Capítulo99
En el asiento trasero del coche, después de ayudar a Manuel a subir, María pensó que todo había terminado. Sin embargo, no esperaba que los efectos de la medicina de Manuel apenas comenzaran a manifestarse.

—¡Manuel, no me toques!

Estaban en el coche, con Samuel conduciendo en el asiento delantero. ¡No quería que se representara una escena así en este lugar! Todo lo que salía de los labios de María era una mezcla de enojo y vergüenza.

Ella luchó por bajar su vestido, pero él lo subía. Lo bajó y él lo volvía a subir. Golpeó su pecho, lo pateó, pero no tuvo ningún efecto.

Desesperada, María dirigió la mirada hacia Samuel, el conductor, y temblando, le pidió ayuda: —Samuel, por favor, ayúdame. Llévalo al asiento delantero...

Dejar que él continuara con sus acciones...

No se atrevía a imaginarlo.

Pero pedir ayuda a otro hombre delante de él... ¡era como pedir la muerte!

Una mirada fría como una cuchilla de hielo fue dirigida hacia Samuel por parte de Manuel.

Samuel se encogió ligeramente,
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