capítulo 16

En la tenue luz que bañaba el apartamento de Valentina, Alessandro parecía un espectro. Sus hombros, normalmente tan altivos, estaban encorvados y su mirada era sombría. El aire era pesado con las palabras que aún no se habían dicho.

Valentina estaba sentada frente a él, con los ojos llorosos y un nudo en la garganta. Ella había esperado este momento, pero ahora que estaba aquí, sentía que el mundo entero estaba sosteniendo la respiración con ella.

Alessandro pasó los dedos por su cabello oscuro, un gesto de frustración y desesperación. Luego, con una voz tan suave como la brisa nocturna, comenzó a hablar.

—Valentina, mi vida no ha sido sencilla, — dijo, y su acento italiano parecía más pronunciado, como si estuviera retrocediendo a un pasado lejano. —Hay cosas en las que me he visto envuelto,

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