Por qué no pude siquiera moverme? Odié ser tan cobarde.—Zebela, ¿qué sucede? —ignoró a su madre y se dirigió a mí con una calma no muy propia de él. ¿Será que se sintió culpable por todo el daño que me estaba haciendo?—R-Roan... —Fue lo único que pude expresar antes de estallar en llantos.¡Qué patética! Me sentía un ser inútil en ese momento.—Ven conmigo. —Él se me acercó y me cargó entre sus brazos, como si justo acabara de descubrir mi fragilidad. Por supuesto, la joya de mi suegra empezó a pelear detrás de él.—Necesito hablar con mi esposa a solas —le dijo Roan como si ella no estuviera a punto de sufrir un colapso, acto seguido, le cerró la puerta de mi habitación en la cara
Allí estaba yo, acurrucada en una orilla de la lujosa pared, sentada en el piso frío y pulido mientras me abrazaba las piernas y lloraba mi desdicha.—¿Cómo te llamas? —me preguntó él con su voz imponente de alfa, pese a que todavía no había sido nombrado como tal, pero Roan lo llevaba en la sangre. Estaba tan asustada que solo sollocé—. No te haremos daño, chiquilla. ¿Acaso no te salvamos de esos rufianes?Por primera vez desde que fui traída a esta manada, miré a Roan a los ojos. En ese entonces, él tenía veinticinco años y yo solo era una cachorra adolescente; sin embargo, su belleza cargada de misterio y peligro me prendó y ese día supe que mi corazón estaría ligado al suyo.Lo amé en secreto por dos años en los que tuve que verlo ser feliz con su mate. Traté de no pensar en él y decidí ignorar cuánto lo amaba. No me alegré para nada cuando ella murió, en especial porque verlo destrozado me ponía muy triste.—Zebela, hace un año perdí a mi pareja y tú ya tienes la edad suficiente
Después de que regresé de mi paseo, entré a la ducha y me di un largo baño donde pensé mejor en mi futuro. Cada segundo que transcurría, la idea de dejar la manada me parecía menos descabellada y una solución a mi desdicha.—Te dejaré libre, Roan. Podrás ser feliz con tu nueva familia... —dije mientras lloraba. Me permitiría ese último momento de debilidad, lloraría por Roan esta vez para no volverlo hacer más. Es lo que esperaba. Sabía que él no se merecía mis lágrimas, pero era mi manera de sanar.Tras un baño reparador, decidí ponerme un vestido fresco y dejarme el cabello mojado porque no tenía ánimo para secarlo. El estómago me ardía a causa de la falta de ingesta de comida, por lo que fui a la cocina a comerme una fruta.—Hasta que te dignas en salir de esa habitación, holgazana —espetó mi suegra cuando entró en la cocina. Supuse que se estaba quedando en la casa por más tiempo del que solía hacer debido al cachorro.Me giré en su dirección, pero verla con el hijo de Roan en bra