Preguntas sin respuestas

Sus mejillas estaban rojas, su boca seguía siendo tomada con ímpetu y aunque ella respondía el beso, sabía que algo no estaba bien. Apenas y la soltaba por unos segundos para tomar aire y volvía a tomar sus labios.

En aquella raíz de un gran árbol, Alana permanecía recostada, con un cuerpo encima del suyo que le impedía moverse, no supo en qué momento había mordido sus labios, pero dolían y sentía un pequeño sabor a sangre en su boca.

Su mente se encontraba en el limbo. Pero de momentos volvía en si e intentaba zafarse de aquel cuerpo que la tenía cautiva. Lucho un poco más pero su mente no le ayudaba. Abrió sus ojos como platos al sentir una mano en sus senos, esas caricias y ese agarre eran como brasas ardiendo en su piel.

Le gustaba que la besara y la tocara, había ido un poco lejos antes, pero nada cómo está vez, era virgen, era inexperta. Y aunque quería más, tuvo un momento de lucidez en el que su mente la hizo ver que lo que hacía no estaba bien.

Gastón estaba a punto
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