Mi oscuridad me consumió, ya no había más el dulce y gentil Noah… ya no. Ahora el ser que siempre he estado reprimiendo salió a flote con toda su potencia. Primero tomé su boca en un beso suave, pero cuando su lengua tocó mis labios le di paso a su sabor demoniaco y examiné el terreno al mismo tiempo que un calor hirviente se apoderaba de mí, entretanto, me aprisionaba más y más a ella con su pierna. Mis manos tomaron sus propias decisiones, la que estaba en su muslo presionaba más hacia arriba y la de su espalda seguía aprendiendo el camino a la perdición a través de sus cicatrices. Nuestros cuerpos se acompasaron en un rítmico baile infernal entre caricias posesivas. La orden era no separarnos al mismo tiempo que se necesitaba cada vez más. Cuando su cadera se onduló contra mi entrepierna y su canto jadeante apareció, la dureza de mi ser hizo contacto con su mojado centro, quería que sintiera lo que había provocado y se hiciera responsable por llevarme a este camino desconocido ha
OzMe encontraba haciendo algunas diligencias, bastante aburridas he de recalcar. Sé que debo hacer de niñero un tiempo más en lo que Noah se amolda a su nueva vida, pero me aburre no tener algo con que… entretenerme…Detuve mis pasos al ver una tienda muy especial a la cual decidí ingresar, ya qué, si mi instinto me arroja a un lugar, es por algo. Mis voces admiran el entorno buscando esa llama... ese... algo especial, es entonces cuando uno de los vendedores se queja vociferando algunas maldiciones a una vitrina en particular y mi felicidad se ensancha a más no poder…–Creo que encontré lo que buscaba… –dije al idiota en lo que él me mira como si hubiera perdido la cabeza, pero esa la perdí desde el día en que nací y ahora me daría un exquisito banquete con mi nueva adquisición…(…)NoahDe alguna manera, llegó a mí el contacto con mi sumisa. Yoyce es una mujer encantadora y que hace todo lo que yo le pida sin pataletas y si así son todas las sumisas estoy ansioso por tener siquiera
Noah Todos me miraron extraño cuando llegamos al hospital. Ordené la atención inmediata pidiendo además interconsulta con neurología para una valoración más profunda, temiendo que ese episodio haya comprometido algo más. Cuando caigo en cuenta, me veo empapado con una camiseta sin mangas, unos joggers y mis tenis, obvio todos estaban sorprendidos por mi aspecto, sin embargo, como excusa tengo que hacía demasiado calor por el movimiento de todo lo ocurrido. Con vergüenza me dirigí a mi oficina donde tengo un cambio de ropa formal (siguiendo un consejo de mi hermano Andrew), me bañé y vestí para volver a urgencias. –La paciente despertó, Doctor Meier –recitó una de las enfermeras de esa área quien llegó a mi oficina y que no disimuló en repasar su mirada en mí–, está consciente y pide ser dada de alta.–¿Ya la valoró neurología? –No señor, el doctor de turno se encuentra en su ronda de citas, apenas se desocupe pasará a verla.–Entiendo, no le den de alta hasta entonces.–Como ordene
Noah Sabía que no podía estar equivocado cuando la vi en el puente y hace unas horas cuando la escuché gritar en mitad de una pesadilla lo corroboré. Los estudios que le mandó el neurólogo de tomografía y resonancia magnética están perfectos, así que no hay otro diagnóstico más que el TEPT, según la valoración del psiquiatra clínico al que le relaté el caso, cosa que era obvia para mí. Aunque Oz no quiso contarme cuál fue la causa de este trastorno, sí dijo que estaría al cuidado de ella dejándome como segundo al mando, así que sí, volví a ser el niñero de alguien. Supongo que, como mínimo, debo agradecer que la sedara nuevamente al no poder sacarla de su episodio tras despertarla, así podría ir a casa a descansar algunas horas… o eso creí que haría, pero el infeliz de Oz me obligó a comprar una extensa lista de cosas para el estúpido pez, mismo que se quedó viéndome desde que ingresé a mi hogar… que de hogareño no tiene nada. No importa a dónde vaya, esa cosa me sigue a todas parte
NoahEl ardor en el estómago no me ha dado tregua en este par de días entre el trabajo, el estúpido pez y la niñata esta. Tanto así, que un ataque muy fuerte me dobló del dolor en medio de una reunión de consejo primario de costos. Aunque traté de disimular me fue imposible ocultarlo y por eso estoy sentado como paciente frente al gastroenterólogo quien solo redacta tras su computadora luego de medicarme y hacer la revisión.–Bien debe saber Doctor Meier que nuestro estado anímico interfiere en la función de estomacal ya que las paredes se ven estimuladas por la adrenalina provocando… eso precisamente que está sintiendo… –Sí Doctor Janssen, lo sé bien –respondo en tono condescendiente… me siento sencíllamente estúpido por haber dejado que otros notasen mi estado de salud.–Tiene una inflamación epigástrica que en conjunto con los ácidos producidos por el estómago pues… ya sabe –suspiro cansado quitándome los lentes y rascando mis ojos, todo lo que dice no es nada nuevo para mí–... en
Noah –Esta es… mi casa –suspiro pesado y dejo que ella entre al lugar, no puedo llamarle mi hogar, tiene todo menos esa connotación por mucho que me hayan repetido que es el sitio que marcará mi “nuevo comienzo” según Oz y Rag. –Me contagiaste con tu emoción –responde Luna con sarcasmo y echándose hacia atrás apenas sus pies sienten el charco que, cómo siempre, ha hecho Falaris. Me mira extrañado mientras recoge su platinado cabello en un moño, le hago una señal para que levante la mirada y entienda quien es el causante del desastre. –¡Vaya! Tienes un pez… no pensé que serías un hombre de peces –dice acercándose al animal que parece curioso y quien sale a su encuentro también. –Aclaro: no lo soy… ese pez no es mío, es de Oz y como contigo, solo estoy haciendo de niñero. Ríe por lo bajo concentrándose en Falaris iniciando un jugueteo con sus dedos en el borde del agua haciendo que ese tonto pez siga sus datilares atentamente sin llegar a morderla. –Es… hermoso… –Sí, solo espera
La luz roja marcaba el camino de la perdición de ambos el día de hoy, le pregunté a Erin si estaba preparada a lo que asintió y le recordé que había llegado el momento de demostrarme que en verdad quería ser una de mis sumisas. La expectativa llenó la habitación de lujuria pura, una que engrosó el aire que entraba en mis pulmones a medida que ella escogía cada uno de los instrumentos que deseaba que usara en su menudo cuerpo.–Ve al centro del salón –ordené y ella asintió contoneando sus caderas hacia el sitio–. Desnúdate –completé la orden que acató sin reparos dejando deliberadamente sus stilettos rojos de punta que complementaban a la perfección con su piel.Me tomé mi tiempo para contemplarla jugando con su expectativa, miraba su delgado y trabajado cuerpo grabándome cada parte donde quería que recibiera mi fuerza, noté cómo se sentía indefensa ante mí y a la vez deseosa de recibir todo mi poder.–Sube tus brazos y toma los aros con fuerza –ordené nuevamente y ella hizo lo pedido
LunaHa sido insoportable estos días al tener que convivir con Meier, siempre hay discusiones en las mañanas con el desayuno porque él quiere una cosa, yo otra y aunque cada uno intentaba cocinar a su gusto, siempre discutíamos por todo y nada. También llamé al casero del edificio para saber cuándo podía volver, pero este me dijo que por ahora no hay forma de saber ya que el daño fue más grave de lo previsto, para colmo, intenté ir al trabajo hace unos días y en cuanto llegué al semáforo que estaba a unas cuadras fui abordada por unas camionetas.Resultó que Oz pidió a unos hombres que me tuvieran bajo estricta vigilancia y si quería trabajar, debía hacerlo desde casa ya que solo podía ir a un supermercado que estaba cerca o al consultorio para ir con el terapeuta. Prácticamente tenía casa por cárcel siendo Meier mi mayor fastidio en esta.–Al menos te tengo a ti, Falaris, tú eres el único que me comprende –el pequeñín dio algunas vueltas con mucho entusiasmo mejorando mi ánimo–. ¿Te