«Aunque incluso en lo más oscuro de la noche, la promesa de un amanecer, atrae»…
Anónimo.
El sonido de la alarma de su despertador, la hizo abrir los ojos de manera abrupta, se giró en torno a su móvil, para ver la hora que era, las 5:30 am, resaltaba en el reloj. Hacía tanto que no descansaba en la comodidad de una cama cómo en la que se encontraba. En realidad, no tenía ni un solo recuerdo de haber pernoctado so
Dos semanas después…Con la ayuda de Álvaro, Alondra logró que Ernesto entrará en los gastos de su seguro médico por lo que pagaría una cantidad mensual fija, estaba tranquila, en ese aspecto. Por otro lado, se encontraba buscando una habitación en renta para poderse mudar y no ocasionar más molestias. Entre el hospital, su trabajo y la escuela no le quedaba mucho tiempo.Álvaro trataba de apoyarla lo más que podía, cuidaba que se alimentara, que descansara, la ayudaba a estudiar, explicando las cosas que se le complicaban en la universidad.La joven se encontraba en la sala de espera, concentrada repasando cuando escuchó su nombre.—Alondra.Ella levantó la mirada al identificar esa voz.—Vaya hasta que se dignan en av
El amor verdadero, siempre vuelve, por muchas que sean las dificultades, el tiempo y la distancia, que nos separe, el amor si es verdadero, siempre estará ahí para ti.Parecía que las cosas iban mejor para Alondra, su familia no la había vuelto a molestar. Ernesto se encontraba delicado, pero estable. En el trabajo de su hermano, su directora de oficina, mostró gran preocupación e interés hacia él, por lo que ella sabía que conservaría su empleo.Acababa de mudarse a un pequeño, pero cómodo departamento, en donde podía vivir con tranquilidad, poco a poco lo iría amueblando a su gusto, este se encontraba cerca del apartamento de Aline, en la misma colonia ‘Condesa’.Día tras día se daba sus tiempos para visitar a Ernesto. Álvaro se habí
Un mes después… Alondra dormía de manera tranquila, regresaba de haber visitado a Ernesto, siendo domingo pudo dedicarle todo el día a él, aprovechó para realizar sus tareas, ahí mismo. Álvaro la llamó para decirle que saldría a visitar a su familia, que estaría incomunicado, por la zona en la que viajaría hacia Toledo, le explicó que le habían dado un par de días, que deseaba descansar un poco. Su madre residía a veinte minutos de la ciudad. Finalizó su conversación con él y se recostó, en cuanto su cabeza tocó la almohada cayó rendida. Una llamada a las 12:00 am la alertó, observó su móvil, entonces vio que se trataba de Nora, la enfermera con la que había hecho una muy buena amistad, «Ernesto», fueron sus primeros pensamientos, levanto su móvil de manera nervios. —Sí, diga —la voz le tembló al pronunciar esas palabras. —¿Cómo? N
Karla sonrió de forma perversa y sin piedad comenzó a cortarla, lo más pegada a su cuero cabelludo. — ¡No! —el grito desgarrador que dio, fue inútil. En cuanto terminó de cortarle el cabello, Karla lo tomó y lo elevó en su mano, como si de un trofeo se tratase. —A ver si así dejas de ser esa presumida, arrogante, que se siente miss universo. —Enarcó una ceja, sonrió sintiéndose victoriosa por su logro. —Me duele mucho esto que te pasó belleza, pero necesitabas una lección—Juanjo estampó sus labios sobre los de ella, quien no hizo nada por defenderse—. Así me gustas, obediente mi chica. Una vez que se fueron, Alondra se quedó inmóvil en el suelo durante mucho tiempo, no podía creer que las cosas se juntaran y cayeran sobre ella de manera abismal. Se colocó en posición fetal durante el tiempo que estuvo tirada en el piso. Cuando tuvo
Quince días atrás, diciembre. Luego de regresar de ver a su familia. Álvaro pudo comenzar a leer los correos que tenía acumulados, trataba de hacerlo lo más rápido posible, antes de iniciar con el proceso de certificación. Estaba por cerrar su móvil cuando observó uno que llamó su atención «con asunto ‘piedras en el zapato’», enviado por Raúl, tenía fecha de una semana atrás, en dónde le expuso a grandes rasgos la situación en la reunión que tuvieron con Benjamín. Justo cuando estaba por responder, lo llamaron para empezar con el curso, trataba de estar atento, pero su mente comenzó a viajar, sintiéndose inquieto, algo dentro de él le hizo tener la necesidad de comunicarse con Alondra. Mientras estaba sentado movía la pierna constante, deseando que terminara ya, así tuvo que aguantar para el horario de la comida, la cual se prolongó hasta las 4:00 de la tarde. En cuanto pudo salir del audi
A la mañana siguiente. Cuando despertó Alondra, una maleta se encontraba en la entrada de su habitación, pudo reconocer que se trataba de sus cosas, no entendía por qué, pero agradeció que estuvieran ahí para poderse duchar y cambiarse de ropa. Miró el reloj del muro que había en la habitación, las diez de la mañana, se sorprendió al ver lo tarde que era. Entonces se levantó a prisa, se dio cuenta que traía puesta la chaqueta de Álvaro, tomó un lado de esta y la acercó a su nariz, aspiró su aroma era curioso, pero sentía que toda la habitación olía a él. Una vez cambiada, se dirigió a la planta baja, observó a Álvaro sentado en la sala, se veía pensativo, quizás preocupado, era una faceta nueva en él, ya que proyectaba por lo regular una gran seguridad. —Buenos días. La voz de Alondra lo sacó de sus pensamientos. Giró en dirección a ella de inm
Inicio de semana. Lunes. Un comité de bienvenida esperaba a Álvaro en el último piso del edificio de las lujosas oficinas. Había pancartas, globos, bocadillos, bebidas y champagne. Para celebrar la bienvenida del nuevo presidente a nivel Latinoamérica. Eran las 9:30, Benjamín estaba con los nervios de punta, para suavizar los cambios con los que él se encontraría a su llegada, había organizado esa ‘bienvenida’, escudándose de los mejores empleados de Álvaro. —Señorita Briseño vuelva a marcarle, hace más de una hora que debía estar aquí. Álvaro llegó más tarde, el rostro de Benjamín se desencajó al verlo ingresar en compañía de Alondra y Raúl. — ¡Sorpresa! Escuchó de la voz del equipo con quien trabajaba. —Muchas gracias por tan bello detalle —respondió con una enorme sonrisa Álvaro. Degustaron
Eran las 8 de la mañana, de un domingo 6 de enero. Alondra se arreglaba sentada frente a su tocador, para salir al hospital a visitar a Ernesto, se colocaba sus aretes, cuando tocaron a su puerta. — ¿Puedo pasar? —Álvaro preguntó. —Claro, adelante —Alondra sonrió, al escucharlo. La puerta se abrió y entonces vio que se asomaba una caja con una muñeca, ella no alcanzó a comprender lo que sucedía, hasta que él se dio paso, con el objeto sujetándolo con sus manos y una bolsa de regalo colgando en uno de sus brazos. Álvaro se acercó, colocó las cosas sobre su cama, extendió su mano para ayudarla a levantarse. Una vez que ella estaba de pie, la haló hacia él, la estrechó entre sus brazos, tomándola por la cintura y la besó. —Feliz día de reyes— Susurró en su oído. Los ojos de Alondra se cristalizaron, recordó el último día que disfrutó de esa fec