-AAAAAHHH- un grito desgarrador inundó toda la habitación.
-Puja, tu puedes- una voz femenina dio aliento.
-Duele- otra respondía en medio de jadeos y llanto para después gritar de nuevo.
El vientre abultado se movía de un lado a otro de forma anormal casi como queriendo desgarrar la piel desde adentro. La mujer estaba empapada en sudor junto a su cabello dorado todo pegado a su frente, su piel erizada por completo, la sábana debajo de ella manchada de sangre, y aun así no había atisbo de esperanza que diera a luz. Y es que era natural… lo que llevaba adentro no era un bebé humano.
Jadeó con fuerza con las lágrimas empañando su vista e intentó mover sus manos de forma forzosa, pero estas se encontraban amarradas tan reciamente que sus muñecas tenían un halo rojo y las sogas que la aguantaban tenían rastros de sangre.
-Ahhhhhh- Xana gritó para después apretar sus labios, llorar y gritar no la sacaría de ese momento tan tortuoso. Se concentró y respiró profundo a pesar de las olas de dolor que venían se iban constantemente.
Lo mejor era que alguien la ayudara, pero al parecer las mujeres a su alrededor le daba asco tocarla, eran tres incluyendo a la partera, una chica joven que estaba pálida y que al parecer no sería de mucha ayuda y en la puerta su hermana menor con la que Xana nunca había tenido el mejor de los roces. Ellas… no eran sus amigas, no eran sus compañeras, simplemente estaban siguiendo órdenes, y esas eran ayudarla a dar a luz para después… no quería pensar en eso.
Necesitaba algo de tiempo para pensar en un plan. Si sus hijos venían a al mundo en aquel lugar no sobrevivirían, eso se lo habían advertido… después de todo no eran hijos de su actual esposo, sino de quien era su mate, con quien había tenido sexo después de ser ofrecida como ofrenda y el que la había preñado: El alfa de la manada de las sombras.
Xana gimió de nuevo. Sentía que sus órganos se movían en su interior de una forma desagradable, apenas tenía aire en sus pulmones y cada respiración era más dolorosa que la anterior. La sensación de algo bajando de su vientre la hizo estremecerse y correr la cabeza hacia atrás tensando sus músculos.
Le hubiera gustado mantenerlos más tiempo dentro de ella, pero los tres meses de gestación se habían cumplido y su vientre había crecido lo suficiente para dejar marcas notables en su piel. Al inicio todo había sido hermosos hasta que… hasta que…
-AAAHhhh- esta vez su grito casi desgarró su garganta.
Ahora eran sus músculos pélvicos los que se convulsionaban mientras algo los desgarraban.
-Puje, está saliendo- dijo la mujer con tono demandante- Vamos, no pueden morir todavía.
Xana no tuvo más remedio de dejarse llevar por su cuerpo que simplemente quería expulsarlo de ella y un dolor cegador la atravesó cuando su primer cachorro vino al mundo, aun así, los dolores no disminuyeron, solo dándole un segundo de descanso.
-Toma- dijo la mujer agarrando de mala forma el pequeño cachorro ensangrentado que gemía ligeramente, más grande de lo normal y lo ponía en una canasta- Al parecer son dos, viene el otro detrás- declaró asombrando a Xana que alzó la cabeza.
Ahora entendía porque su barriga había sido tan grande. Y el mismo proceso tortuoso volvió hasta que por fin su interior quedó vacío al igual que la sensación que la invadió. Esta vez las lágrimas que corrieron por sus ojos no fueron de dolor. Ella no debería estar pasando por esto.
El rostro del lobo que era el padre de sus cachorros se visualizó delante de ella y aunque su relación ni había comenzado bien ni en los mismos términos al ser ella su tributo para aplacar su rabia, ahora tenían algo que los unía, solo que él… no estaba ahí. Ni siquiera sabía si aún estaba vivo. Sin embargo… de algo estaba segura, no podía dejar que sus dos cachorros corrieran el mismo destino que sus padres.
Su cuerpo estaba flácido en la cama sim energía, mas ella guardó toda la que podía, si perdía el conocimiento en ese momento sus hijos tendrían los minutos contados. Podía escuchar los leves gemidos de las dos crías recién nacidas que estaban en la canasta sin recibir atención. Y ella ni siquiera podía tocarlos al estar amarrada.
-Vamos a buscar al señor Remy. Es momento que él se encargue de esto. Tú, límpiala, no le gustará verla así- dijo la partera a la chica más joven, quitando la sangre de las manos con un paño y saliendo de la habitación.
Xana vio como también su hermana salía de allí siguiendo a la mujer con una sonrisa para nada agradable y con razón, el lugar al lado de Remy estaba ocupado por ella, algo que ansiaba desde niña. Xana se lo regalaba si pudiera.
Esperó unos segundos escuchando los pasos de ellas alejándose y supo que era momento de actuar.
-Oye- Xana llamó a la chica que solo la miraba temblante- Ayúdame- le dijo pálida por todo el esfuerzo que estaba haciendo.
La chica la miró con los ojos abiertos muy grandes, se notaba que no estaba adaptada a ver tanta sangre.
-Suelta mi mano y yo misma me limpio- dijo con la voz temblante y pasando su vista de la chica a los cachorros temiendo por ellos y su estado, necesitaban calor, además que sus chillidos la alteraban.
-Yo…- la chica vaciló, aunque se notaba que realmente no quería hacer aquello.
-Solo es una mano, no haré nada, sino estoy limpia para cuando regrese Remy te regañaran- manipuló Xana viendo como la chica temblaba aún más y esto pareció convencerla.
Se acercó y con los dedos temblorosos comenzó a desatar una de sus manos. Xana se alegró de tener aquel atisbo de esperanza. Y cuando la chica la soltó la recién madre entrecerró los ojos, estiró el brazo, agarró la lámpara cerca de su mano y la estrelló contra la cabeza de la chica. El golpe fue tan brutal que esta cayó en el suelo desmayada con una herida en la cabeza.
Xana no era una persona violenta por naturaleza, pero la situación lo ameritaba. Ahora era madre y haría lo que fuera por salvar a sus cachorros.
La prioridad eran sus cachorros, esos que gemían en la pequeña cesta en sus brazos envueltos en un paño para que no le diera el aire frío.Xana corría sin mirar atrás a pesar del dolor desgarrador de su interior. Después de haber dado a luz normalmente debería descansar, dormir, amamantar… bueno a sus hijos que en este caso no eran humanos sino dos pequeños cachorros de lobo, en cambio atravesaba el bosque huyendo de su pueblo que solo quería matar a sus hijos, hijos que habían sido concebidos debido a ellos mismos. Ahora querían limpiarse las manos.Ah, estaba tan agotada de todo, desde niña siempre había sido así, su destino siempre dependiendo de los demás, y solo cuando recibió un poco de afecto aún si era ilusorio en los brazos de aquel… lobo, estimulado por el celo había sentido que su vida podría terminar tranquila, pero no… ahora estaba allí corriendo con tal de salir de aquel lugar, poner a salvo a sus hijos y no ser atrapada.Xana no supo cuando tiempo corrió, pero tuvo que
Debía estar cerca. Era lo que se repetía Xana una y otra vez con cada paso que daba. Su cuerpo estaba llegando al límite y realmente deseaba descansar, pero eso era un lujo que no podía darse, sobre todo cuando sus cachorros dependían de ella. Al menos ya había dejado de sangrar, pero necesitaría una limpieza urgente en cuanto encontrara agua.Escuchaba un río cerca y eso le hizo palpitar su pecho. Sabía la geografía de la zona debido a sus aventuras cuando era joven y este era el límite entre el territorio humano y el de los lobos, una vez cruzara este estaría a salvo y más cerca del padre de sus hijos.Y necesitaba que fuera pronto. Sus pies se arrastraban por la tierra debido a la falta de comida y agua después de dos días y medio caminando y además alimentando a sus crías. Si a eso le sumaba que acababa de dar a luz y de la hemorragia que le siguió, solo su voluntad de madre la mantenía en pie.Avanzó con la esperanza de llegar al territorio lobuno. Desde tiempos que ella ni siqui
Los cachorros se removían incómodos en la cesta con sus patitas intentando buscar el calor de su madre. Había mucha humedad, frío y no podían sentirla cerca. Tenían hambre, ansiaban su cercanía, pero por más chirridos que hicieran no la encontraban, simplemente se rozaban entre ellos, pero no la piel de quien los había traído a la vida. La conexión entre la madre y sus cachorros era algo que no se podía comprender y estar lejos de ella solo los hacía sufrir.Chillaron y lloraron llamándola para que viniera por ellos. Aun así, no hubo rastro de su calor, hasta que sus lloriqueos fueron disminuyendo cuando una nariz grande y húmeda los rozó y los olió. Los cachorros dejaron de chillar y se giraron hacia este nuevo ser que olía muy bien y que les dio la tranquilidad que ellos querían. Al tener sus ojos sellados no podían ver quien era, pero sus olfatos no los engañaban.Se removieron y esta vez los chillidos fue de emoción. Sus patitas se removieron para tocar este hocico que los estaba
Muchos años antes. El viento soplaba frío y fuerte esa noche. Los terrenos estaban cubiertos por una gruesa capa de de niebla blanca que ocultaba cualquier rastro de vida en toda la extensión. La luz de la luna era lo único que iluminaba las profundidades del bosque. Los animales se encontraban en sus cuevas cubriéndose de la helada brisa nocturna. Un paisaje tan solitario que podría deprimir a cualquiera. El sonido de las patas peludas hundiéndose en la nieve era lo único que podía escucharse junto a algunos leves gruñidos. Los copos gruesos cubrían los dos cuerpos que se hacían paso después de un agotador día. Los músculos de ambos se notaban incluso por entre su pelaje y aunque intentaban avanzar apenas podían. Ser atrapados en medio de una tormenta de nieve después de un recorrido a todos los terrenos de la manada no era nada agradable. Aún faltaba camino para llegar a sus residencias, pero al parecer tendrían que buscar un lugar para refugiarse. Las plantas de sus patas estaban
Ambos lobos notaron que no era mentira por su olor y que ella debía haber estado allí bastante tiempo. Y al parecer tampoco les mostraba miedo.White escuchaba como ella tosía y se apretaba la capa alrededor de su cuerpo buscando más calor. Lo que era complicado ya que esta no era de una tela muy gruesa y se notaban los temblores de la pequeña. Algo dentro del alfa se removió y bajó la cabeza para acariciando la mejilla humana con su nariz. La piel se sintió realmente suave a pesar de lo fría que estaba.Fue entonces que se dio cuenta de lo que estaba haciendo y hasta él se asombró con su acción, pero, a su vez eso sacó una leve sonrisa por parte de la niña que con sus ojos llenos de lágrimas dejó se toser poco a poco tomando profundas bocanadas de aire.El alfa se separó queriendo que aquello no pareciera tan íntimo, aunque el toque de ella había erizado el vello de todo su cuerpo. Algo estaba ocurriendo y no era normal, esa humana despertaba algo en él que lo hacía reaccionar de una
Era cálido y reconfortante, a pesar del fuerte sonido de la tormenta de nieve que cada vez era más fuerte. La puerta de la cueva se fue quedando cada vez más cubierta pero no era como algo que les importara mucho a los dos lobos en su interior. Habían pasado por cosas mucho peores y solo tenían que esperar hasta que esta cesara un poco.Sky que se había acostado contra su alfa, una forma de mantener el calor no había mencionado el asunto, pero era extraño el comportamiento de White, sobre todo porque ahora estaba acostado como una bola y tanto su cola como parte de su cabeza le daba calor a la pequeña niña acostada contra su cuerpo.Y aunque muchas cosas pasaran por su mente había algo entre ellos que había que no se vieran mal. Suspiró y se recostó bajando la cabeza y cerrando los ojos. Era mejor no darle tanta importante al asunto. Mientras la manada estuviera a salvo él no tenía que intervenir.***La tormenta cesó gradualmente a medida que la noche cesó y el día fue levantando. Gr
No se volverían a ver.Fue el pensamiento de White al lado de su beta mientras ambos veían a la niña al pie de las rocas lista para cruzar. Era un camino que solo se usaba para determinados momentos y esa vez lo usaría ella. Se estremeció cuando ella miró por encima del hombro con sus dos ojos azules. Quería que fueran ideas suyas pero la expresión de la niña no era nada contenta y eso que apenas habían pasado junto unas horas.Sin embargo, no podía extender más eso. Era una humana, una simple humana, enemigo natural de los lobos y que no debía estar allí. Y ellos no se encontrarían de nuevo, sus caminos se separarían, ¿pero por qué estaba vacilando.-Vete- le ordenó White en medio de un gruñido que la hizo crisparse en su lugar y luego fruncir el ceño.-No tiene que gritarme- le soltó la niña en un puchero y mostrándose molesta se dio media vuelta y comenzó a cruzar poco a poco.White dio un paso adelante en lo que ella se alejaba y su corazón latía desbocado. Una sensación para nada
Xana preparaba el arco y las flechas cuando la luz del sol fue cubierta por un gran cuerpo. Alzó la cabeza y le gruñó con los dientes apretados.-Oye niña salvaje no me saques los colmillos- el hombre grande y fornido, de piel morena y cabeza rapada le sacudió el cabello a ella- ¿Piensas venir con nosotros de nuevo?Xana sonrió.-Claro, acaso la mejor cazadora de tu grupo no soy yo- ella bromeó sonriéndole, aunque no era mentira. Desde edad temprana había desarrollado una habilidad física para cazar y defenderse que hasta podía competir con los mismos hombres del pueblo. Era por eso que en vez de estar en caza limpiando y cociendo se iba con ellos muchas veces hasta días para traer la comida a la mesa.Ans era el encargado de dirigir la caza. Un hombre entrado en los 50 que la había entrenado desde que se había dado cuenta de sus habilidades. Sobre todo, después de volver viva de estar perdida durante una brutal tormenta de nieve y regresar sana y salva, aun siendo una pequeña niña. D