Zebela El aire fresco hizo un poco de efecto, pues la sensación de ahogo y mareo se calmó; no por completo, pero sí me sentía mejor.Miré al cielo y sentí la caricia de la melancolía en mi pecho, mientras en mi estómago se formaba un nudo doloroso.Necesitaba a Bastian, saber que estaba bien, que mi sacrificio no había sido en vano.—Bebé, papá estará feliz de tu existencia. Si vieras lo maravilloso que es... tan cariñoso, fuerte, atractivo... —Balbuceé las palabras mientras me acariciaba el vientre de forma instintiva, con los ojos a punto de estallar y la mirada perdida en la inmensidad azulada del cielo.El resplandor me molestaba un poco a la vista, pero ignoré esa pequeña incomodidad. Era como si me diera flojera dejar de mirar. Además, había algo en el firmamento que me tenía atrapada. Por alguna extraña razón, olía a esperanza, como si mi pesadilla fuera a terminar pronto.—Es tiempo de que entres a la casa. —La voz de Roan me espantó, pero me quedé quieta. Todo el bienestar an
ZebelaAturdida y muerta de los nervios, me senté en la cama, respiré profundo y le dediqué una mirada firme a Lidia.O por lo menos esperaba que fuera así, porque por dentro me moría de la angustia.—Tienes razón, no lo merezco —le contesté—. ¿Dejarás que alguien como yo se quede con él? Puede ser solo tuyo, piénsalo. Hay una conexión especial entre ustedes, una complicidad que no todas las parejas llegan a tener. Si salgo de la vida de Roan, tendrás tu oportunidad para conquistarlo.Ella fingió ignorarme, pero no pudo disimular el efecto que mis palabras le causaron. Eso me instó a insistir.Usé palabras persuasivas, posibilidades fantasiosas que le hicieron brillar los ojos; sin embargo, salió de la habitación sin responderme.Suspiré, rendida.¿Y si le contaba a Roan?No, eso no podía suceder. Si ella hablaba acerca de mis intenciones, entonces estaría en problemas.Sacudí la cabeza con frenesí ante ese pensamiento. No, yo ya había puesto la semilla en ella. Era cuestión de tiempo
ZebelaCon la luz apagada, esperaba el momento preciso para llevar a cabo mi plan. La casa estaba en completo silencio, y la tranquilidad se sentía sombría y asfixiante.Estaba nerviosa.Mis pasos sigilosos buscaban fusionarse con ese silencio aterrador; esa era la razón de mis pies descalzos y mi andar en hurtadillas.Desnuda, con el corazón latiéndome con vehemencia y escalofríos violentos que me sacudían despiadadamente, me acerqué a la ventana y levanté mi mano. Acto seguido, usé mi habilidad para quitar el seguro del que Roan tenía la llave.Él preparó todo para que yo no pudiera escapar, mas no contaba con que era capaz de abrirla con mi poder.El “click” de la cerradura de la ventana me hizo cerrar los ojos y apretarlos. Luego solté el aire retenido con parsimonia y me dispuse a abrirla sin hacer ruido.Me tomó más tiempo del que deseaba, pero, al fin, lo logré.En el balcón, me convertí en loba y salté.Mi intención era flotar, como lo hice el día de la batalla, y así no dejar
ZebelaEstaba pasmada y aterrada, pero, al mismo tiempo, aliviada.Bastian estaba vivo.No pude evitar las lágrimas y tocar mi vientre. Pese al miedo de perderlo por culpa de la maldad de Roan, había una chispa de esperanza, pues él no estaba lejos de mí.—¿Zebela? —La voz de Roan casi me hizo gritar del espanto. Me limpié las lágrimas y traté de disimular la maraña de emociones que crecía en mi interior, aunque lo único que deseaba era lanzarme contra él y exigirle que dejara a Bastian en libertad, que no le hiciera daño.Por supuesto, eso empeoraría todo. No, debía calmarme y actuar como si no supiera nada. Ahora, más que nunca, necesitaba ganarme la confianza de Roan para poder salir de esta casa y buscar la manera de liberar a Bastian del calabozo.No sabía cómo, pero lo haría.—El desayuno está listo —respondí, disimulando todas las emociones que se agolpaban en mi pecho.—Vamos. —Extendió su mano mientras me sonreía, y ambos caminamos hacia el comedor.En el corto trayecto, mi c
ZebelaLa noche cayó, y la ansiedad me estaba carcomiendo los huesos. Durante todas estas horas, había estado esperando respuestas, pero no había recibido nada.Tenía tanto miedo de que Roan nos descubriera o de no llegar a tiempo para salvar a Bastian.«¿Estás segura de que hablaba de nuestro mate?», me confrontó mi loba, dejándome confundida con su pregunta.—¿Quién más podría ser? —Me encogí de hombros.«Cualquier prisionero. No siento a su lobo tan cerca», respondió.Sentí como si un balde de agua fría me cayera encima, despertándome en una realidad dolorosa.¿Por qué mi loba quería acabar con aquella luz de esperanza? Que Bastian fuera prisionero a unos kilómetros de mí era mucho mejor que la posibilidad de que no estuviera vivo.¿Por qué era tan cruel?«¡Mate! Está cerca, pero no tanto...»¿Qué?—¿D-de qué hablas?No me respondió. De repente, sentí un leve mareo.La puerta se abrió, y algo dentro de mí se puso alerta. Vaya que mi instinto tenía razón.Roan cerró tras de sí y cam
ZebelaUna pequeña molestia me instaba a abrir los ojos, pero me sentía demasiado cansada para despertar. Además, había una angustia dentro de mí, un temor que me advertía que era mejor seguir dormida.Las imágenes de la noche anterior aparecían en mi mente de forma desordenada, a veces borrosas, pero lo suficientemente claras como para no querer enfrentar la realidad.Temía tanto abrir los ojos y verlo junto a mí. Eso me aterraba.—Despierte ya.¿Esa era la voz de Lidia? Se escuchaba lejana...Tras debatírmelo por varios minutos, parpadeé varias veces antes de despabilarme.Me incorporé de repente, esta vez desesperada por saber si Roan se había atrevido a ultrajarme mientras estaba inconsciente. Me revisé instintivamente, pero todavía tenía los restos del vestido roto y mi ropa interior intacta. No había rastro de que me hubiera usado, así que solté una larga exhalación, completamente aliviada.Busqué a Lidia con la mirada, pero ella no estaba allí.¿Qué? ¿A dónde fue?Me tiré de la
ZebelaNuestro andar sobre el pavimento pretendía ser natural, como si no ocultáramos la traición al alfa. Debíamos actuar con normalidad, fingir sonrisas y risas, hablar sobre los productos que compraríamos y lo ajetreado que sería el día al regresar a la mansión.Por supuesto, nunca regresaríamos, y esa realidad me llenaba de alegría. Con cada paso hacia la salida, aumentaba mi esperanza de ser libre.Sin embargo, esa alegría se apagó de repente, convirtiéndose en un gélido y amargo temor cuando los guardias nos detuvieron en la salida.—¿A dónde van? ¿Saben que el alfa prohibió que se paseen fuera de la casa? —interrogó uno de los guardias. Sentí que sus preguntas me robaban el aliento—. Hasta que no se haga la fiesta, las salidas de la casa serán restringidas —informó con tono despectivo, como si ya hubiera decidido que no nos dejaría salir.—Lo entiendo, el alfa ya me informó sobre esto —respondió Lidia sin un atisbo de titubeo—. Saldremos a hacer el mercado, pero también averigu
ZebelaDe repente, noté una incomodidad preocupante en Dan: su ceño se frunció, sus ojos se abrieron en alerta y comenzó a mirar por el retrovisor a cada segundo.Lo miré, aterrada, y luego dirigí la vista al cristal trasero del vehículo.—¿Nos están siguiendo? —pregunté al notar varias camionetas detrás de nosotros.Dan se aclaró la garganta antes de responder.—No estoy seguro —dijo—, pero es probable.Apreté los puños, tratando de mantener la compostura y de no permitir que los nervios me traicionaran.—¿Cuál es nuestro destino? —inquirí, intentando aligerar el ambiente—. ¿Cuál es el plan?Lidia y Dan se miraron con complicidad. Por primera vez, una punzada de advertencia recorrió mi cuerpo al notar sus gestos.—Te llevaremos a un lugar seguro. Luego, un amigo nos ayudará a escapar fuera de la manada. Es un comerciante que distribuye habichuelas; nos esconderá en uno de sus buques con destino a las regiones del otro lado del mar —me explicó Dan.Pero había algo en su plan que me in