Richard asintió, tenía la misma opinión de Gary, el problema era dar con Paul de una buena vez y por todas. Entre más tiempo le llevara atraparlo, más peligro corría Brooke, eso era algo que no podía permitir.—Gracias por lo de hoy —pronunció el agente, sacando a Brooke del apartamento, cerrando la puerta y dejando a Gary solo.—Debimos llevarlo al hospital —murmuró Brooke, mientras caminaba al lado de Richard, él lo tomó de la mano y le dio un apretón cuando habló.—Dudo mucho que desee mi compañía —respondió el agente con seriedad. No había manera de que Gary y él pudieran ser amigos o tratarse con cortesía. Estaba agradecido por lo que había hecho hoy por Brooke, pero hasta allí llegaba.—Te estuve llamando —dijo Brooke, cambiando la conversación y haciendo que Richard detuviera sus pasos.—Lo siento, estaba en una operación. No sabes el miedo que he sentido al tratar de contactarte, han sido los minutos, las horas más horribles de mi vida, no me habría perdonado si algo malo
Yeremi sonrió, engañar a su hermano siempre le resultó muy fácil, desde que eran pequeños y continuó así en su juventud. Ser el menor le dio muchas ventajas que no se molestó en desaprovechar.—Entonces, ¿todo bien? —preguntó, mirando por la ventana. Los edificios pasaban a una velocidad vertiginosa mientras se dirigían al apartamento de su hermano.—¿Qué tendría que haber cambiado? —respondió Gary, sin molestarse en verlo, concentrado en la carretera, con sus manos aferradas al volante. Sus nudillos estaban blancos por la fuerza ejercida y la rabia contenida—. ¿Por qué desapareciste? —le preguntó, fingiendo no saber, arriesgando el que Yeremi se diera cuenta de que lo estaba llevando directo a su prisión.—¿No lo sabes? —cuestionó el hombre aun sin verlo.—Supongo que, si estuviera al tanto, tú no estarías sentado a mi lado ahora mismo. ¿Vas a contarme?Yeremi suspiró y giró el rostro con pereza en dirección de Gary.—Paul no es el hombre que creí, me ha engañado todo este tiempo —di
Brooke volvió al interior de la casa con el pequeño perro entre sus brazos, acompañado por Richard, tenía intención de agradecer a Nick por tan precioso regalo, pero no tuvo oportunidad, pues ya se habían marchado.—Ya tendrás oportunidad para agradecerle en otra ocasión —le susurró Richard junto al oído—. Quizá deberíamos marcharnos también —añadió.Brooke giró el rostro para encontrarse con la mirada de Richard.—¿Marcharnos? —preguntó.—Aún no te he dado mi regalo, Brooke —le dijo, viendo a Enrique, pidiéndole ayuda silenciosamente.—Es verdad, el día aún no termina y las sorpresas tampoco —expresó el más joven, acercándose para quitar el cachorro de los brazos de Brooke.—¡Oye! —Brooke intentó recuperar a su cachorrito, pero Enrique no se lo permitió.—Ve con Richard, yo me haré cargo de esta preciosura mientras regresas.—Pero.—No voy a escuchar escusas, Brooke, ve y disfruta tu noche —lo alentó, mostrándose serio.—¿Es en serio? Los tres hombres asintieron.—Bien, pero cuídalo
Brooke pasó saliva por su seca garganta, pero resistió el deseo de apartarse de las caricias de Richard. No debía olvidar quién era el hombre que lo sostenía ahora y la manera tan dulce y tierna que lo hacía. ¡Era Richard!—Gírate —le pidió cuando dejó de besarlo, mirándolo fijamente, leyéndole el alma en una sola mirada.Brooke hizo lo que le pidió y con lentitud se giró para quedar de espaldas a él, su cuerpo tembló cuando Richard se pegó a su espalda y sus manos subieron a los botones de su camisa. Sintió que le susurraba al oído cosas que no entendió, su atención estaba fija en los dedos que magistralmente quitaron cada uno de sus botones y abrieron su camisa para acariciar la piel de su pecho.Un suspiro abandonó la garganta de Brooke, cerró los ojos por un breve momento en el que su cuerpo tembló.—Te tengo, Brooke —le susurró, recordándole quién era el hombre que lo sostenía entre sus brazos, dándole seguridad no solo con sus caricias, sino también con sus palabras.—Richard —m
Brooke no quería despertar, si este era un sueño. Era el mejor de todos, se sentía tan bien, tan completo, tan lleno que, podía sentir los alocados latidos de su corazón. La calidez del cuerpo que lo sostenía lo envolvía de una manera que jamás creyó posible.Se sentía como si todas sus heridas finalmente se cerraran y las cicatrices fueran desapareciendo, dejando en su lugar calidez, paz y tranquilidad.¿Podía confiarse de ese sentimiento? Deseaba con todo su corazón que sí.—Despierta, bello durmiente —le susurró Richard al oído, confirmando que no estaba soñando.Brooke movió el cuerpo de tal manera que sus nalgas golpearon la pelvis de Richard, quien ni lento ni perezoso se restregó sin descaro contra su carne.—Creí que estaba soñando —murmuró Brooke, echando la cabeza a un lado cuando el hombre a su espalda buscó besar su cuello.Un cosquilleo le recorrió de pies a cabeza cuando sintió el pene de Richard entrar en su interior y golpear su próstata en el proceso, dejando escapar
Richard entró a la sala de espera, encontrándose a Benjamín recargado a la columna del edificio.—¿Qué fue lo que sucedió? —le preguntó sin perder tiempo.Richard tenía la sospecha de que se trataba de algo grande para que Gary Astor viniera a buscarlo a la estación y la sensación de que se trataba de Brooke casi lo dejó sin respiración.—Quería hablar contigo sobre Brooke —le dijo.Richard chasqueó la lengua, tenía razón en sospechar que se trataba de su chico.—¿Qué es lo te traes con Gary? —cuestionó el agente.—Hace unos días, Gary fue herido mientras protegía a Brooke. Me temo que Paul y Yeremi hayan vuelto para tratar de vengarse, supongo que descubrieron que era un infiltrado en la organización y el responsable de que muchos de sus negocios fracasaran. Me temo que mi relación con Brooke lo haya puesto de nuevo en el ojo del huracán.—¡Maldición, ¿por qué carajos no me dijiste nada?! —expresó con enfado Benjamín, si iban por asuntos de venganza, él también debía estar al tanto,
«Señor Gibson, es urgente que se presente en la clínica, su madre ha sufrido una recaída y me temo que esta sea la última».El corazón de Brooke se agitó mientras sentía que el piso se le abría bajo los pies. La opresión en su garganta le hizo imposible responder y respirar. ¿Por qué justo ahora que empezaba a tener felicidad? ¿Por qué la vida no le daba un poco de tregua y le permitía estar un poco más con su madre? Quizá estaba siendo egoísta, pues su madre sufría con cada recaída. No era fácil para ella vivir encerrada y estar constantemente bajo efectos de los medicamentos, pero para él era un consuelo saber que podía verla y escucharla.—Señor, ¿podría venir? Brooke asintió, como si la mujer al otro lado de la línea pudiera verlo. Al darse cuenta de que eso era imposible, habló:—Voy para allá.—No demore, señor… Esa urgencia solo agitó un poco más el corazón de Brooke, por lo que se vistió con prisa, ni siquiera terminó de secarse el cabello, eso no era importante. El muchacho
La peor de sus pesadillas estaba haciéndose realidad. Brooke sintió la garganta secarse cuando el hombre se acercó a él y le acarició el rostro. El deseo de vomitar fue demasiado para contenerse y vació el estómago a los pies de Paul.—¿Tanto miedo me tienes, Brooke? —la voz de Paul sonaba divertida. El maldito hombre estaba disfrutando la reacción del muchacho.Era eso lo que alimentaba la maldad de Paul, el miedo reflejado en los ojos de su víctima. Lo había disfrutado mucho la primera vez, cuando trató de alejarlo de Gary, pero ahora, en ese momento, el placer era triplicado para él.Descubrir que Richard era un maldito infiltrado le hizo urgir uno y mil planes para vengarse de él, pero jamás imaginó que su talón de Aquiles fuera el mismo chico que el de su sobrino. Brooke, el muchacho, era un imán para las desgracias. O tal vez, solo era un hombre con mala suerte.—¡No lo toques! —el gruñido que vino desde atrás, hizo que Brooke temblara. Se había olvidado de Nick.Paul se movió u