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Llena de pensamientos decidida, salgo de la cama que me ata, no quiero seguir pensando y llenándome de cosas sin sentido. Un buen trago de whisky hará que todo lo que siento en este instante se esfume.

—¿Por qué no me invitas? —doy un respingo al sentir que me agarran de la muñeca y me jala hacia él.

Mis ojos se abren lo suficiente para ver que el atrevido de todo esto es Esteban. Intento decirle algo, pero él se apodera de mí aprisionándome contra la pared. Siento el calor de su piel a través de la ropa y me parece que arde de pasión

¡Este hombre me está calentando!

—Me estás provocando, recuerda que luego no me detendré —dije con voz ronca, y con un asentamiento mis labios se fueron contra los suyos en un beso apasionado que lo deja sin aliento—, eres demasiado inocente para estar a mi altura—jadee contra su cuello, mi voz sonaba ahogada.

Con un toque de sensualidad él posa su dedo índice en el tirante de la camisa que llevo puesta,

—No soy la persona que tú crees que soy —su vo