—¿Qué piensas hacer?
—¿Alguna sugerencia?— sentir la frialdad del arma en mi cuello, era desesperante.—Ya detente, no hagas esto más— le supliqué.—No me mires con esa cara, porque siento tantas ganas de destruirte en este momento y no sería divertido— bajó el arma y se acercó nuevamente a mi cuello—. Que bien hueles.—Si vuelves a hacer esto, no te lo perdonaré nunca.—No me perdones, no necesito tu perdón—tiró el arma al suelo y arrancó parte de mi camisa de un tirón.—¡Eres una bestia!—Si, tú me vuelves esto que soy—me empujó a la pared. Quise aprovechar la oportunidad para huir, pero me sujetó por la cintura pegándome a la pared.—¿Se te olvida que estoy em—Mr. Jefferson, ¿puede ayudarme?—me asomé por la puerta para llamar a Mr. Jefferson. ¿Realmente tengo que salir así? ¡Maldito Akira!—¿Qué sucedió contigo? ¿Qué te hizo Akira?—No quiero hablar de eso. ¿Tiene algo con lo que pueda taparme—le pregunté a Mr. Jefferson. Akira no dejaba de mirarme.—Yo me encargo. Toma— respondió Akira, quitándose el traje. Caminó a donde mí y me lo puso por encima.—Ahora hueles a mi, ¿No te excita eso?—dijo en un tono sarcástico.—¡Idiota! —seguí caminando para no mostrarle mi molestia.Akira—¿Qué se traen ustedes dos? Mira las condiciones con las que salió lisa y tu estabas molesto con ella hace un momento, y ahora e
Akira ha estado fuera de la casa todo el día, cuando al fin siento las fuerzas para enfrentarlo esto sucede. Si lo llamo y le digo que quiero verlo sería demasiado obvio de que algo estoy tramando. Tuve una idea, quizás si me arreglo y le digo que voy a salir con mi amiga, quizás haga que él regrese a la casa. No sería tan obvio, supongo; al final de cuentas he estado encerrada todo este tiempo y es muy aburrido. Me bañé y me arreglé para llamarlo. Estaba algo nerviosa, pero no voy a permitir que se de cuenta.Llamada telefónica—Seré breve. Mi amiga me invitó a comer, ¿Será que me dejas salir?—No, no tienes mi permiso.—Pero Akira...— me interrumpió antes que pudiera decir nada más.—No vas y punto.—He hecho todo lo que has querido, me has tenido encerrada p
—¿No vas a disparar?— preguntó Akira sonriendo.—¿Y creíste que lo haría?—No, parece que las prácticas no fueron suficiente.—Más bien no quiero hacerlo.—¿Por qué? ¿No somos enemigos ahora?—No, no te veo como eso. ¿Tu si?—Puede ser— su mirada no lucía molesta, quiero creer que su orgullo es quien no deja que admita lo que siente.—Puedes disparar tú si quieres— tiré el arma al suelo.—Que descuidada, tiras el arma quedándote indefensa frente a tu enemigo.—No estoy desarmada, querido.—Ah, ¿sí?— me acerqué a su cuello, y lo besé.—¿Así qué crees que eso va a ayudarte de algo, corderito?
Estuvimos hasta que ya no podíamos más.—Lisa, tengo que hablar contigo. Quiero dejar claro del por qué he estado actuando de esta forma.—¿Qué quieres decir?—Hay ciertas cosas que no sabes, no sé cómo descubrieron que estoy en este estado. Sufrí un atentado ayer, verás que tengo muchos enemigos, preciosa.—¿Por qué no me habías dicho nada?—No quería preocuparte.—Aunque estemos en malos términos, estamos casados y tú debiste haberme dicho.—Lo siento, no quería preocuparte por algo insignificante.—¿Insignificante? Cualquier cosa que tenga que ver contigo para mí es importante. ¿Cómo me pudiste ocultar algo tan delicado?—No volverá a ocurrir, lisa.&mdas
—Quiero que te quedes en la casa y no pongas resistencia, lisa, ahora más que nunca debes hacerme caso.—Esta bien, si eso te hace sentir tranquilo, pero quiero que tú también te cuides. No quiero que te pase nada.—Lisa, si algo llega a pasarme… — interrumpí antes que pudiera decir una estupidez.—No te va a pasar nada, ¿Acaso eres demasiado imbécil como para dejarte matar por esa rata?—No se trata de eso, lisa.—Así es como lo veo. Eres un hombre fuerte, siempre lo has sido y no creo que pierdas ante semejante rata. No pienses en cosas negativas. Vamos a salir de esta juntos. No es mucho lo que sé hacer, pero quiero protegerte de la misma forma que tú nos proteges a nosotras. Permíteme estar a tu lado ahora más que nunca— me molesta ver a Akira de esta forma, me duele el alma al saber q
—¿No estás feliz de verme, hijo?— este viejo está provocando a Akira, y si pierde el control, vamos a terminar muertos. Me acerqué lentamente al oído de Akira.—No lo escuches, mi amor. Recuerda que solo quiere lastimarte, no permitas que logre lo que quiere.—¿Qué tantos secretos se guardan ustedes dos? — el padre de Akira se quedó mirándome, con una sonrisa maliciosa.—Han pasado muchos años, no imaginé que me extrañabas tanto como para buscarme personalmente— Akira sonrió como si nada estuviera pasando.—Cada vez que estaba tan cerca de encontrarlos, salían huyendo. Ahora no tienes forma de hacerlo, ¿Me equivoco?—¿Cómo voy a huir? Tengo en frente a mi adorado padre, ¿Crees que quiero irme ahora que tengo el honor?—Baje
El viejo se acercó a él y puso su pie en la pierna de Akira.—¿Aún sigues odiándome por lo que le hice a tu puta madre? Se lo merecía esa vieja, nunca cumplió con su papel de esposa. Era una buena para nada.—¡No le digas eso, maldito viejo! — ¿cómo no puede sentir culpa por lo que le hizo a su esposa y a Akira? Es un cerdo sin corazón. No podía moverme del suelo. El hombre que me jaló el pelo y me tiró, me puso la pierna en la espalda, obligándome a quedarme en el piso.—No sabes lo feliz que estaba cuando pude callar por fin a esa vieja tonta, así mismo voy a acabar con tu esposa, Akira. Quiero ver qué expresión vas a poner cuando pases por segunda vez por lo mismo. Esa chica que está ahí parece mucho a Eva, ¿Es por eso que cambiaste? Muchos socios hablaban de ti como si fuer
LisaHa pasado un largo tiempo y aún no ha venido el viejo o alguien de sus hombres. A este paso no podré hacer nada por Akira. Intenté forcejear para soltarme, pero está muy fuerte para poder soltarlas. Escuché la puerta y dirigí mi mirada a ella, dejando de forcejear con la soga que sujetaban mis manos. Vi a uno de los hombres con el arma apuntándome. No tengo tiempo para pensar.—Te mandaron a matarme, ¿No es así?— se quedó en silencio y cargó el arma.—Puedo pedirle una última cosa.—¿Quiere evitar que la mate?—No, la realidad es que no me importa.—¿Entonces? — me miró fijamente, apuntando el arma a mi dirección.—No quisiera morir sin haber cumplido una fantasía— fingí estar afligida. Pronunci