Quien era Isan? Isan al igual que el Alfa Silas, era el último vampiro de Sangre Real, no había otro con un linaje más puro que el suyo, venía de sangre fuerte, de las dos familias más grandes que pudieron haber existido en todos los clanes del mundo. Pero Isan, había hecho cosas que nadie sabía, puede que alguien lo sospechara pero nadie se atrevía a decir, se podía decir que había acabado con todo lo que su padre había construido. Para el no existía un pueblo, eran lacayos que vivían en sus tierras, no había tal preocupación por nadie que no fuera él. Pero había Sido así toda su vida? No del todo, de hecho, en algún momento de su vida, se enamoró y fue el vampiro más feliz del universo. Pero todo acabó cuando sus padres expresaron la idea de que ese noviazgo o relación, podían acabar con lo puro de su linaje, a parte de que la unión de esas dos razas, podían resultar en un hijo muy extraño. Sus padres no lo aceptarían jamás. Hizo todo lo que pudo, pero cuando le dijeron que po
Las leyes, eran las leyes entre sus mismas especies por así decirlo, la que los separaba, era un amor imposible. Pero Alian y Ziara se amaban. Era un amor intenso capaz de superar cualquier lazo sanguíneo. Los lobos eran fieles, y defendían a capa y a espada, siempre y cuando fuera con sus parejas, existían manadas, dónde no les importaba el lazo de pareja, lo que tenía peso en realidad era el estatus social. Por qué? Porque pasaba mucho, la mayoría de las veces, que la pareja de los Alfas terminaba siendo alguien de una familia muy noble, sin pureza en su sangre. Para lo que a muchas manadas les resultaba peligroso porque se creía que restaba fuerza en la sangre Alfa. La Manada de hielo, era diferente, aunque respetaban las decisiones de todos, lo más seguro es que cada lobo o loba terminara con su pareja, la que la diosa luna hubiera escogido para ellos. Claro caso el de Alian, aunque el Alfa Silas era de esos alfas chapados a la antigua, no le gustaba que los lobos se mezclaran
- ¿Que dijiste Gabriel? Preguntó Alana con sus mejillas rojas, tenía ganas de reír era raro escuchar a Gabriel decir algo así, pero lo que le causaba fue la cara que puso el lobo cuando se dió cuenta de lo que había dicho. Las mejillas del lobo estaban teñidas de rosa, estaba apenado, lo dijo sin pensarlo, o mejor dicho lo estaba pensando pero no quería decirlo. No era un lobo acostumbrado a decir cosas así, pero desde anoche se estaba conteniendo. Alana causaba muchas emociones en él y la primera era un deseo carnal nada normal. Sus manos ardían de las ganas de tocarla, y no hablar de sus labios, quería tanto besarla, sentir su piel en sus manos, tomar cabello que ahora era bastante largo y enrollarlo en sus manos. Su olor, su olor era su perdición. - Alana, yo lo siento. Yo, yo, pensé en voz alta. No está bien lo que dije. Alana sabía que Gabriel le huía al deseo, a la seducción, Alana quien estaba realmente divertida con la situación se acercó al lobo, muy segura de que e
Unos pasos se acercaron a la puerta del baño y la puerta sonó toc, toc, toc -Alana, por favor abre. Necesito que hablemos. - Que vamos a hablar? Ya te lo dije esto fue un error, uno que más nunca va a suceder. Sólo fue un desliz. -Un desliz? Eso no parecía un desliz. Lo estaba disfrutando . - Si lo disfruté pero sólo porque me dejé llevar, pero descuida no sucederá. La puerta sonó un par de veces más. - ¿Qué? Tocaras la puerta con tanta insistencia como tú amiguita la humana? - Alana, déjame explicarlo. - Que vas a explicar? No quiero saber nada. Y por favor no tienes que buscar excusas, no somos nada, vete que no voy a abrir, necesito bañarme y tener privacidad. Si eres tan amable. El lobo entendió que no iba a lograr que abriera y se alejo del baño. Alana suspiró, se estaba conteniendo, se acercó a la tina y abrió las llaves del agua con tanta fuerza que parecía que iban a romperse. No iba a llorar. No llores Alana, No llores. Se decía a si misma. Después de todo
Por qué siempre, que peleaban se sentía cómo una despedida? Sus palabras lograban alejarlos más, era como si sus cuerpos desearan estar juntos pero no sus mentes. Alana estuvo acostada por muchos minutos en la cama, sintiendo el olor del lobo y recordando lo que casi pasa. Habían llegado muy lejos como nunca antes. Pero por lo menos no pasó, siempre se había prometido perder su virginidad con quién fuera su compañero, faltaba poco para conocerlo y aunque para muchos era nada, para ella si era importante, quería que su primera vez fuera especial y aunque si hubiera pasado hoy no iba a ser fea, pero no cómo ella se lo imaginaba. Ella quería que en su primera vez hubiera deseo, si deseo, pero también mucho amor. Y ese día sólo hubo deseo, ganas, ganas de sentirse, ganas de tenerse. Unas ganas que eran difíciles de quitar y con las que iban a tener que lidiar. La loba decidió que era suficiente de llorar. Buscó su ropa y se comenzó a vestir, ese día había optado por unos pantal
El desayuno fue tranquilo excepto por las miradas que se daban ciertos lobos y que no habían pasado desapercibidas para Jacob, quien miraba confuso pero con algo de diversión, el ya lo presentía entre ellos había algo, pero al parecer iba a ser muy difícil de que lo aceptaran. Todos terminaron el desayuno y la primera en levantarse fue Alana, los demás siguieron sentados bebiendo su café. Gabriel la observo levantarse y salir del restaurante. No quería ir tras ella porque sabía que se molestaría más, Jacob a su lado los observaba a los dos por igual. Alana salió por la puerta principal del restaurante, para no tener que entrar nuevamente al hotel, salió directo a la calle. El frío era intenso, soplaba una brisa extremadamente fría y fuerte. Se abrazo a su suéter y en eso escucho la puerta abrirse detrás de él. Sabían que no eran sus amigas, pero tampoco era Gabriel. No se volteó porque no tenía ganas de hablar con nadie, Jacob siempre había sido un buen amigo, pero también sa
Vió la pila de vestidos en un pequeño mesón que había en el mostrador, era bastante grande a decir veeder y tenía un espejo muy grande, de cuerpo completo que deseo poder llevárselo a su casa. Si, la mayoría de los vestidos eran de broches y cierres. Pero para eso estaban las vendedoras para ayudar a las clientas. Se quitó los zapatos y la ropa hasta quedar solamente en ropa interior, ese día llevaba puesto un conjunto rojo de tela de seda, y una panty tipo hilo de la misma tela. Le encantaba ese color porque resaltaba en la blancura de su piel. Tomó el primer vestido, que para su suerte no tenía cierre ni broches, era uno basico tipo suéter, el vestido era gris, se lo midió y aunque le gustó como se veía, no le pareció lo suficientemente bello, era muy básico como para su cumpleaños. Se lo quito y fue por el otro, era un vestido turquesa pero sin mangas, era un vestido ceñido al cuerpo, le quedaba fabuloso pero hacía mucho frío para usarlo, podía usar un blaser pero no quería
Cómo se extinguía la llama de dos cuerpos que habían nacido para arder juntos? Ellos eran leña y el deseo que sentía por el otro era el fuego. Habían nacido para quemarse juntos. Alana se quedó quieta, mientras Gabriel se acercaba a ella, no quería huir. No quería alejarse, ella quería quemarse, quería arder con el. El olor de la loba le nublo el juicio. Dejó el vestido a un lado, y se puso frente a Alana, que permanecía con sus mejillas teñidas de rosado. Era obvio que estaba sintiendo lo mismo que él. Gabriel se acercó a su cuello y la olió, cerrando sus ojos. Fue hasta sus labios y la besó. La besó con ansias, con deseo, con pasión, su lengua entró en la boca de la loba, para encontrarse con la de ella y tener un baile juntas. Gabriel comenzó un paseo por el cuerpo de la loba, comenzó en sus pechos, unos que le encantaban y que desde esta mañana no había podido sacarse de la mente. Recordaba como estaban erectos con un sólo roce, sabía que ahora estaban igual, así que con s