Akira
—Queda cancelado la entrega de la hija de Kaiza. Ese viejo me ayudará a dar con el paradero de Kanji.—Entendido.—No le hagan nada la chica, que se sienta como en casa— mi teléfono sonó—. Hablando del rey de Roma.—¿Cuándo planeas entregarme a mi hija, desgraciado? Te di toda la información que me pediste.—Hubo un cambio de planes.—¿Qué? No me jodas. ¿Por cuánto más piensas utilizarme?—Eso depende de ti y, de cuán eficiente seas.—Eres un cabrón, Akira. Pagarás por esto.—Ahorra las amenazas para luego. Tu objetivo será muy sencillo; me entregarás a Kanji Carter.—¿Te has vuelto loco? Eso es demasiado.—Entonces ¿LaLisa—¿Dónde está, Akira? —le pregunté a la empleada.—Está en su estudio, Srta. Lisa.Escuché la voz de Akira un poco molesta, dándole órdenes a sus empleados. ¿Qué podría estar diciéndoles? Me acerqué lentamente a la puerta, cuando la abrieron y me sobresalté.—¿Qué haces aquí, Lisa? —preguntó Akira.—Solo estaba buscándote.—Eso es inusual. ¿Por qué simplemente no entraste y preferiste quedarte ahí, escuchando mis conversaciones? — burló.—¿Por qué no te mueres, idiota? — le di la espalda, y seguí caminando.Es imposible hablar con él cuando está de esa manera. Lo mejor era irme.Ha estado muy ocupado últim
Llegamos a un edificio que, por su apariencia por fuera parecía haber estado abandonado. Había varios autos y hombres alrededor del lugar. Este lugar me hacía sentir muy incómoda. Los recuerdos de esos días pasaron por mi cabeza. La idea de ver a Kanji luego de todo lo que ha pasado, me desconcierta. La situación ha cambiado. Ya no soy yo quien está en esa posición. Necesitaba fuerzas para poder enfrentar la realidad.Cada paso que daba en este lugar me producía asco. Este lugar parecía un matadero, justo como aquel oscuro lugar. Me hacía recordar ese sitio que tanto quiero olvidar. Las paredes oscuras, igual a ese cuarto que me tenía Kanji. Sentía ganas de huir, pero no voy a dejar pasar la oportunidad de torturarlo; de hacerle pasar por los mismos abusos que él me hizo vivir. Por encima de quién sea, seré yo quien le haga pasar los peores días de su v
Akira llamó a uno de sus hombres para que sujetara en cuatro patas a Kanji, mientras que le ponían una pierna en la espalda ejerciendo presión hacia enfrente, para que no se moviera. Colocó la punta de la botella de cristal en el ano de Kanji, mientras ejercía un poco de presión.—Debes relajarte un poco, Carter o harás que se rompa y tener el culo lleno de vidrio debe ser realmente doloroso—dijo en tono de burla, y continuaba entrando la botella.Kanji forcejeaba en el suelo, sin poder casi moverse.—Ya me cansaste— se levantó y puso la botella fuertemente en el ano de Kanji, y puso su pierna haciéndole presión a la botella y comenzó a darle patadas.Podía ver cómo la sangre goteaba por su entrepierna, acompañado de esos quejidos de dolor. Me arrodillé y lo miré a la cara, mientras que Akira segu&
Comencé a sentir un poco de incomodidad. Los hombres de Akira lo golpearon y abusaron de él entre todos ellos. Salí de la habitación intentando tomar un poco de aire fresco. Me estaba sintiendo un poco mareada. No contaba con que Akira me seguiría.—¿Te mando a la casa? — me giré, y se me quedó viendo.—No, no quiero. No hasta que termine con él — se acercó, y retrocedí—. No te acerques más a mí — solté cortante.—Entonces ¿quieres que los detenga? —preguntó, como si viera a través de mí.Sentía asco, no es que me importe su sufrimiento, pues a él no le importó el mío, pero la idea de ver esa escena me fue muy asqueroso.—Detén esto— desvié la mirada.—¿Sientes remordim
Ha pasado aproximadamente seis largas semanas desde la muerte de Kanji. Aún tengo pesadillas con la muerte de él. Akira no ha regresado a la casa desde entonces. Me han dicho que ha estado atendiendo sus negocios. He seguido con el tratamiento, aunque no sé en realidad ya porqué lo continúo. Antes, cuando él no estaba en la casa me sentía aliviada, pero ahora las cosas han cambiado. La casa se siente sola, sus empleados casi no están. Esta vida es realmente aburrida. Quisiera salir, distraer mi mente, pero al él no estar, debo quedarme aquí. No debe ser un peligro salir, pues Kanji no será un problema.Caminé a la entrada de la casa cuando me encontré al chófer.—¿Será que puedo salir?—Sí, Srta. Lisa.—¿Y eso? Es muy inusual que respondas tan rápido.—Akira me dio
Akira me llevó a conocer a varios empleados.—Quiero presentarles a mi nueva asistente y mi prometida, la Srta. Lisa Xiao. Estará desempeñando ese puesto de hoy en adelante. Necesitaré que la ayuden a organizarse y le muestren los alrededores y todo lo que tenga que ver con la empresa. Deberá conocer a sus compañeros y, más aún, socializar con los vendedores y socios; ya que estará a cargo más adelante de ellos. Pueden irse presentando mientras le muestran el manejo de la empresa. Deberán tratarla bien, no quiero quejas. Tengo unos negocios que atender, se las encargo—diciendo esto salió de la oficina.—Mi nombre es Yuji, era la asistente del Sr. Akira, es un placer tenerte con nosotros. Él es Atsushi, encargado del departamento de ventas y, él es Arata, encargado del departamento de transporte de equipos.—Mi nombre es Lisa
He leído suficiente por hoy. No quiero quedarme tanto rato en la oficina. Akira salió y no ha regresado. Su agenda no dice que esté en ninguna reunión, lo más seguro ya está en la casa o divirtiéndose. Será mejor que me vaya de una vez. Al salir de la empresa, el chófer estaba esperándome; supuse que Akira le avisó.—¿Cómo le fue, Srta. Lisa? —preguntó abriendo la puerta del auto.—Muy bien, supongo.—¿Necesita ir a otro lugar antes de llegar a la casa?—No, no creo.—El Sr. Akira no podrá llegar esta noche a la casa.—No sabes lo feliz que eso me hace.—¿Quiere tomar un café, señorita?—Sí, lo necesito.Llegamos a la cafetería y estuvimos un tiempo en silencio.<
AkiraSufrí un atentado hace una hora y logré atrapar a uno de ellos.—Me encantaría poder hablar contigo un rato, pero estoy corto de tiempo. ¿Quién te envió? — me miró fijamente, y guardó silencio—. Al parecer le comieron la lengua los ratones. Tráeme una cuchilla para asegurarme.—Aquí tiene, señor— le arrebaté la cuchilla a mi empleado.—Sujétalo. Ahora di “Ah”— forcé su boca, y forcejeó.—¡Fue el Sr. Kaiza! — gritó —. Por favor, no me haga esto.—Es un dato muy interesante. Para que veas lo agradecido y generoso que me siento, haré que te maten sin dolor — lo solté—. Encárgate de él, Keita.—Sí, señor.Al terminar con el hom