Han pasado horas desde que he llegado a casa, y Lucas ni responde a mis llamadas ni ha regresado conmigo. Quiero poder contarle todo lo sucedido y que no haya malos entendidos entre los dos, pero ¿cómo hacerlo si no me puedo comunicar con él? Intento mantenerme despierta, pero mis ojos ganan la batalla obligándome a ir a la cama para descansar...
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Verle vistiéndose frente a la cama mientras que yo aún sigo enredada entre las sábanas donde acabamos de hacer el amor desenfrenadamente es algo parecido a una película de contenido adulto. Hace el nudo de su corbata sin dejar de mirarme y le sonrío —¿Por qué no te quedas aquí conmigo? Digo... ya que estoy desempleada...— bromeo y consigo a tocarle con la punta de mis pies.
Todo está oscuro a causa de la venda que han colocado en mis ojos, me tienen amarrada a una silla, y aún no sé qué es lo que quieren de mí. Sólo les escucho murmurar y un gran eco cada vez que algo se mueve... tengo miedo, demasiado miedo. Tengo temor de que me puedan hacer algo que dañe a mi bebé o mucho peor aún; que me maten.—Jefe, la princesita Di Marco ya está con nosotros, ¿qué quiere que le hagamos? — le esc
Sus ojos azules igual que el mar me miran una y otra vez como cerciorándose que no soy un espejismo. Hay un manto de lágrimas en ellos y es la evidente muestra de lo preocupado que ha estado durante, lo que para mí, ha parecido una eternidad, pero que en realidad fueron algunas cuantas horas —dime por favor que te encuentras bien... que no te ha pasado nada a ti o al bebé— me pide sujetando mi rostro con delicadeza.—Estamos bien, Alejandro y su equipo han llegado
Al día siguienteAbro mis ojos y miro a mi alrededor aun desorientada ¿qué hora es? ¿Dónde está Lucas? Esas son las primeras preguntas que vienen a mi mente al verme completamente sola en esta cama. Observo el reloj que está sobre la mesita de noche y no puedo creer que ya sea el mediodía, ¿tanto he dormido? Me pregunto mientras cuidadosamente me levanto de la cama. Busco mi albornoz de seda color rosa pálido que hace juego
Horas más tarde—¡Hija!— exclama mi padre apenas me ve entrar a su oficina y se levanta de su silla para venir hacia mí y abrazarme con todas sus fuerzas —¡¿Cómo se te ha ocurrido meterte con ese tipo?! ¡Me hubiese muerto de tristeza si algo malo te ocurrida! — me reclama sin soltarme. —¿Por qué no salen?— vuelvo a preguntar mientras entro nuevamente a la oficina de Lucas después de haberme asomado al pasillo como por quinta vez.—¿Puedes calmarte por favor?— me pide el colocando sus manos sobre mis hombros y haciendo que le mire fijamente —le hará daño al bebé.— continúa diciendo. Su manera de abrazarme intentando consolarme me calma, aunque sea un poco. El silencio en el salón de nuestra casa es inmenso, pero supongo que él entiende que en estos momentos no soy capaz de decir ni una sola palabra.«Tengo un medio hermano...» eso es lo que pasa por mi mente una y otra vez. Al día siguiente:Hoy ha sido uno de esos días donde el levantarme de la cama ha sido prácticamente imposible. Apenas he podido dormir, y lo poco que lo he hecho, ha sido muy mal a causa de las náuseas y los pensamientos que se cruzaban por mi cabeza. Lo positivo de esto es que Lucas ha estado cuidándome todo el día y que se ha encargado de absolutamente todo.80. La Verdad de Todo
81. A Pesar de Todo
82. Confesiones Inesperadas