Tanto Lucas como yo seguimos totalmente impactados ante la información que nos ha dado Alejandro, pero tengo la sensación de que él está peor que nosotros. Después de cambiarme, me meto entre las sábanas y acomodo las almohadas para apoyar mi espalda sobre ellas contra el respaldar de la cama.
No sé ni siquiera si pueda llegar a dormir algo esta noche... Toda la información sigue dando vueltas en mi cabeza e intento comprender hasta dónde ha llegado Raúl Sandoval con su plan de hacerse pasar por mi padre... ¿El sabrá de esto? Y¿ si la situación económica de la empresa es debido a eso? ¿me habrá ocultado toda esta informació
Al día siguientePara todos en la oficina estoy en una cita médica, pero la realidad es otra; estoy con Lucas a punto de entrar al edificio de la DEA en Miami para hablar con el supervisor de Alejandro y así poder comprobar si todo lo que nos ha dicho es cierto o no.—¿Preparada?— me pregunta Lucas y aprieta mi mano con la suya.—Vamos — afirmo y casi como si estuviéramos sincronizados comenzamos a caminar hacia la puerta. —Amor, mírame. — le pido sosteniendo su rostro entre mis manos antes de que pueda poner arrancar el auto para irnos de aquí.« Ver sus preciosos ojos azules llenos de lágrimas me parte el corazón...»—La matar67. No Es Tiempo de Ser Débil
Ha sido totalmente incómodo ir en el mismo auto que él hacía la reunión con los empresarios de Dubái; ha sido totalmente incómodo ir en el mismo auto que él hacía la reunión con los empresarios de Dubái pero, aún más ha sido, el poder sostener la mirada y hacer como si nada hubiera sucedido cuando, en realidad, hoy tengo más claro que él ha sido el culpable de la muerte de Lucía. y de muchísimas cosas graves que le han sucedido a mi padre y su empresa. Tengo ganas de gritarle, pegarle, y de que por una vez por todas el vaya a la cárcel y nunca más salga de ahí, pero tengo que seguir las instrucciones que me ha dado el agente Miller.—Muchas gracias por
—Eres muy exagerado...— repito una vez más mientras observo el consultorio donde me tienen esperando aún.—No lo soy, ya ves que te han hecho varios estudios, si no hubiese sido nada te hubiesen dejado ir a la casa de inmediato, pero no... aquí estamos aún — se defiende y no sé por qué no he aprendido la lección de lo terco que él puede llegar a ser.
Según, debo descansar y hacer reposo, para él esto significa estar recostada en el sofá de la sala informal mientras que se desplaza por toda la cocina preparando quién sabe qué plato de comida. Es la primera vez, desde que lo conozco, que lo veo haciendo tal cosa. Normalmente era el cocinero que él había contratado quien se encargaba de todo esto y durante nuestro tiempo en Italia era lo mismo o de vez en cuando su madre quien lo hacía.—¿De verdad sabes cocinar?— cuestiono con un tono de voz lo suficientemente alto para que él me escuche a pesar del ruido proveniente de las ollas, sartenes, y demás cosas que están cocinándose en las hornillas de la cocina.
Al día siguienteHa sido toda una odisea que me dejara venir a trabajar. Como ayer, me ha traído a la empresa y me ha dejado a unos pocos metros del edificio para evitar que Raúl lo viera.Entro al edificio, saludo a todos en el camino y rápidamente subo al elevador para ir hacia mi oficina,las puertas están a punto de cerrarse cuando una mano intercede provocando que vuelvan a abrirse. Sonrió al ver que es Alejandro quien entra al ascensor –buenos días Sienna, ¿cómo te encuentras? — me pregunta y saluda con dos besos.<
No puedo evitar sentirme sumamente nerviosa bajo esta situación. El chofer que ha venido a recogerme a la oficina, se estaciona frente al lujoso hotel donde se hospeda el empresario Amir Saffif y baja del coche para dar la vuelta al mismo y abrir la puerta del lado del pasajero. –El señor Saffif la espera en el restaurante central del hotel — me explica y simplemente me limito a darle una forzada y leve sonrisa.—Gracias — me limito a responder y comienzo a caminar rumbo a
Estoy temblando como una hoja y el bajar del auto de Alejandro parece una misión imposible, pero él caballerosamente me ayuda a bajar y sostiene mi brazo —¿estás de acuerdo con el plan?— me pregunta una vez más mientras caminamos hacia la entrada.—Sí — repito.—Mira que, una vez que lleguemos con él, no hay marcha atrás. — advierte.—Lo sé, y por favor ya no me pongas más nerviosa de lo que estoy. — le suplico.