Disputa

Desperté a la mañana siguiente con el timbre del teléfono. Mi cabeza dolía y me sentía algo mareada. Akira ya estaba despierto y vestido, como si fuera para alguna parte. Estaba sentado en el borde de la cama.

—No planeas irte sin mí, ¿Verdad?

—Buenos días, corderito— evadió la pregunta.

—¿Me puedes explicar por qué me drogaste?

—Un buenos días no creo que cueste nada, ¿O sí?

—Buenos días, mi amor— fingí una sonrisa —. ¿Ahora podrás responder mi pregunta?— Akira rio descaradamente

—Te has vuelto obediente, preciosa.

—¿Y por eso te burlas?— se quedó en silencio y sonrió. El teléfono volvió a sonar, ya había mucha insistencia.

La cara de Akira mos
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