Toluca, Estado de México.
La señora Mary ama de llaves de la casa de Álvaro preparaba la cena para la reunión que tendría en su casa el ingeniero.
Cuarenta y cinco minutos después comenzaron a llegar. Álvaro a recibir a los primeros invitados, tratándose de una reunión especial los nervios hacían estragos de los que ya se encontraban en la residencia.
Ernesto y Aline saludaron con efusividad a Álvaro quien los recibió con mucho cariño.
—Bienvenidos.
—Gracias, hacía tiempo no estábamos aquí—Ernesto miró el interior sintiendo una profunda nostalgia al sentir la ausencia de su hermana.
Tomaban de un aperitivo, cuando la abuela bajó las escaleras de la mano de Paula María, quien se mantuvo aferrada de su bisabuela sintiendo un gran nerviosismo al escuchar voces extrañas.
La pequeña externó una sonrisa a
Es el segundo reencuentro que atesoro después del rescate de Pau y ahora el de Ernesto con su mamá. Por otra parte a Arnulfo le ha costado mucho trabajo soltar su pasado, es momento de que retome su vida. ¿Nos hará caso?
Oaxaca, Oaxaca. Una semana después. Alondra terminaba de empacar algunos pastelillos que acaba de hornear para llevarlos a la oficina. Siendo viernes se iría a Puerto escondido a pasar el fin de semana, pero por alguna razón no deseaba hacerlo sola. Sacó su móvil, entonces encontró un mensaje de Azul, la joven detectó una profunda tristeza en el texto, sin pensarlo más la llamó. Después de escuchar la nostalgia de su amiga ante su soledad. No se pudo resistir a decir en donde se encontraba, además de invitarla a pasar unos días. Azul se decidió a viajar el fin de semana, reservó su vuelo a la ciudad de Oaxaca, para reunirse con Alondra. Una hora después llegó hasta la chocolatera, con una hermosa sonr
Ciudad de México. Farah se encontraba en su habitación, enviando un mail a Mark, su gran amigo y socio de Canadá. Justo cuando lo terminaba su móvil timbró un par de veces, al desbloquearlo observó que era una llamada de un número desconocido. Al responder, se paralizó al reconocer esa voz: «Mi querida Faran, no tienes una idea de lo mucho que me costó localizarte, pensaste que no me iba a enterar que ya no te encuentras en Canadá, deberías saber que para mí no hay imposibles, —Azahar —Farah pronunció ese nombre con la voz temblorosa. —Así es querida mía—el hombre sonrió al escuchar su voz llena de mie
Meses antes: Amanda se encontraba en el escondite de Juanjo, preparándose para desquitarse de la emboscada a la que fueron sometidos, deseaba tanto poder vengarse de haberle quitado a su único lazo que la unía a Álvaro. Pero algo la hizo desistir de seguir a lado del atractivo delincuente, cuando por accidente escuchó una conversación entre Juanjo y lo que quedaba de sus hombres. —Agarraron al rojo —otro sujeto explicó—, estuvo a punto de m****r pal otro mundo a la mocosa, pero llegó el riquillo y lo evitó, le puso una golpiza hasta que la policía se lo llevó. —Ojalá la hubiera exterminado—Juanjo siseó molesto—. Mi única carta que tengo por el momento es Amanda, pero esta no le interesa al riquillo, mientras me dé lo que necesito seguirá con vida. A la que me urge encontrar es a mi Alondrita, ¿cómo es posible que no tengan noticias de ella, no se la pudo tragar la tierra —esbozó fur
Un par de días después Azul y Alondra se encontraban en el CAM cada una tomando terapia por su cuenta, ya que desde la primera vez que fue Azul a visitarla comenzó a viajar con frecuencia, para allá, pasando por lo regular entre cuatro o cinco días con ella. Escuchando las necesidades de las personas que acudían víctimas de tantas situaciones de maltrato, además de situaciones económicas complicadas decidieron hacer algo para poder apoyarlos. Cuando ella iba a visitarla trabajaban en ello, aunque Alondra ya había comenzado a enseñarles a preparar repostería se veían limitadas por la falta de dinero. Ya que deseaba poder emprender un negocio para ofrecer empleo. —Puedo buscar patrocinadores —Azul propuso a su amiga. —No es mala idea, así podríamos equipar el lugar —respondió Alondra. —Dios. Alondra escuchó decir a Azul. — ¿Qu
Álvaro se alejó para hacer un par de llamadas tardando unos minutos, en cuanto las concluyó regreso con ellos. —Hice una reservación para ir a cenar, por favor Azul acompáñanos —solicitó. —Está bien. Una vez reunidos en el restaurante que Álvaro acababa de adquirir, se dirigieron a una sección privada. —¿Cómo es que sabes en dónde se encuentra? —preguntó Ernesto con angustia. —Ella me contacto hace casi un año. —Azul presionó sus labios en una línea—yo… comencé a visitarla desde entonces. —¿Andrés lo sabe? —Álvaro cuestionó teniendo ciertas dudas. —No, por supuesto que no, no debe enterarse, por favor —suplicó la joven mirando a los presentes. —No te preocupes él no lo sabrá, ¿cómo has hecho para ir y venir, sin que lo note? —preguntó Aline. —Andrés casi no está en casa, viaja mu
Alondra estaba reunida con sus compañeros de terapia, se encontraban en sesión, sin embargo, había algo en ella que desde que despertó, una sensación de profunda nostalgia la invadió. Toda la mañana en la oficina permaneció ensombrecida por la tristeza, habló poco interactuando de forma escasa con sus compañeros. Emilio la observó extrañado al ver sus ojos apagados, pero desde la última vez que había estado en su casa ante su rechazo, prefirió mantener la distancia. Pensó que haciendo eso quizás ella fuera quien lo buscaría, pero se dio cuenta que se equivocó. Alondra lo saludaba de la misma manera que lo hacía a diario al igual que a todos. Eso lo desconcertó haciéndolo perder la esperanza que albergaba de comenzar una relación con ella. Durante la terapia grupal no fue la excepción tampoco compartió nada, solo se dedicó a escuchar sobre los avances que habían tenido sus compañeros. Al salir
De inmediato se movió con agilidad, corriendo hacia ella para sostenerla entre sus brazos y evitar que se diera un fuerte golpe. En cuanto la estrechó dirigió su mirada hacia su rostro en ese momento observó la capa de sudor que la cubría. Caminó cargándola hasta su cama, al recostarla, la joven comenzó a reaccionar, quejándose debido a la alta temperatura que tenía, además de los grandes ataques de tos que recurrían. Situación que a Álvaro preocupó. A continuación, volvieron los delirios de los que ya había estado emergida desde que llegó al hotel y se recostó. Justo como cuando enfermó en la casa de él. Balbuceaba cosas que él no comprendía, además de observarla tratando de respirar con dificultad. Álvaro tomó de inmediato el teléfono, para solicitar que un médico la asistiera. Mientras llegaba corrió a la ducha para humedecer una toalla facial y colocársela sobre su frente. Se sintió tan impotente al no poder au
Estiró su mano para recibir el medicamento, mientras él destapaba la bebida, colocó las pastillas en su boca y dio un trago. Se recargó sobre las almohadas cerrando los ojos. Álvaro se sentó en el sillón que estaba frente a la cama, observándola. Alondra cambió de posición intentando buscar un mejor ángulo para que no retumbara más el dolor que tenía. Se acurrucó en la cama, en ese momento sintió como le colocaba una cobija. —Cuando te vayas cierra bien. Álvaro sonrió al escuchar la forma tan amable que tuvo para correrlo. —Descansa— Besó su frente. La piel de la joven se enchinó al sentir sus labios sobre ella. Minutos después, no pudo evitar abrir los ojos para revisar si se encontraba aún ahí y así fue, estaba sentado en ese sillón, recargando la cabeza sobre el respaldo dormitando. Entonces cerró los ojos y durmió profundo.