—Eres muy exagerado...— repito una vez más mientras observo el consultorio donde me tienen esperando aún.
—No lo soy, ya ves que te han hecho varios estudios, si no hubiese sido nada te hubiesen dejado ir a la casa de inmediato, pero no... aquí estamos aún — se defiende y no sé por qué no he aprendido la lección de lo terco que él puede llegar a ser.
Según, debo descansar y hacer reposo, para él esto significa estar recostada en el sofá de la sala informal mientras que se desplaza por toda la cocina preparando quién sabe qué plato de comida. Es la primera vez, desde que lo conozco, que lo veo haciendo tal cosa. Normalmente era el cocinero que él había contratado quien se encargaba de todo esto y durante nuestro tiempo en Italia era lo mismo o de vez en cuando su madre quien lo hacía.—¿De verdad sabes cocinar?— cuestiono con un tono de voz lo suficientemente alto para que él me escuche a pesar del ruido proveniente de las ollas, sartenes, y demás cosas que están cocinándose en las hornillas de la cocina.
Al día siguienteHa sido toda una odisea que me dejara venir a trabajar. Como ayer, me ha traído a la empresa y me ha dejado a unos pocos metros del edificio para evitar que Raúl lo viera.Entro al edificio, saludo a todos en el camino y rápidamente subo al elevador para ir hacia mi oficina,las puertas están a punto de cerrarse cuando una mano intercede provocando que vuelvan a abrirse. Sonrió al ver que es Alejandro quien entra al ascensor –buenos días Sienna, ¿cómo te encuentras? — me pregunta y saluda con dos besos.<
No puedo evitar sentirme sumamente nerviosa bajo esta situación. El chofer que ha venido a recogerme a la oficina, se estaciona frente al lujoso hotel donde se hospeda el empresario Amir Saffif y baja del coche para dar la vuelta al mismo y abrir la puerta del lado del pasajero. –El señor Saffif la espera en el restaurante central del hotel — me explica y simplemente me limito a darle una forzada y leve sonrisa.—Gracias — me limito a responder y comienzo a caminar rumbo a
Estoy temblando como una hoja y el bajar del auto de Alejandro parece una misión imposible, pero él caballerosamente me ayuda a bajar y sostiene mi brazo —¿estás de acuerdo con el plan?— me pregunta una vez más mientras caminamos hacia la entrada.—Sí — repito.—Mira que, una vez que lleguemos con él, no hay marcha atrás. — advierte.—Lo sé, y por favor ya no me pongas más nerviosa de lo que estoy. — le suplico.
Han pasado horas desde que he llegado a casa, y Lucas ni responde a mis llamadas ni ha regresado conmigo. Quiero poder contarle todo lo sucedido y que no haya malos entendidos entre los dos, pero ¿cómo hacerlo si no me puedo comunicar con él? Intento mantenerme despierta, pero mis ojos ganan la batalla obligándome a ir a la cama para descansar...[..] Verle vistiéndose frente a la cama mientras que yo aún sigo enredada entre las sábanas donde acabamos de hacer el amor desenfrenadamente es algo parecido a una película de contenido adulto. Hace el nudo de su corbata sin dejar de mirarme y le sonrío —¿Por qué no te quedas aquí conmigo? Digo... ya que estoy desempleada...— bromeo y consigo a tocarle con la punta de mis pies. Todo está oscuro a causa de la venda que han colocado en mis ojos, me tienen amarrada a una silla, y aún no sé qué es lo que quieren de mí. Sólo les escucho murmurar y un gran eco cada vez que algo se mueve... tengo miedo, demasiado miedo. Tengo temor de que me puedan hacer algo que dañe a mi bebé o mucho peor aún; que me maten.—Jefe, la princesita Di Marco ya está con nosotros, ¿qué quiere que le hagamos? — le esc75. No Todo Es Felicidad
76. Angustia y Alivio
Sus ojos azules igual que el mar me miran una y otra vez como cerciorándose que no soy un espejismo. Hay un manto de lágrimas en ellos y es la evidente muestra de lo preocupado que ha estado durante, lo que para mí, ha parecido una eternidad, pero que en realidad fueron algunas cuantas horas —dime por favor que te encuentras bien... que no te ha pasado nada a ti o al bebé— me pide sujetando mi rostro con delicadeza.—Estamos bien, Alejandro y su equipo han llegado