Ha pasado una semana desde que el doctor ha estado evaluando a mi madre. En dos días estará operándola, y ella aún no sabe de mi existencia, y es mejor así; no es el momento adecuado. Me he mantenido algo distante para no arriesgarme a ser vista por ella. Su condición es muy delicada. Mr. Jefferson no se ha separado de ella en ningún momento, eso es lo que me mantiene algo relajada.
Por la oficina las cosas no andan muy bien, desde el incidente de la última vez las cosas han estado algo complicadas. Han venido varios agentes para hacer la investigación. Kanji regresó hoy del viaje, pero todo ha recaído sobre mi por ser dueña de la empresa. A pesar de que no han encontrado nada, no han detenido la investigación. Akira me ha acompañado en todo el proceso, pero no es mucho lo que se pueda hacer. Él ha estado atendiendo directamente a los agentes, tenemos que permitir quA la mañana siguiente nos presentamos a la corte, la cita era en una hora, aún teníamos tiempo demás. Estaba acompañada de Akira y Kanji, esperando el momento para encarar a los Huswan. Cuando llegaron no podían acercarse, se mantuvieron a lo lejos, viéndonos con una sonrisa llena de malicia, que en una hora se les borraría.Vi al agente de la policía que estuvo en la empresa realizando la investigación, y sentí curiosidad al ver que cuando nuestras miradas se cruzaron, cambió su semblante a uno serio. Sonreí como si nada estuviera pasando.La hora llegó y como dijo Kanji, todo salió como tenía que salir. Abrirán una investigación a la empresa de los Huswan. Fueron sancionados por una suma muy alta de dinero. Les tocará pagar todo lo que hicieron, ahora las cosas se pondrán color de hormigas. No encontraron pruebas de n
—Nada, querido. Debes recordar que él es el agente encargado de la investigación de los Huswan— me levanté y caminé hacia Akira.—Eso fue todo por hoy, Srta. Tsukino. Gracias por su cooperación. Permiso— el agente se levantó y salió de la oficina.Akira se veía algo incrédulo, y eso me estaba preocupando.—¿Podemos ir a almorzar? — le pregunté, tratando de convencerlo y que se olvidara del asunto.—Sí, corderito. Arreglaré unos asuntos con Kanji y ya regreso.—Esta bien, te espero— me quedé en mi oficina y Akira salió.Estoy segura que no se creyó ni una sola palabra. Engañar a Akira es casi imposible.Salimos a almorzar a un restaurante privado luego de lo sucedido, y se veía más tranquilo. Quería pens
—¿Se encuentra bien, Señorita?—Sí, lo estoy. Gracias por haber interferido, aunque lo más probable tengas problemas ahora con Akira.—No podía permitir que sucediera eso. Permítame ayudarle—me ayudó a levantar.—Llévame a la casa, por favor.—Como ordene, señorita.Dio el día de la operación de mi madre. No había visto a Akira en la oficina, ni por ninguna parte. Le he dejado el espacio que quiere, sé que cuando está molesto siempre hace lo mismo, y estoy consciente que lo mejor es dejarlo solo. No puedo negar que siento las ganas de correr a su lado y besarlo. Quisiera arreglar las cosas con él, aún sabiendo que él fue quien se pasó de la raya.El médico nos informó que la operación fue todo un éxito. Me encontraba mu
Quería irme de ahí, pero al verlo desmayarse, no tuve la fuerza de hacerlo. Arreglé mi ropa interior y caminé lentamente hacia él. Tenía miedo de que despertara y me atacara otra vez. Estaba en lágrimas por el dolor que sentía, jamás me había hecho algo como esto. No creo que el alcohol lo haya puesto tan agresivo. Otras veces ha tenido razones para molestarse, pero no creo que esto lo haya hecho ponerse así. Parecía el diablo en persona.Me arrodillé quejándome de dolor y toqué su frente. Estaba hirviendo, su cuerpo estaba muy caliente. Se veía sudoroso y pálido. Estar tan cerca me tenía nerviosa, mis manos estaban temblando. Debo llamar a una ambulancia o al chófer, Akira no puede estar bien. Abrió sus ojos y me puse más nerviosa. Me arrastré tratando de alejarme de él. Escuché cuando se levantó
Mis piernas estaban temblando al verlo ahí parado mirándome fijamente. No sabía ni qué hacer, los niños están en el jardín, tengo que mantenerlo lejos de ellos.—¿Qué haces aquí, Akira? Vete, por favor— se quedó en silencio y caminó hacia mí, así que fui retrocediendo lentamente. Sentía ganas de correr, pero no tengo a donde ir.—Vamos al cuarto— me cogió la mano y me hizo caminar a su paso. Sus manos están muy calientes, este no es el Akira que conozco.—No, por favor.—Camina— me llevó al cuarto y me empujó a la cama.—Te lo suplico, no hagas esto otra vez — se abalanzó sobre mí y se acomodó entre mis piernas, evitando que pudiera cerrarlas—. No más, por favor— le pedí en lá
—¿Qué dijiste?— me respondió con un beso, antes de levantarse de la cama. Retomó su postura y se puso serio.—Perdóname, mi corderito— su cuerpo aún no se veía estable, estaba temblando y sus ojos se veían llorosos. Se subió el cierre y caminó a la puerta—. Cuídate, lisa— ni siquiera me miró a la cara, bajó la cabeza y con una última sonrisa fingida se fue.—¿A dónde vas? — le pregunté, tratando de levantarme de la cama. Mi cuerpo estaba lleno de moretones y chupones. Sin contarel olor que tenía de él. Busqué mi ropa interior y me la puse.Caminé rápidamente a la entrada, pero el auto de Akira ya no estaba. ¿Eso que significó?Subí de vuelta al cuarto y busqué el teléfono, lo llamé en m
—Realmente me molesta, si no fuera el padre de tus hijos, ahora mismo le hubiera dado lo que se merece. Hubiera roto el maldito trato que habíamos acordado, y estuviera muerto ahora.—No, no vale la pena. Gracias por decirme las cosas, Kanji. Te lo agradezco mucho. Has sido el único real que me ha apoyado hasta ahora—fingí una sonrisa para no mostrar el nudo que estaba en mi garganta. Me levanté de la mesa y él hizo lo mismo. Necesitaba descargar mi tristeza, pero no quería que él lo presenciara. Quería estar sola y quise irme, pero Kanji lo evitó. Me agarró de la mano y me llevó al pasillo frente a las puerta del baño del restaurante, puso sus dos manos en mi hombro para que lo mirara.—No te dejes atormentar por algo que no tuviste la culpa. Como bien dijiste, no vale la pena.—Lo sé, me iré a la casa— Kanji me
Me quedé en la oficina por unas horas, haciendo informes y encargándome de las entrevistas de los nuevos empleados. El estar en la empresa me tuvo la mente ocupada, me sentía cansada y quise irme a la casa. Kanji se quedó con los últimos que faltaban y preferí irme. Llamé al chófer y pasó a recogerme.—¿Realmente no sabes nada de Akira?— le pregunté al chófer al subirme al auto.—No, señorita.—De ahora en adelante trabajarás para mí, estarás bajo mis órdenes. Tu nueva jefa seré yo. De hoy en adelante, haremos de cuenta que jamás existió o que está muerto, ¿Estoy siendo clara?—Sí, señora.—Y si ese ser se comunica contigo, te prohíbo a dar información de nosotros. Si quiere información que venga d