Cuando Valle se va del piso todo se vuelve bastante silencioso. Mi pequeña oficina, la cual quiero armar aún, no está lista por lo que paso la mayoría del tiempo en la sala con mi computadora resolviendo asuntos de la empresa y de vez en cuando, leyendo sobre el embarazo y viendo videos que nunca pensé que vería, videos sobre partos. Lo hago porque quiero estar completamente preparado para lo que viene, quiero que mi bebé y Valle estén bien y que en el momento de que llegue a este mundo yo pueda ayudarla en todo. De verdad, hay mucha información al respecto de bebés, nombres, comida, vacunas, ropa, pañales ecológicos etc.., que se me ha ido el tiempo leyendo y a puntando algunas cosas, principalmente como aliviarle las náuseas que la traen loca. El sonido del móvil me interrumpe y al ver quién me llama sonrío, por fin tendré a alguien con quien conversar sobre cosas que no sean de negocios. — Cuñado — le respondo amable.Es Valente quién me llama. Valle le ha dado mi número de m
[Valle] Dos meses de embarazo y contando. Estoy tan feliz de que el bebé esté bien que creo que las náuseas matutinas ya no me molestan tanto. Cómo siempre éstas me despertaron haciéndome correr al baño para que, segundos después, Diego entrara y me ayudara con el cabello y con palabras tiernas me consuela diciendo que pronto se acabará. A mi se me hace eterno, sobre todo porque ahora hay muchas cosas que no puedo cocinar, como la carne asada o en todo caso las cosas que lleven aceite - no lo soporto. Por otro lado, Diego parece pasarla genial, entre waffles, pollo a la plancha y palomitas -entre otros antojos- puede pasarsela comiendo sin ningún problema y al menos alejándome de ciertas tentaciones, como el bendito chocolate que de verdad muero por comer pero que el doctor pidió que no lo hiciera en exceso. — ¿Cuántas cajas de palomitas para microondas pretendes llevarte?— le pregunto mientras caminamos por el Costco. — Tres o cuatro, en verdad no sé — responden travieso.
[DIEGO](Al siguiente día) Valle y yo hemos pasado toda la mañana tratando de idear cómo diremos a mis padres que estamos esperando al pequeño o la pequeña "Ups". Entre poner una foto del sonograma, una grabación del corazón, hacer un video o, hasta hornear un pastel que dijera con glaseado "Felicidades serán abuelos", nos fuimos por lo más sencillo... simplemente decirles. Sólo prendimos el ordenador, hicimos la llamada y después de preguntar cómo estaba todo en Mendoza, Valle se paró del asiento y les mostró esa pequeña pancita que ya tiene. Saltaron de emoción, y hubo muchos consejos y felicitaciones. En el caso de los padres de Valle, invitamos en la misma noche a sus padres a que conocieran oficialmente el piso donde vivimos brindándoles una cena para después comunicarles que "ups" venía en camino. Debo admitir que eso me tenía más nervioso que el hecho de que iba a ser papá. No sabía cómo iba a reaccionar mi suegro, si se alegraría o empezaría a cuestionar ahogándonos en preg
[Diego] El embarazo en pareja es algo muy divertido. Pasas el día hablando de las posibles compras que irán primero: ropa, muebles, productos, libros. Comienzas a hacer planes a futuro: si lo llevaras a Disney, a la playa, si alguna vez podrás viajar con todos por el mundo. Asimismo, piensas en los posibles parecidos que podrá tener contigo o con tu pareja, todo esto envuelto entre antojos, besos tiernos,caricias al vientre de ella y constantes mimos. Te empiezas a preguntar si ya te escucha, si ya sabrá que, además de la madre, hay alguien más que lo ama, entre otras cosas. Es tanto el tiempo que paso al lado de Valle que, cuando se va, me siento solo; algo que para mi es muy extraño, ya que estoy acostumbrado. Sin embargo, mi rutina aún no está bien establecida y debo admitir que después de hacer todas los pendientes diarios, me sobre mucho tiempo. Me despierto, platico con Valle mientras se arregla, después ella se va y el piso se convierte en una tumba llena de silencio que, p
[Diego]¿Cuánto tiempo duran las peleas matrimoniales?, ¿dos días?, ¿un mes? Es lo primero que pienso cuando, abro los ojos y no siento a Valle acostada a mi lado. Veo el reloj, son las diez de la mañana y, ¿Valle aún sigue en casa? Supongo que entre mi frustración de ayer y la pelea estúpida que provoqué, no me percaté que hoy Valle descansa. Ahora, trabaja de lunes a jueves para poder tener un fin de semana largo conmigo y en ese momento me llega a la mente lo idiota que me comporté. No sólo le reclamé que no "tuviera tiempo" para mí, sino le dije que si no quería irse conmigo a Mendoza que no lo hiciera y eso me puede más que nada. Me levanto, me pongo los pantalones del pijama y una vieja remera azul y salgo del cuarto para oler el café que todas las mañanas ella hace para mi. Valle se encuentra de pie en la barra de la cocina leyendo un libro mientras sorbe una taza de té; sé que ya me escuchó salir pero me ignora. Al parecer Valle es una maestra para fingir que no estoy, y odi
[Diego] Entonces toda mi mañana ha transcurrido en una cacería de “al gato y al ratón”. Ella no deja de ignorarme y yo no dejo que me ignore. Debo admitir que si me lo propongo puedo ser bastante pesado pero, no dejaré que ella se salga con la suya. Sé que este tipo de situaciones no deberían de pasar entre dos adultos, pero hoy parece que somos unos niños jugando a estar casados. Así, entro a la cocina ya que tengo hambre y necesito comer algo. Sin embargo, Valle, está tan distante que creo que la comida que prepararé me caerá mal, aún así lo haré, y por más que Valle amé cocinarme, esta vez no creo encontrar una respuesta positiva de su parte. —¿Vas a comer?— le pregunto, mientras veo como se pasea por la casa con ese look desaliñado pero que le queda precioso. —Ya comí —dice sin verme. —¿Cómo es que comiste?, si todo el día he estado contigo— le digo, aunque en realidad parece reclamo. —Sólo lo hice— responde sin rodeos. Apuntado en las notas mentales de Diego D’Angel
Una hora después me encontraba subiendo por el ascensor al piso, tenía curiosidad si Valle seguía en el sillón fingiendo leer o si ya había encontrado lo de la ropa interior. A propósito le dije lo de la ropa de la lavandería, ya que sé que ella ama acomodarla y que no la dejará sobre la cama. Asimismo, sé que mi plan funcionó cuando entro al piso y no se encuentra sentada en el sillón. —Corazón, ya llegué —le comunico, mientras pongo las llaves en su lugar y me dirijo a la cocina. Valle sale de la habitación furiosa —¿Dónde están?Yo dejo las cosas sobre la barra y seriamente le pregunto—¿Dónde está qué? —La ropa interior. —¿Ropa interior?— pregunto, pretendiendo que no sé de lo que habla. —Sí, dónde. Empiezo a acomodar las cosas ignorándola—No sé de qué me estás hablando Valle, tú eres la que acomoda la ropa interior ¿no es cierto?, ¿por qué debería de saber dónde está? Ella me ve a los ojos, se ve furiosa y yo trato de no arrepentirme de lo que hice.—Sí, yo la acomodo pero e
[Valle] El piso donde vivimos no es nada grande, incluso tiene dos habitaciones, una pequeña sala que se conecta con el comedor y la cocina que solo la separa una barra bastante grande donde ponemos todo. Dentro de nuestra habitación tenemos un pequeño balcón con una vista increíble donde él y yo podemos salir por las noches y admirar la ciudad sin embargo, en este momento siento que donde vivo es una enorme mansión. Después del primer encuentro con Diego, donde cruzamos palabras, ya no hemos vuelto a hablarnos o él me contesta con monosílabos. A veces yo me encuentro en la sala y él en la habitación, y cuando él quiere ir a la sala, yo simplemente me cambio de sofá o de plano me voy, parece un juego cazador y cazado pero aún no se definen los papeles. Pero todo tiene un límite y de pronto la casa empieza a hacerse tan pequeña que acabas coincidiendo en un solo lugar. Esta vez, el balcón es la arena que escogimos para intercambiar de nuevo las palabras que posiblemente nos ayudar