ZebelaEstaba pasmada y aterrada, pero, al mismo tiempo, aliviada.Bastian estaba vivo.No pude evitar las lágrimas y tocar mi vientre. Pese al miedo de perderlo por culpa de la maldad de Roan, había una chispa de esperanza, pues él no estaba lejos de mí.—¿Zebela? —La voz de Roan casi me hizo gritar del espanto. Me limpié las lágrimas y traté de disimular la maraña de emociones que crecía en mi interior, aunque lo único que deseaba era lanzarme contra él y exigirle que dejara a Bastian en libertad, que no le hiciera daño.Por supuesto, eso empeoraría todo. No, debía calmarme y actuar como si no supiera nada. Ahora, más que nunca, necesitaba ganarme la confianza de Roan para poder salir de esta casa y buscar la manera de liberar a Bastian del calabozo.No sabía cómo, pero lo haría.—El desayuno está listo —respondí, disimulando todas las emociones que se agolpaban en mi pecho.—Vamos. —Extendió su mano mientras me sonreía, y ambos caminamos hacia el comedor.En el corto trayecto, mi c
ZebelaLa noche cayó, y la ansiedad me estaba carcomiendo los huesos. Durante todas estas horas, había estado esperando respuestas, pero no había recibido nada.Tenía tanto miedo de que Roan nos descubriera o de no llegar a tiempo para salvar a Bastian.«¿Estás segura de que hablaba de nuestro mate?», me confrontó mi loba, dejándome confundida con su pregunta.—¿Quién más podría ser? —Me encogí de hombros.«Cualquier prisionero. No siento a su lobo tan cerca», respondió.Sentí como si un balde de agua fría me cayera encima, despertándome en una realidad dolorosa.¿Por qué mi loba quería acabar con aquella luz de esperanza? Que Bastian fuera prisionero a unos kilómetros de mí era mucho mejor que la posibilidad de que no estuviera vivo.¿Por qué era tan cruel?«¡Mate! Está cerca, pero no tanto...»¿Qué?—¿D-de qué hablas?No me respondió. De repente, sentí un leve mareo.La puerta se abrió, y algo dentro de mí se puso alerta. Vaya que mi instinto tenía razón.Roan cerró tras de sí y cam
ZebelaUna pequeña molestia me instaba a abrir los ojos, pero me sentía demasiado cansada para despertar. Además, había una angustia dentro de mí, un temor que me advertía que era mejor seguir dormida.Las imágenes de la noche anterior aparecían en mi mente de forma desordenada, a veces borrosas, pero lo suficientemente claras como para no querer enfrentar la realidad.Temía tanto abrir los ojos y verlo junto a mí. Eso me aterraba.—Despierte ya.¿Esa era la voz de Lidia? Se escuchaba lejana...Tras debatírmelo por varios minutos, parpadeé varias veces antes de despabilarme.Me incorporé de repente, esta vez desesperada por saber si Roan se había atrevido a ultrajarme mientras estaba inconsciente. Me revisé instintivamente, pero todavía tenía los restos del vestido roto y mi ropa interior intacta. No había rastro de que me hubiera usado, así que solté una larga exhalación, completamente aliviada.Busqué a Lidia con la mirada, pero ella no estaba allí.¿Qué? ¿A dónde fue?Me tiré de la
ZebelaNuestro andar sobre el pavimento pretendía ser natural, como si no ocultáramos la traición al alfa. Debíamos actuar con normalidad, fingir sonrisas y risas, hablar sobre los productos que compraríamos y lo ajetreado que sería el día al regresar a la mansión.Por supuesto, nunca regresaríamos, y esa realidad me llenaba de alegría. Con cada paso hacia la salida, aumentaba mi esperanza de ser libre.Sin embargo, esa alegría se apagó de repente, convirtiéndose en un gélido y amargo temor cuando los guardias nos detuvieron en la salida.—¿A dónde van? ¿Saben que el alfa prohibió que se paseen fuera de la casa? —interrogó uno de los guardias. Sentí que sus preguntas me robaban el aliento—. Hasta que no se haga la fiesta, las salidas de la casa serán restringidas —informó con tono despectivo, como si ya hubiera decidido que no nos dejaría salir.—Lo entiendo, el alfa ya me informó sobre esto —respondió Lidia sin un atisbo de titubeo—. Saldremos a hacer el mercado, pero también averigu
ZebelaDe repente, noté una incomodidad preocupante en Dan: su ceño se frunció, sus ojos se abrieron en alerta y comenzó a mirar por el retrovisor a cada segundo.Lo miré, aterrada, y luego dirigí la vista al cristal trasero del vehículo.—¿Nos están siguiendo? —pregunté al notar varias camionetas detrás de nosotros.Dan se aclaró la garganta antes de responder.—No estoy seguro —dijo—, pero es probable.Apreté los puños, tratando de mantener la compostura y de no permitir que los nervios me traicionaran.—¿Cuál es nuestro destino? —inquirí, intentando aligerar el ambiente—. ¿Cuál es el plan?Lidia y Dan se miraron con complicidad. Por primera vez, una punzada de advertencia recorrió mi cuerpo al notar sus gestos.—Te llevaremos a un lugar seguro. Luego, un amigo nos ayudará a escapar fuera de la manada. Es un comerciante que distribuye habichuelas; nos esconderá en uno de sus buques con destino a las regiones del otro lado del mar —me explicó Dan.Pero había algo en su plan que me in
ZebelaAgrandé los ojos y me quedé helada por la nueva información. No me lo esperaba. Por eso Roan reaccionó con tristeza cuando le pregunté por su cachorro.Había una parte de mí que se sentía triste por el bebé, pues era un inocente. Mas, otra, sentía que había algo de justicia en lo ocurrido, porque ahora Roan experimentaba el dolor por el que me hizo pasar. Aun así, me sentía mal por la muerte de ese niño.—No sé qué pasó con ella —continuó su relato—, pero desapareció de la casa después de una discusión, dejándome el camino libre para conquistar al alfa y ser la nueva señora. Sin embargo, él está obsesionado contigo. No lo entiendo, nunca te quiso, pero ahora pregona amarte. Intenté conquistarlo, pero entendí que perdí mi tiempo.—¿Y decidiste que era una buena idea raptarme? —dije con ironía.—No soy como tú. Yo no le ruego a ningún maldito hombre ni le soporto humillaciones. El alfa Roan me utilizó, es justo que yo haga lo mismo. Mira, no tengo nada en tu contra, bueno... Sí m
RoanNo podía creerlo. M*****a mujer traidora.¡Carajo, quería matarla con mis propias manos! ¿Cómo se atrevió?Por suerte, había puesto una nueva cámara, que solo yo sabía de su existencia. Solo lamentaba no haber revisado en el preciso momento en el que se escapaban, pues, con tan solo una llamada, podría haberlos detenido.¡Carajo! Si no hubiera estado en esa m*****a reunión, Zebela estaría en casa. Ay, pero se iba a arrepentir de su rebeldía.A Lidia la mataría tras torturarla, también al imbécil de Dan. Y a Zebela... a ella la tomaría con fuerza, con susurros admitiendo que había asesinado a su amado Bastian. Sí, le haría el amor mientras le revelara lo mucho que sufrió antes de morir. Luego, la encerraría de por vida.Salí de la oficina, pues no dejaría esto solo en manos de mis hombres y arriesgarme a que lo arruinaran. Yo mismo iría por ella y la traería a casa.Cuando fui por mi caballo, escuché el sonido de la alarma, quedándome en shock por unos segundos.—¡Maldición! ¡¿Qué
Zebela«Tun-tún, tun-tún...»Los latidos de mi corazón eran cada vez más intensos y fervorosos, con un entusiasmo abrumador que revivía la alegría y los colores en mi interior.Las emociones olvidadas, esas que conocí junto al hombre que cambió mi vida en muchos sentidos, ahora despertaban y me recordaban lo feliz que fui con él.En mí se encendió una llama que me dio fuerzas para enfrentar cualquier obstáculo y que me devolvió la seguridad y calidez que me habían sido arrebatadas.Era él, la columna de nuestro hogar, mi familia y amor. Mi compañero de vida y el único hombre al que había amado de verdad sin perderme a mí misma. Era mi Bastian. Él vino por mí. Bastian me amaba tanto como yo a él.No pude evitar aumentar la velocidad de forma impulsiva, y me sorprendí cuando pude hacerlo sin perder el equilibrio. Así era el amor, este podía lograr cualquier cosa.Las lágrimas acariciaban mis mejillas, celebrando junto a mi corazón la felicidad y el alivio de que Bastian estaba con vida.