Christian ya se fue, hablamos un poco más, pero de cosas muy variadas, le recordé que debía pagar la luz y el agua, él me recordó que debía comer apropiadamente, fueron temas rutinarios de esposos, que en otras circunstancias habría considerado cualquier cosa, pero en un momento tan duro como el que vive nuestro matrimonio, es una pequeña esperanza de normalidad. Una enfermera entra a la habitación con su traje especial, la reconozco, es la amiga de Miriam, la enfermera que se le fue encima a Max. Desde que cruzó la puerta no dejo de mirarlo, si mal no recuerdo, también tuvo algo con él. Trae un carrito con mi almuerzo y la bolsa de Christian. Agradecí y dejó las cosas en la mesa de mi camilla. Se retiró en silencio y al cruzar la cabina de desinfección pude ver a través del espejo que se fue llorando. —¡Tienes muchas enamoradas, eh! —Le digo en broma a Max, aunque sé que está inconsciente. Me imaginé una supuesta respuesta pícara de su parte y sonreí, pero poco a poco se fue borra
Estoy corriendo, todo está oscuro y hay espigas de maíz demasiado altas a mi alrededor cubren todo y no me dejan ver en qué dirección voy, miro atrás y veo a Christian correr detrás de mí. Empiezo a correr con más fuerzas, estoy llorando y no entiendo por qué, quiero detenerme, pero tampoco sé cómo. Al girar mi cara veo a un hombre y ya es demasiado tarde para detenerme. Choco contra él. Caigo al piso y las espigas altas de volvieron un pasto corto y fino, era una pradera enorme, cielo azul, me deslumbra la luz, trato de ver y el hombre con quién me golpee es Max, desde el suelo empiezo a arrastrarme hacía atrás para que no me toque, pero tropiezo contra alguien más, Christian. De pronto todo se vuelve más y más claro, la luz no me deja observar nada. Despierto asustada, sudando, respirando agitadamente y con fuerza. Alguien está revisando mis pupilas con una linterna. Estoy confundida, tanto el maizal como el pasto parecían demasiado real, de esas veces que si no despiertas asegura
Han pasado cinco días desde que me transfirieron de la habitación que compartía con Max. Me han dicho que tiene una recuperación notable, pero como yo, se encuentra aislado, no sé qué podría ser más desesperante, estar solo mientras estás enfermo o encontrarte con perfecta salud, pero sin poder tener contacto con el mundo exterior. Todo sea por evitar que la cadena de contagio prolifere y enfermar a otras personas. Quizás me den cinco días de reposo más, pero ésta vez en la casa, no tengo ni idea de cómo podré superar cinco días seguidos con Christian. En todo el tiempo que logré estar sola lloré y reflexioné sobre muchas de las cosas que me atormentan, reconocer cómo me siento ante ellas... Primero, la muerte de Katty, tan pequeña e inocente, con una vida entera por delante, unos padres amorosos dispuestos a todo, pero sin manera de poder ayudarla. Si para ella el tiempo fue tan corto, que me hace pensar que tengo toda la vida para seguir aplazando mis sueños y deseos, cuánto más p
Recogí las cosas que tenía en la habitación y salimos juntos, como la pareja de casados que somos. Quizás algunos escucharon las disculpas de Christian aquel día, y pudieron hacerse ideas sobre lo que pasó, como se las hizo Max, quien concluyó de inmediato que me había sido infiel. Pero la verdad es que fue inevitable que las cosas se dieran así, y más en una circunstancia como esa, en enfermedades siempre está la familia, pero yo no tengo a nadie más. Cuando salimos de la habitación me percato de la presencia de los padres de Max al final del pasillo, están frente a lo que llama Christian "la incubadora gigante". Quisiera saber cómo está él, aunque estoy segura que debe estar mucho mejor, quisiera verlo con mis propios ojos. Sacudo esos pensamientos rápido, me dijo a mí misma que ellos se ven más tranquilos que la última vez así que debe estar muy bien. Su madrastra está sentada doblando con cariño ropa de él, se nota el amor que tienen por su hijo. Toco mi pecho y me duele, nunca
Esas palabras me tomaron por sorpresa, se supone que íbamos a hablar sobre el futuro, pero tocar el tema de los hijos era fuerte, pero lo entiendo, después del problema de las pastillas habíamos quedado en esforzarnos un poco más, aunque estoy segura de que no funcionaba por todas mis acciones para evitarlo, siempre me guiaba del método del ritmo o en casos extremos con las pastillas, si me sentía mal por mentirle, pero no me sentía lista para un paso así, el miedo invadía mi cuerpo. Quiero ir a terapia, sanar todo lo que deba sanar para tener hijos, recuerdo a la pequeña Katty y sus padres, fue una despedida tan dolorosa y estoy segura de que su familia no se arrepiente ni un segundo de haberla traído al mundo. Sé que tengo mucho amor para dar, debo ser valiente para poder darlo. —No pensemos en eso por ahora. —Digo suspirando. —Debemos concentrarnos en lo que está pasando en este momento, en restablecer la confianza que tanto estar años nos había costado construir. Te amo y sé que
El silencio se hizo presente, ninguno de los dos sabía que decir o cómo actuar, algo muy común últimamente. Sé escuchó el auto del vecino llegar a su casa, Sol se alteró y comenzó a ladrar, salió corriendo para ver la novedad y puedo juro que ese simple detalle me llenó el corazón, tranquilizó mi ansiedad, es tan hermosa y tan inocente, vive en un mundo alterno y hermoso. —Gracias. —Le dije con nostalgia a Christian mientras observaba a Sol ladrar al vecino, correr detrás de una mariposa y revolcarse en el pasto. —¿Por qué? —Preguntó aún con la cabeza baja. —Por todo, haber traído a sol, pintar la casa, el árbol, el helado. —Sonreí. —Por el vídeo también. — Aún no lo ves, Mónica. No sabes lo que hay ahí. —Dice dando un respiro. —No, pero sé que tienes la valentía para mostrarlo porque sabes que lo necesito. Eso lo admiro, estás poniendo mi deseo por encima de tu necesidad. Lo agradezco. —Dije empujando su hombro para relajarlo. Christian solo asintió con calma, se dedicó a obser
—¿renunciar? — Pregunta Christian sosteniendo mi cuerpo, aunque sigo en la silla. —¿Cariño, necesitas regresar al hospital? Fue un error mostrarte esto ahora, discúlpame. Simplemente no podía hablar, me faltaba el aire, estoy tratando de hacer respiraciones conscientes, tomé su mano con fuerza, necesitaba sentirlo cerca. No sé cómo superar lo que siento por Max sin tener que dejar el hospital. Pero es que me gusta, sé que me gusta. —Vamos a la cama, ¡vamos! —Dice elevándome y llevándome cargada, me acurruqué en su cuello, intentando sentirme segura, mantenía presionado mi pecho, como si tratara de evitar que se me cayera el corazón. —Ya vamos a llegar. —Dice mientras sube las escaleras conmigo a cuestas, se sentía la dificultad, pero, aun así, lo hacía muy bien, mantenía el equilibrio y también se notaba preocupado. —Ya puedes bajarme, subiré tranquila. —Le susurro. Realmente sentía que podría. —No. Yo te llevaré como la princesa que eres. —Dijo con tranquilidad. — Además, fui yo
Estaba justo frente a él, nos veíamos fijamente. Quería encontrar la respuesta a esa pregunta, porque si lo amaba, pero no sé si eso me estaba haciendo feliz últimamente. Sin embargo, ¿qué es una pareja sin subidas y bajadas en la relación? —Eres mi familia. —Dije resaltando lo obvio. Sonrió con dulzura. Se quitó el tapabocas y después quitó el mío, traté de sostenerlo con miedo, pero igual logró quitármelo. Besó mi frente, besó mejilla y luego mi nariz. Colocó su frente junto a la mía y cerré los ojos para sentir su aroma. —Cariño, eso no fue lo que pregunté. —Concluyó separándose. — Quiero saber si quieres continuar con el matrimonio después de que te sentiste solo por tanto tiempo y que yo terminé siendo el mayor idiota de todos los tiempos, te fui infiel. —Comenzó a frotar la mano en su frente, estaba avergonzado y a la vez estresado. —¡Es lo que dije! — grité, porque parece no entender que lo amo. —si voy a continuar, lo haré porque eres mi familia, una familia que no dejaré