Después de muerta

Al despertar pude percibir el perfume de Akira, al abrir mis ojos pude ver que se despertó antes que yo. Se estaba vistiendo para ir a trabajar, no quiero que se vaya, pero sé que debe irse. Estaba sentado en el borde de la cama arreglando su camisa, me acerqué lentamente y lo abracé por la espalda.

—Buenos días—lo abracé fuertemente. Cuánto quisiera que se quedara, pero pedirle eso complicaría las cosas.

—Buenos días, corderito. Dormiste como una Diosa, ¿Eh?

—Cuando estás conmigo me siento tranquila, supongo que es eso.

—¿Hoy mi corderito está honesta?

—Hueles muy bien, Akira—me acerqué a su cuello y suspiré.

—No deberías hacer eso, o no respondo de mi, lisa.

—Iré al baño—me levanté y fui al baño
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