Viernes por la tarde, recostada en mi cama mirando al techo. Mi mente divagaba en sí asistir o no.
Por una parte, quería verlo, quería saber que estaba bien y estar más tranquila; por otro lado, mi orgullo me decía, no seas tonta, no te quiere, no le importas.
Ya eran las 7 de la tarde, la cita era a las 9, mi celular sonó en tono de mensaje, era él... “¿Vendrás?”
Había quedado con mi novio para cenar. No sabía qué contestar, no quería mostrar interés.
Me metí a la ducha, sabía que mis deseos de verlo eran mayores a mi orgullo, al salir del baño le contesté el mensaje diciendo un simple… "si, ahí nos vemos"
Me arreglé un poco, maquillé mis mejillas y mis pestañas, puse un poco de lápiz labial, algo sencillo, escogí ropa interior negra y de encaje, sabía que lo volvía loco. “Es solo por si acaso” me decía a mí misma, me puse un capri color negro y una blusa blanca con escote en redondo que resaltaba mis pech0s. Es verano, así que no necesito nada de abrigos.
Salí de casa hasta llegar a mi coche, me quedé pensando con las manos en el volante, por un rato, aún estaba indecisa, recargue mi cabeza en el asiento, respiré profundamente y lo pensé un poco, al fin encendí el auto y salí con rumbo a mi restaurante favorito, un restaurante de comida italiana. Si no llegaba otra vez por lo menos comería rico.
Llegué al estacionamiento y busqué entre los coches, el suyo no estaba. Bajé y me dirigí al interior, elegí una mesa junto a la gran ventana de cristal que daba a la calle, el mesero se acercó y me dio la carta, le dije que esperaba a alguien y ordenaría hasta que llegara, él solo asintió y me preguntó si no se me ofrecía nada.
Yo solo negué y le di las gracias. Pasó un poco más de media hora y recibí su mensaje...
—“¿Ya estás en el lugar?”
Un suspiro salió de mi interior, esto no pintaba a algo bueno, respondí de inmediato.
— "Si ya hace un rato llegué" —llamé al mesero y le pedí una botella de vino para acompañar mi pasta.
—Un Pinot Blanc por favor.
—Muy bien, ¿solo eso, señorita? —preguntó.
—Por el momento si, gracias —respondí sin mirarlo.
—Ahora vuelvo —me dijo y dio media vuelta para traer mi encargo.
Tomé mi celular y le envié un nuevo mensaje "solo dime si vendrás o no, no quiero esperar demasiado, como la última vez"
El mesero volvió con el vino y me sirvió una copa, solo agradecí aún sin siquiera voltear a verlo.
La notificación del mensaje me distrajo de darle el primer sorbo a mi copa, la puse de vuelta en la mesa y miré la pantalla, no lo podía creer o tal vez sí, !Lo volvió a hacer!
“Perdóname, de verdad quería llegar, pero tuve un imprevisto en la oficina y tengo que quedarme más, tengo que entregar el proyecto el lunes y aun no estoy ni a la mitad”
De verdad no lo podía creer, él fue quien insistió, quien me rogó venir, yo ya no quería seguir ilusionándome en vano y como tonta volví a caer.
Tomé mi copa y me bebí todo de un jalón, tomé la botella, llené mi copa y llamé al mesero.
—Estoy lista para ordenar.
—Perfecto, la escucho.
—Quiero una pasta Alfredo con camarón y brócoli —tomé mi copa nuevamente y bebí el contenido, me disponía a tomar la botella nuevamente, pero volteé a verlo cuando sentí su mano sobre la mía intentando tomarla y hacerlo él.
Retiré mi mano de la botella, no se si era lo frío de ésta, el tacto del chico o qué demoni0s, pero sentía la mano cosquillear. Rellenó mi copa y solo quedó un poquito en la botella.
—¿Solo será la pasta? —me preguntó al tiempo que me veía directo a los ojos, después de colocar la botella en la mesa nuevamente. Me sentí un poco confundida, no sé si por lo que ya había tomado y a la velocidad en que lo hice, o por la profundidad de sus ojos negros mirándome con algo de... como decirlo... ¿curiosidad?
— ¿Perdón? —le dije algo confundida.
—Solo le pregunto, por si no va a esperar a su acompañante.
—No, solo será eso —bajé la mirada a mi copa con nostalgia y él se fue.
Volteé la vista hacia la calle por la gran ventana, la vista era muy bonita, las luces de la ciudad le daban un toque romántico a aquel lugar, era un segundo piso donde se encontraba mi mesa.
Pero aun con eso, también le daba un toque nostálgico, o solo era la manera en que me sentía, un sentimiento que no era nuevo en mí.
La relación que tenía con Óscar… bueno si se le puede llamar relación, ya que él solo tenía tiempo para su trabajo, siempre tenía cosas que hacer en torno a su profesión y aunque yo también trabajo, no entendía que sólo viviera para trabajar y siempre era yo quien ocupaba el segundo lugar.
Ya teníamos casi dos años de salir, a los cuatro meses de comenzar con nuestras citas, me pidió ser su novia. Yo estaba feliz, ese hombre me gustaba mucho, de estatura mediana y delgado, ojos verdes, bastante guapo a la vista, inteligente y responsable, creo que eso último era lo que estaba echando a la basura nuestra relación.
Era demasiada la obsesión con el trabajo, no podía llamarlo de otra manera, eran escasas o casi nulas las veces que salíamos, ni a su familia visitaba, su madre sabía de él por medio de mí, esta situación sinceramente me tenía harta. Me daba tristeza por la señora, ninguna madre se merece eso.
Pensaba en todo eso con la mirada perdida en las luces de la ciudad y con mi copa en mano dando sorbos de vez en cuando.
—Aquí está su orden —su voz salió con precaución como si no quisiera interrumpir mis pensamientos.
—Gracias —le contesté mirándolo otra vez en esos ojos negros que resaltaban en su rostro varonil de tez morena, con una barba corta y cuidada.
—¿Alguna otra cosa que le pueda ayudar? —me preguntó como si supiera que necesitaba consuelo o por lo menos hablar con alguien, por cómo me sentía.
—Todo bien, gracias —traté de sonreír.
Se retiró y me dispuse a devorar mi cena, “está deliciosa” pensé al mismo tiempo en que cerraba los ojos para disfrutar más profundamente el sabor de esa exquisitez.
Comí y bebí despacio, saboreando mi cena al tiempo que me perdía en la vista que me daba la ciudad.
Termine mi pasta y continúe con lo que quedaba en la botella, reflexionando en lo que haría.
Sí, ya lo venía pensando varias semanas atrás y hoy lo había decidido, terminaría con Óscar.
Pedí la cuenta para irme, un mesero diferente terminó por atenderme, la pagué y salí del lugar. El vino si me paso factura, me sentía algo animada, pero no como hubiera querido para no sentir mi orgullo pisoteado.
Busqué en mi bolso las llaves de mi coche, primero a la derecha y nada, luego más abajo, ¡no estaban! “¡¿dónde están?!” Me pregunté internamente. No podía ser, no las encontraba.
No quería ver en el interior del coche, no quería ver lo que era ya un hecho y tener que ir en taxi a casa. Al fin lo hice, solo para confirmar que efectivamente las dejé pegadas al interior.
Solo eso me faltaba, ya eran casi las once de la noche. El sitio estaba escueto, muy pocos autos estaban en el estacionamiento al frente del lugar, creo que fui casi la última persona en salir de aquel restaurante.
“Bueno, no queda más que llamar un taxi” trataba de darme ánimos, saqué mi teléfono y al intentar desbloquearlo, “¡nooo! esto no me puede estar pasando” ¿sin batería? Es el colmo. Estaba en el límite de la desesperación.
—¿Todo bien? —escuché una voz detrás de mí.
Con la mirada al suelo y el dedo índice en la sien, di la vuelta para ver quien me estaba hablando, estaba al borde de gritar y maldecir mi suerte. Si tan solo me hubiera quedado en mi casa viendo una película.
Levante la mirada al dueño de esa voz, “¡hay no puede ser!” Pensé, “es el mesero que me atendió, debe estar pensado en lo patética que me veo después de darse cuenta de que mi cita no llegó y que estoy como loca en el estacionamiento”
Estaba ahí parado, vestía unos jeans azules y una playera manga larga color negr0, ya no llevaba el uniforme de su trabajo, se veía un poco más fornido, era alto, ya en ese outfit parecía más un chico malo que un mesero.
—¿Te puedo ayudar en algo? —Me dijo al ver que yo no contesté a su primera pregunta sacándome de mis locos pensamientos.
—Este... no… gracias —no sonó muy convincente.
—¿Segura? —insistió.
— Bueno, sí. Resulta que dejé las llaves dentro de mi coche —le dije con algo de amargura y vergüenza —. Creo que si puedes ayudarme —agregué.
—Claro, dime.
—¿Podrías pedir un taxi para mí, por favor? —lo miré con ojos suplicantes.
—Tengo una mejor idea, podría llevarte —me dijo embolsado una sonrisa que se le veía jo0didamente Sex1.
¿Pero qué me pasa? ¿Cómo podía estar pensando eso en este momento? Creo que ya no volveré a beber de ese vino.
—Oh, no, no quiero causar problemas, solo el taxi, lo que pasa es que mi teléfono se quedó sin batería —le dije mientras sacudía mi celular muert0 con mi mano.
—No es problema, de verdad, déjame ayudarte —me dijo mirándome con esos ojos negro profundo y un poco más serio —. No me sentiría tranquilo si te vas en taxi siendo ya tan tarde.
No estaba segura, una vez más en este día donde no sabía qué hacer y la primera vez no tomé la mejor decisión.
—Está bien —le dije un poco apenada y dudosa de lo que había decidido —¿Dónde está tu coche?
—Este... no traigo coche, soy más... ¿Cómo decirlo…? de dos ruedas —me dijo encogiéndose de hombros.
Ahí estaba yo, de noche, sin coche, con un extraño dispuesto a llevarme a casa ¡¡¡en una motocicleta!!!—¿Es en serio? —la pregunta más tonta para el momento, limosnera y con garrote.—¿Apoco te da miedo? —me dijo socarronamente, con una sonrisita de medio lado.—Eh... no.… para nada. ¿Dónde está? —Balbuceé envalentonada por las copas que traía encima.—Está por allá al fondo, pero espérame aquí, tengo que entrar nuevamente —me dijo y se dio media vuelta, creo que ya se arrepintió —No tardo, no te muevas de aquí.No tardó mucho, al salir traía un casco en la mano y no dejaba de sonreír.—¡Listo!, ahora sí vamos —me cedió el paso —. Ah, toma esto es para ti —me tendió el casco que traía en la mano.—Gracias ¿Y tú que usarás? —le dije mientras caminaba y miraba el casco que me dio.—No te preocupes, mi casco está en la moto, este es de un compañero que no lo necesita hoy —me comentó mientras avanzaba hasta nuestro… ¿Vehículo?Le quitó el candado que ataba el casco a la moto y se lo colo
Salí rumbo a la casa de mi madre, ya era tarde, pero necesitaba verla, no tardé más que 15 minutos en llegar, aún las luces estaban encendidas en la sala de estar.Entré hasta quedar frente a la casa, me estacioné y bajé, estoy seguro de que ya está por abrirme, debió escuchar a mi bebe rugir.—¡Fabio! ¡Hijo! ¡¿Cómo estás?!, hoy extrañé tu llamada, ¿está todo bien? —me dijo al abrir la puerta justo como lo había predicho.—¡Mamá! Estoy bien, ¿y tú? —le dije al abrazarla y darle un beso en la mejilla —. No pude llamarte, hoy estuvo bastante abarrotado el negocio.—Qué bueno, hijo, tu padre estaría tan orgulloso de ti —dijo con un toque de tristeza en sus ojos, sé que lo extraña tanto como yo —. Pero pasa, no te quedes ahí.Entré hasta la sala, platicamos un poco más, ya era bastante tarde y mañana será un día de trabajo bastante pesado, los fines de semana así son, a las personas no les gusta cocinar en casa, pero eso es bueno para mí.—Me tengo que ir má —le dije levantándome de mi lu
POV ANDREACaminé a paso veloz hasta el elevador, a mis espaldas escuchaba los gritos de Óscar llamándome, yo solo avancé hasta lograr tocar el botón, para mi suerte no tardo nada en abrir las puertas y entré en él.Levanté la mirada y ahí venía Óscar, corriendo para alcanzarme, aún con la camisa desabotonada, por suerte las puertas alcanzaron a cerrarse, yo solo me recargue en aquellas paredes con espejos en todas ellas, y me deslice hasta quedar sentada en el suelo.Aquellas paredes reflejaban mi rostro descolocado, no sabía lo que sentía, las imágenes que acababa de ver era mi novio. ¡NO! A mi exnovio folland0se a otra, si bien, la tarea que me traía hasta aquí era terminar con él, la escena que presencié era lo último que me imaginaba encontrar.Lo que me sorprendió es que no estaba llorando, solamente me sentía como si flotara, como en shock, con un zumbido en la cabeza, el sonido del elevador anunciando que llegué al estacionamiento, me sacó de mis pensamientos, me levanté rápid
POV FABIOHoy tuvimos muchos clientes por la mañana, bastantes desayunos se ofrecieron, creo que era un grupo de turistas, porque abarrotaron el lugar en un momento y casi al mismo tiempo se retiraron todos juntos.En un momento en el que no había mucho trabajo, fui a ver si aún estaba el auto de Andrea en el estacionamiento.Si ayer tuve suerte, hoy no aparecía por ningún lado. Ya no estaba, había perdido la oportunidad de verla nuevamente.Regresé a la cocina con los ánimos bajos, parece que soy bastante transparente a sentimientos se refiere, porque no faltó el gracioso comentario de Alonso.—Ya no está el coche ¿verdad? —me dijo, al tiempo que yo solo moví la cabeza negándolo —No te preocupes, le gusta mucho nuestra comida, ya ha estado aquí antes.—¿Cuándo? —le pregunté, con algo de sorpresa.—Fechas exactas no sé, pero yo la he visto varias veces antes, ha estado acompañada en otras ocasiones —su comentario me puso a pensar si ¿sería la misma compañía que esperaba ayer?Ya solo
POV ANDREALas semanas transcurrieron, yo me sentía traicionada y triste, pero, también me sentía libre. Pareciera que, aunque vivo de la misma manera (sin salir ni tener s3x0), era un peso menos el saber que no tenía novio, y menos un patán como Óscar, creo que no me merecía eso, yo pude haber hecho lo mismo, pero no lo hice por respeto a él.El siguiente sábado, después de descubrir a Oscar, me desperté tarde como era costumbre en esos días, fui a la cocina por café y luego fui a la puerta de entrada a ver cómo estaba la mañana, encontré en la entrada un ramo de rosas con una nota en ellas:“No sé cómo lo haré, te amo y recuperaré tu confianza” … Oscar.Me sentí extraña, no sentía alegría al ver el detalle, me parecía más bien como un último recurso. Cuando éramos novios nunca tenía este tipo de detalles, así que ahora me parecían inútiles, pero las flores no tenían la culpa, tomé un florero,las puse en agua y las deje en la cocina.No tenía ganas de estar en casa ese día. Cada fin
Cerca de las tres de la tarde, estábamos sobre una manta debajo de un gran árbol en aquel inmenso parque. Yo estaba sentada mirando el panorama y ella tirada boca arriba mirando las ramas y la luz que se colaba a través de las hojas.No sé cómo no le gusta estar así, tan relajada, sin preocupaciones. Aunque es entendible, de cualquier manera, a ella nunca le preocupa nada.Estuvimos un largo rato platicando, yo le hablaba sobre mi carrera, ya solo me faltaba un año para terminar. Ella me decía que nunca le gustó la escuela. Siempre me causó gracia como lo decía, y aunque no estoy de acuerdo con eso, respeto su postura ya que no todos aspiramos a las mismas cosas.—Ya casi son las cinco de la tarde, ya vámonos de aquí —dijo al quitarse la baba de la comisura de sus labios, se había quedado dormida un buen rato, yo aproveche para leer un poco en aquella tranquilidad.—Está bien, vamos, pero ¿de qué te quejas? Si desde que llegamos te dormiste —le solté y pegué una carcajada que se escuc
POV FABIOLa vi girarse hacia mí, su vestido dio un pequeño vuelo al dar media vuelta, me miró con asombro, no sé si por saber que soy el chef o por el hecho de verme, igual ambas cosas me gustaron.—¿Así que eres el chef eh? —al fin pronunció con un hilo de voz.—Así es, solo que hemos estado cortos de personal y ayudo en lo que puedo —sonreí al contestarle, de verdad me pone de buen humor.—¿Así que eres el salvavidas de mi amiga? —me dijo la chica que la acompañaba.—Oh perdón, Fabio Bianchi, un gusto —me presente ante la acompañante de Andrea, extendiendo mi mano para saludarla.—Emily Vázquez, que gusto de conocerte al fin. Mi amiga me habló de ti y de cómo la ayudaste el otro día —desvié la mirada hacia esos ojos hermosos que tiene Andrea, la vi sonrojarse ligeramente ante el comentario de Emily.—¿Te habló de mí? —sostuve una sonrisa de satisfacción al escuchar eso — Solo hice lo que cualquiera haría —. Conteste amable y sincero, igual si no hubiera sido ella, hubiera ayudado a
Teníamos cinco cocineros, dos en cada turno y el de repostería que solo asistía por la mañana, lo justo era ascender a uno de ellos, pero el de repostería queda descartado. Así que nos quedan cuatro opciones.—¿A quién propones? Eres quien está más cerca de ellos día a día —le dije dándole prácticamente la oportunidad de elegir.—Estoy entre Josué y Violeta, ambos son buenos en lo que hacen, responsables, trabajadores y con una sazón muy buena —me quedé pensando en lo que me dijo, pero yo quería que él eligiera y no por quitarme esa responsabilidad, sino porque necesitaba que practicara para futuras ocasiones.—Sí, ambos son también mis favoritos —ya estábamos avanzando en nuestra tarea— Pero dime a quién elegirías y ¿por qué?—Definitivamente, a Violeta y es fácil decirlo, tiene su propia sazón, sigue una receta sí, pero le gusta mucho estar probando la comida hasta que cree que así debe saber, y por otra razón, es madre soltera y le vendría muy bien el dinero extra —definitivamente