NoahEl ardor en el estómago no me ha dado tregua en este par de días entre el trabajo, el estúpido pez y la niñata esta. Tanto así, que un ataque muy fuerte me dobló del dolor en medio de una reunión de consejo primario de costos. Aunque traté de disimular me fue imposible ocultarlo y por eso estoy sentado como paciente frente al gastroenterólogo quien solo redacta tras su computadora luego de medicarme y hacer la revisión.–Bien debe saber Doctor Meier que nuestro estado anímico interfiere en la función de estomacal ya que las paredes se ven estimuladas por la adrenalina provocando… eso precisamente que está sintiendo… –Sí Doctor Janssen, lo sé bien –respondo en tono condescendiente… me siento sencíllamente estúpido por haber dejado que otros notasen mi estado de salud.–Tiene una inflamación epigástrica que en conjunto con los ácidos producidos por el estómago pues… ya sabe –suspiro cansado quitándome los lentes y rascando mis ojos, todo lo que dice no es nada nuevo para mí–... en
Noah –Esta es… mi casa –suspiro pesado y dejo que ella entre al lugar, no puedo llamarle mi hogar, tiene todo menos esa connotación por mucho que me hayan repetido que es el sitio que marcará mi “nuevo comienzo” según Oz y Rag. –Me contagiaste con tu emoción –responde Luna con sarcasmo y echándose hacia atrás apenas sus pies sienten el charco que, cómo siempre, ha hecho Falaris. Me mira extrañado mientras recoge su platinado cabello en un moño, le hago una señal para que levante la mirada y entienda quien es el causante del desastre. –¡Vaya! Tienes un pez… no pensé que serías un hombre de peces –dice acercándose al animal que parece curioso y quien sale a su encuentro también. –Aclaro: no lo soy… ese pez no es mío, es de Oz y como contigo, solo estoy haciendo de niñero. Ríe por lo bajo concentrándose en Falaris iniciando un jugueteo con sus dedos en el borde del agua haciendo que ese tonto pez siga sus datilares atentamente sin llegar a morderla. –Es… hermoso… –Sí, solo espera
La luz roja marcaba el camino de la perdición de ambos el día de hoy, le pregunté a Erin si estaba preparada a lo que asintió y le recordé que había llegado el momento de demostrarme que en verdad quería ser una de mis sumisas. La expectativa llenó la habitación de lujuria pura, una que engrosó el aire que entraba en mis pulmones a medida que ella escogía cada uno de los instrumentos que deseaba que usara en su menudo cuerpo.–Ve al centro del salón –ordené y ella asintió contoneando sus caderas hacia el sitio–. Desnúdate –completé la orden que acató sin reparos dejando deliberadamente sus stilettos rojos de punta que complementaban a la perfección con su piel.Me tomé mi tiempo para contemplarla jugando con su expectativa, miraba su delgado y trabajado cuerpo grabándome cada parte donde quería que recibiera mi fuerza, noté cómo se sentía indefensa ante mí y a la vez deseosa de recibir todo mi poder.–Sube tus brazos y toma los aros con fuerza –ordené nuevamente y ella hizo lo pedido
LunaHa sido insoportable estos días al tener que convivir con Meier, siempre hay discusiones en las mañanas con el desayuno porque él quiere una cosa, yo otra y aunque cada uno intentaba cocinar a su gusto, siempre discutíamos por todo y nada. También llamé al casero del edificio para saber cuándo podía volver, pero este me dijo que por ahora no hay forma de saber ya que el daño fue más grave de lo previsto, para colmo, intenté ir al trabajo hace unos días y en cuanto llegué al semáforo que estaba a unas cuadras fui abordada por unas camionetas.Resultó que Oz pidió a unos hombres que me tuvieran bajo estricta vigilancia y si quería trabajar, debía hacerlo desde casa ya que solo podía ir a un supermercado que estaba cerca o al consultorio para ir con el terapeuta. Prácticamente tenía casa por cárcel siendo Meier mi mayor fastidio en esta.–Al menos te tengo a ti, Falaris, tú eres el único que me comprende –el pequeñín dio algunas vueltas con mucho entusiasmo mejorando mi ánimo–. ¿Te
–¡Yo no soy tu hijo!–¡Y a mí me vale madres que no lo seas! –Nuestras respiraciones que solo exhalaban odio en conjunto con nuestras miradas azuladas que se encontraban en una batalla campal a milímetros que envolvían la atmósfera de esta noche en la casa, mientras Henry, abrazaba a la niña quien sólo lloraba por toda la situación–. ¡Mientras yo sea el mayor se hace lo que YO diga!Lentamente puedo sentir como los atisbos de locura que tanto me había ocupado en ocultar bulleron destellantes en mis ojos reflejados en los suyos y la mueca en la que se convirtió mi boca asombró hasta al adusto e inalterable Andrew, mi hermano mayor. Sé que no parezco una persona estable en estos momentos y para ser sincero no creo que lo sea del todo, no soy en realidad ese niño apacible y paciente que le muestro a todos. En estos instantes, todo ese trabajo se ha perdido en cuestión de segundos porque es mi hermano, él, el mayor detonador que desataba mi verdadero estado mental.Y esa última afirmación
NoahNo tuve forma de darle la cara a Oslin esta mañana, nuestras habituales discusiones las dejé a un lado y solo pude reñirle a Falaris por un pequeño salpique, esta vez creo que sí fui injusto con el pobre pez.Caminé hasta la clínica como de costumbre con mil pensamientos enredados en mi cabeza, es que no entiendo cómo fue posible que yo anoche casi… casi… No, es que de solo pensarlo las náuseas matutinas revuelven y queman mi esófago hasta llegar a mi garganta.–La ansiedad muchas veces puede aumentar la intensidad de lo que sientes, Noah –Estaba tan confundido que no pude evitar llamarla para tratar de resolver este nuevo dilema que tengo, uno que se suma a todos los demás que ya me corroen–. Además, puede no dejarte ver más allá de lo que sabes y estás seguro, como el odio que dices tener por tu inquilina no deseada.–No la odio, la detesto que es distinto… el odio es un sentimiento demasiado fuerte como para sentirlo por ella. –contesté socarrón.–En fin, creo que lo que sient
–Por lo visto las cosas se complicaron bastante para ustedes en ese momento.–Sí. Drak no sabía qué hacer, estaba confundido, conflictuado por todo eso y yo tampoco estaba segura de si creerle o no, pero si él era mi hermano y se había arriesgado tanto para estar conmigo e intentar sacarme de ahí, entonces tenía que averiguar más y para eso debía sacarlos de la habitación cuanto antes, así que retiré su mano de mi boca y moví mis labios diciéndole en silencio: “Hazlo”. Él negó, se rehusaba a tocarme, pero le dije que le creía y que lo hiciera.–¿Y qué pasó después? –preguntó Van Smit al quedarme en silencio.–En un gran conflicto y con mucho esfuerzo por parte de ambos, estuvimos juntos, debimos hacer algo malo para evitar algo peor, aunque en ese momento me di cuenta que en las semanas que me visitó despertó un cariño especial hacia él.–Aclaremos algo, ¿me estás diciendo que amas a tu hermano y lo ves como hombre?–No, nosotros fingimos frente a otros o de vez en cuando tenemos jueg
LunaDesperté desorientada, me encontraba todavía en el consultorio acostada en el sofá con el doctor Van Smit frente a mí quien hacía algunas anotaciones, levantó la vista regalándome esa sensual sonrisa tan propia de él con aire inglés y me trajo un vaso con agua.–¿Cómo te sientes?–Bien ¿Qué pasó?–Ibas a contarme sobre cómo te rescató tu hermano y caíste dormida, por eso te dije que era demasiado.–Lo siento, a veces me pasa.–Debe ser un mecanismo de defensa de tu cerebro, de esa forma se da el tiempo para recuperarse y hacer que todo vuelva a la normalidad.–Es lo mismo que dijo Oz –ensanchó su sonrisa viéndose más sexy… ojalá no tuviera esa norma con los pacientes…–¿Hace mucho lo conoces?–Desde mi rescate, él…–Atendió tus heridas y te acompañó en el proceso junto a tu hermano –afirmó como si hubiera estado con nosotros.–Sí ¿Cómo lo supo?–Digamos que también tengo mi historia con él, pero eso es una conversación para otro día. Lo importante es que te sientes mejor y quiero