61. Nuevas Propuestas

Tan sólo cruzar el umbral de la entrada, de la que ahora es nuestra casa, comenzamos a comernos a besos como si fuese la primera vez. Sus brazos amarrados a mi cintura no me permiten alejar de él y para ser sincera, no tengo la mínima intención de hacerlo.

 Mis labios tan sólo responden a los suyos y le doy mayor acceso a mi boca para que su lengua y la mía se encuentren en un baile de esos que son capaces de quemarlo todo a su alrededor. De alguna manera me va guiando hasta la escalera y provocando que nuestros besos sean un poco menos coordinados, vamos subiendo mientras que en el camino

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