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A pesar de la densa lluvia y del inestable suelo Xana no se detuvo en dirección a donde había sentido a su hijo. La preocupación latía dentro de ella. Necesitaba encontrarlo. Sabes que estaba bien, ya después verían arreglarían las demás cosas, pero su seguridad era primero, antes que nada.

-Suba- uno de los lobos corría a su lado regulando su paso para estar a la par.

Xana dudó por unos segundos dado que había aprendido que, a un lobo, sobre todo un alfa no le gustaba que su hembra fuera tocada por otro macho. Sin embargo, no era momento para ese tipo de escenas de celos lobunos que solo ellos comprendían. Agarró el pelaje del lobo y saltó sobre el lomo de él, de esa forma tanto él como el otro que los seguía pudieron correr más rápido en dirección a donde ella les indicaba.

La lluvia dolía contra la piel de su rostro. Xana apenas podía abrir los ojos sin lastimarse, aun así, podía sentir donde estaba su cachorro y cada vez se acercaban más. Además, la marca en su cuello se calentaba
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