Lucy tiembla en brazos de Jerónimo mientras la deposita suavemente en el sofá. Él se acomoda sobre ella, sus labios recorren cada rincón de su rostro, y sus manos se deslizan con determinación bajo su camiseta, acariciando la piel suave de su abdomen. Lucy siente cómo un calor desconocido la invade, un temblor que le resulta imposible controlar. Aunque nunca ha estado con un hombre, Jerónimo parece conocer cada rincón de su cuerpo, tocándola de maneras que la hacen estremecer de deseo. —Eres increíble, Lucy —murmura Jerónimo contra su cuello, mientras sus labios trazan un sendero hacia su clavícula—. Tu cuerpo reacciona al mío como si siempre nos hubiéramos pertenecido. Con un movimiento ágil, Jerónimo le quita la camiseta y el sostén, dejando su torso desnudo ante él. Sus ojos la devoran, y con una mezcla de ternura y pasión, atrapa uno de sus pezones con la boca, acariciándolo con su lengua. Lucy suelta un gemido que lo hace perder el control. —¿Por qué me haces esto, Jerónimo?
Lucy se encuentra en el aeropuerto, a minutos de salir hacia París. Después de lo sucedido con Jerónimo, no había vuelto a verlo en dos semanas.Le tomó varios días recuperarse. Lloraba día y noche. Le contó todo a Pedro, quien la apoyó lo mejor que pudo.—Ay, Lucy, es que no entiendes que Jerónimo se deja llevar por su orgullo —le dijo Pedro, intentando consolarla días atrás—. Ese hombre te ama con locura, de la misma forma que tú lo amas a él.—No lo parecía, Pedro. Fue tan cruel conmigo… Ni siquiera le importó que era virgen, que le entregué mi virginidad, que confié en él —respondió Lucy llorando, mientras abrazaba un helado de medio kilo intentando consolarse.—Ya no pienses más en eso, Lucy. En una semana nos vamos a París. Supéralo, aunque tendrás que verlo.—Lo sé, Pedro. Lo sé...Y así fue. Media hora después de llegar al aeropuerto, Lucy ve a Jerónimo acercarse. Va vestido de manera informal, con ropa cómoda para viajar. Sus miradas se cruzan por unos segundos, pero sus ojos
A las 9 en punto, Lucy baja al hall del hotel. Cuando llega al lugar, todas las miradas se centran en ella. Está tan acostumbrada a ser siempre el centro de atención, algo que no le gusta en lo absoluto. Los hombres la observan con deseo de llevársela a la cama y las mujeres con envidia. Sin duda, nuevamente es la mujer más bella del lugar, llevando un increíble vestido negro ceñido a su cuerpo, unos increíbles zapatos altos negros con piedras preciosas, una cola alta, con su cabello que le llega hasta la cintura, lo que hace una mujer fina y elegante y su relicario, el relicario de Sara, que lo tiene bien escondido de Jerónimo, pero no puede ir por la vida sin él.Cuando Jerónimo ve a la despampanante Lucy, queda con la boca abierta del asombro. ¿Puede ser que cada vez que vea a esa mujer sea más bella? Su corazón comienza a latir con tanta fuerza que parece que le va a dar un infarto. La ama con locura, pero no puede perdonarla. Se maldice dentro suyo por ser tan rencoroso y no pod
Lucy abre los ojos con la luz del sol que entra por la ventana. No entiende nada, no sabe dónde está. Pero luego recuerda que está en la habitación de Jerónimo, y que habían compartido la mejor noche de su vida. Lucy comienza a despertarse y a estirarse, y se percata de que Jerónimo no está a su lado. Sus ojos se llenan de lágrimas, a pesar de la noche que habían pasado, Jerónimo no pudo quedarse con ella, despertar juntos, desayunar juntos. Otra vez ese hombre vuelve a hacerle daño, nunca va a entender que él solo busca vengarse de ella y que hace todo tipo de cosas para que ella caiga rendida a sus pies. Ella fue la tonta de creer en los "te amo" que le dijo Jerónimo toda la noche.Lucy se levanta de la cama, se da una ducha refrescante mientras las lágrimas corren por sus mejillas. Nunca volverá a caer en las artimañas de él. Sale de la ducha, se vuelve a poner la ropa de la noche anterior y, acto seguido, sale de la habitación.Lucy no se había percatado, con todo lo que había ocu
Como todas las mañanas, Pedro se levanta de la cama, se toma una ducha, se pone ropa cómoda, ya que hoy saldría a dar una vuelta con Lucy, y se dirige a la habitación de su amiga. Seguramente la pícara de Lucy debe haber pasado la noche con Jerónimo, ya que habían hecho las paces, algo que lo puso muy contento. Su amiga se merece eso y mucho más, ser feliz el poco tiempo que le queda de vida.Pedro se acerca a la puerta de la habitación de Lucy, golpea varias veces sin tener respuesta. Toma su teléfono e intenta llamarla, pero escucha el sonido del teléfono del otro lado de la puerta. Algo malo está pasando, quizás Lucy se ha descompuesto y necesita su ayuda. Intenta abrir la puerta, y efectivamente, la puerta está abierta.Al entrar a la habitación de Lucy, ve que todas sus cosas ya no están y que hay dos cartas sobre la cama: una con el nombre de Jerónimo y otra dirigida a él. Pedro se sienta en la cama, toma el sobre en sus manos, rompe la que le pertenece a él y comienza a leer la
Ni bien corta la llamada con su informante, Jerónimo llama a uno de sus empleados y le pide que ponga en funcionamiento su avión privado. No hay tiempo que perder, debe convencer a Lucy antes de que sea demasiado tarde. Y después de varios días de preparativos, finalmente salen de viaje.Aún no puede creer que Lucy no se lo haya dicho y que haya tenido que enfrentar esta enfermedad sola. En realidad, nunca estuvo sola; tenía a sus grandes amigos, que con amor y lealtad la apoyaron durante años. Años en los que él pensó lo peor de Lucy, de la mujer que amaba, que nunca dejaría de amar. Se había comportado como un completo imbécil con ella, pero tiene que convencer a Lucy de que se someta al trasplante; así puede hacerla feliz por el resto de su vida y remediar todo el daño que le ha hecho.Está tan sensible, no puede parar de llorar. No ve la hora de llegar a Italia y encontrarse con ella.Después de varias horas de viaje, finalmente llegan a la Toscana, Italia. La imponente ciudad es
Dice una voz a sus espaldas que los hace sobresaltar a los tres. Jerónimo, sin dudar ni un segundo, corre hacia ella y la abraza tan fuerte, llorando desconsoladamente.—Lo siento, Lucy, lo siento mucho, mi amor, nunca debí dejarte sola.—Jerónimo... —dice Lucy emocionándose con la angustia de Jerónimo—. Cómo puede amarlo tanto, Dios mío.—Tienes que operarte, mi amor, hazte el trasplante, por favor.—Si han venido aquí a convencerme, es imposible, no hay vuelta atrás.—Tenemos una larga vida por delante, amor, déjame hacerte feliz. Recuperar tantos años separados por tontos.—Lo lamento, Jerónimo., pero fue una decisión que tomé hace muchos años.—¿Podemos hablar a solas? —le pregunta Jerónimo.—Ahora no puedo, debo ver al médico. No me siento muy bien últimamente.—Te acompañaré, déjame hacerlo, debo hablar contigo —después de tanto vacilar, finalmente Lucy le dijo que sí.Lucy y Jerónimo comienzan a caminar por el jardín, pero a los pocos minutos se sientan en un pequeño banco, por
A medida que los días pasan, y a pesar de estar monitoreada las 24 horas, la salud de Lucy comienza a decaer, por lo que deben trasladarla al hospital.La prensa hizo un festín de todo esto. Hasta ahora la noticia del embarazo no se ha filtrado, pero sí su delicado estado de salud. Han inventado de todo, incluso que tiene SIDA. Jerónimo ya está harto; ni bien Lucy y su bebé estén bien, va a demandar a toda esa miserable prensa, que lo único que ha hecho es deprimirla aún más.El corazón de Lucy está muy mal. Para que ella esté tranquila, está sedada, pero cada minuto que pasa su corazón se debilita más y su pulso baja. Finalmente, Daniel decide llamar a Jerónimo a su consultorio y hablar muy seriamente con él:—Jerónimo, no sé cómo decirte esto.—Dime lo que sea, Daniel. ¿Lucy está muy mal? —pregunta Jerónimo, destruido, al borde de las lágrimas. Hace días que no duerme, no se mueve del lado de Lucy, solo se va a su casa para bañarse, y en ese momento siempre se queda Juan Manuel, par