Capítulo104
Desde que su padre se mudó de la antigua residencia de la familia García, María pasó tres o cuatro días seguidos sintiéndose débil, sin ánimos.

Su rostro, que ya era pequeño, se volvió aún más demacrado.

Manuel gastó una gran cantidad de dinero para contratar a varios chefs en los grandes restaurantes de Aurelia. Todos los días preparaba diferentes platos para que María los probara, pero su apetito era escaso, y los resultados no eran significativos.

La curación generalmente requería tiempo.

En estos días, Manuel la acompañó en el apartamento. Sin embargo, en ese momento, la empresa tenía una reunión importante y él debía asistir.

Con los dedos apretados en su frente, Manuel se acercó a María, levantó su barbilla y la miró fijamente. —Llamé a Daniela, dice que te puede acompañar de compras para relajarte. ¿Quieres que te lleve allí antes de irme?

María negó con la cabeza. —No es necesario. Tomaré un taxi.

Manuel ya no insistió y besó la pálida mejilla de María con sus labios delgados.
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