58. Hechos Inesperados

Me tiemblan las piernas y las manos mientras me ayuda a bajar de su lujoso auto ahora ubicado en el área del valet parking de este restaurante que tan bien conozco. Sólo puedo rogar que Matías, el gerente de este lugar, que no esté hoy o al menos que no me llame por mi apellido paterno; si lo hace, todo mi teatro se caerá y quedaré completamente expuesta ante Alejandro.

—Espero que te guste el lugar— me comenta el cuando ya he terminado de bajar del auto y suelta mi mano.

Le sonrió fingiendo amabilidad « Si tan sólo supieras que es uno de mis sitios

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