Zebela Dos semanas después... Quieta, en la misma posición, observaba con cautela los movimientos de mi oponente. Estudiaba cada mínimo detalle que me fuera útil a la hora de atacar, memorizando los posibles puntos débiles de los que podría tomar ventaja.El sudor, que empezaba a humedecer mi piel, me provocó un pequeño picor en la frente. Tuve la tentación de pasar mi mano; no obstante, me reprimí. Estaba atenta a mi objetivo y lista para lanzar mi primer ataque.Mi salto fue sutil, como el de un ave que se alza al vuelo con cautela, pero que, en el camino, se dejó envolver por la velocidad. Las hebras sueltas de mi trenza se levantaron por la presión de la brisa que mi movimiento produjo, y el polvo ofreció su pequeño espectáculo cuando mis pies se separaron del suelo terroso y árido.Con la rapidez y la precisión que mi capacidad me permitía, arremetí varios puñetazos simultáneos, que mi contrincante bloqueó con gran agilidad.Levanté mi rodilla, con la intención de golpear su est
JanorLa luz del ordenador comenzó a abrumar mi vista, así que decidí dejar de escribir el informe porque ya había trabajado lo suficiente por hoy. Exhalé un suspiro y me froté los ojos, que al instante se recuperaron del cansancio provocado por estar frente a la pantalla por más de seis horas.Como cualquier licántropo, la recuperación física era una ventaja. Sin embargo, el agotamiento mental no se iba en cuestión de segundos ni minutos; simplemente, necesitaba descansar.—¿Qué es esto? —murmuré en voz alta cuando me percaté de una notificación. Descubrí que tenía un nuevo mensaje electrónico, así que me apresuré a leerlo. Mis labios se curvaron en una sonrisa satisfecha cuando supe de qué se trataba, pues llevaba más de una semana a la espera de esta información.—Conque esas tenemos... —mascullé sin poder borrar la sonrisa de mi rostro. Si había algo en lo que yo destacaba, era en descubrir los secretos bien cuidados por los demás. Eso me hacía valioso para el alfa, pues podía acc
ZebelaDespués de un arduo entrenamiento con el gamma, me fui directo a casa para asearme. Me puse ropa cómoda y preparé mi almuerzo. Aunque no era necesario que lo hiciera, ya que podía almorzar en la casa principal, yo prefería ahorrarme el momento tenso en el comedor, donde tendría que soportar a Maricella y Janor.Ya ni siquiera los demás líderes me trataban con hostilidad, pues, de alguna manera, admiraban lo mucho que había avanzado en las artes marciales de los híbridos y la lucha, y en tan poco tiempo. A decir verdad, yo también estaba sorprendida. No veía la hora de que Bastian regresara para mostrarle todo lo aprendido.—Niña, ¿por qué estás lavando los platos? —La voz de Zael rompió el hilo de mis pensamientos. Lo miré por inercia y entorné los ojos.—Ya te he dicho que no es necesario llamar a las chicas para algo tan simple —le respondí mientras me secaba las manos.—¿Te das cuenta de que estás saboteando mi trabajo? —me reclamó, usando su dedo acusador para resaltar su r
ZebelaZael me pasó uno de los libros que él, Natalia y yo estábamos leyendo, pero negué de inmediato. Yo no podía seguir entreteniéndome con esas lecturas que me quitaban tanto tiempo.Zael, Natalia, algunas veces Nura y yo habíamos formado un pequeño grupo de lectura. Compartíamos libros y autores que nos gustaban, y hasta nos reuníamos para crear teorías y hablar acerca de lo que ya habíamos leído.Eso había sido muy divertido y había reforzado los lazos con mis nuevos amigos; sin embargo, me había desenfocado de los estudios que el alfa me asignó.—¡Qué aburrida eres! —se quejó Zael mientras desempolvaba un estante. Yo vine a estudiar, y él a «trabajar», pero solo me estaba fastidiando. Al parecer, estaba aburrido porque Nura no estaba en casa.—Aburrida, no; responsable —contesté, sin siquiera mirarlo. Estaba enfocada en encontrar un libro de economía que debía leer y resumir, pero no lo hallaba.Me alejé del fastidioso de mi amigo, adentrándome en la oscuridad de los pasillos qu
ZebelaEstaba muy nerviosa. De alguna manera, no me sentía segura y temía que alguien descubriera lo que hice.—Estás muy aplicada.—¡Ah! —grité, espantada, y casi salté de la silla—. ¡Me asustaste! —le reclamé a Zael, quien me miró como si me hubiera vuelto loca.—¿Qué diablos te pasa? Actúas como si hubieras hecho una travesura. ¿Acaso te pusiste a leer una novela en vez de estudiar? —preguntó con tono juguetón mientras movía las cejas de arriba a abajo.Yo solté todo el aire que había retenido.—Me descubriste —mentí, aliviada, y fingí una sonrisa nerviosa.Guardé los libros en mi bolso porque sabía que, con Zael a mi alrededor, no iba a concentrarme, pero también porque estaba nerviosa por lo que había hecho.Justo en ese momento, Nura entró junto a Natalia con una emoción no muy propia de ella.—¡Zebela! —gritó Natalia, muy entusiasmada y feliz—. ¡Ya sé de qué trata la nueva construcción cercana al campo!La miré curiosa. Unos dos días después de que Bastian se fue de viaje, nota
Bastian El olor a azufre, humo, sudor y… muerte se mezclaba con los gritos y alaridos, tanto de dolor como de euforia. Un odio irracional nos instaba a destrozarnos unos a otros, de una manera cruel que sacaba lo peor de nuestra naturaleza salvaje.Una gran multitud nos sorprendió y nos rodeó. Al parecer, era el ejército de una nueva manada que se unió a los enemigos del alfa Donai, poniéndonos en desventaja... o, por lo menos, eso era lo que ellos creían.Con una sonrisa malvada que evidenciaba mi parte más sombría y destructiva, moví mis dedos con disimulo y sigilo. Usaría ese truco de provocar sombras que se movían a la velocidad de la luz para engañar a las demás personas y hacerles creer que lo que pasaría a continuación se debía a unos guerreros especiales entrenados por mí.Hice un chasquido, y el fuego empezó a lamer a nuestros contrincantes. Los gritos se volvieron el sonido principal; los guerreros encendidos en llamas corrían por doquier hasta que caían al suelo y eran con
Zebela Estudiar fue difícil. Por más que trataba de enfocarme en mis asignaciones, se me hacía una misión imposible concentrarme debido a las palabras de Maricella. Todavía me encontraba afectada y nerviosa por lo que me dijo. En ese momento, estaba tan asombrada y asustada que ignoré su provocación y simplemente salí de la biblioteca en silencio.“Luna de Roan” se repetía en mi mente de forma tortuosa, provocándome un miedo irracional. Es que su tono denotaba amenaza. Pese a que Bastian era mi pareja y sabía que me protegería, había un miedo, quizás infundado, de lo que podía ocurrir si Maricella usaba lo que sabía en mi contra. No quería que Roan me reclamara ante todos y acusara a Bastian de haberme robado y roto un hogar.Por lo menos tenía a mi favor que Roan nunca me marcó y que Bastian era mi mate.Suspiré profundamente para drenar la tensión que me tenía intranquila.Ni siquiera tuve ganas de acompañar a los chicos a ver el sembrío de tulipanes del que todos hablaban. El asun
¿Mi Alfa rogándome que salve a su amante y a su hijo?Soy una loba wosa, eso significa que tengo habilidades por encima de un licántropo común. Mi más preciado poder es el de curación. Soy capaz de sanar heridas que nuestro cuerpo licántropo no puede restaurar, quitar el veneno de la sangre, entre otras curaciones.El problema es que me debilito cuando uso dicha habilidad. Y esa fue la razón por la que decidí dejar a mi esposo, el alfa de la manada Zafiro.Todavía el dolor de su traición está impregnado en mis huesos y mi loba llora nuestra desdicha con rabia y sed de venganza.Aún duele recordar...—¡Zebela! —Sentí un estremecimiento cuando su voz autoritaria me despertó en medio de la noche. Por un momento me emocioné al escucharlo porque había regresado a casa.«Pasará la noche conmigo», celebré en mis pensamientos mientras saltaba de la cama contenta. Me cercioré de no estar desaliñada y le sonreí al espejo porque mi piel tenía ese brillo especial que adquirimos las lobas cuando e