Amy
Se inclina hacia mí, apoya ambos codos a la mesa y me llama con esos enormes dedos que parecen nunca contenerse para acariciarme. Y, como si yo fuera un ente sin voluntad, obedezco y también me inclino quedando a pocos centímetros de esos demandantes labios que me hacen gemir con un simple roce.
—¿Recuerdas la primera vez que pasamos nuestros cumpleaños juntos? —pregunta, sus dedos acarician mi mentón y sus ojos me mantienen en mi lugar, muy cerca de él.
—No —musito, casi sin aire.
Mi piel se eriza cuando deja escapar un sonido ronco de su garganta, como un sonido repleto de satisfacción.
—Yo cumplía trece y tú cinco. Llegué a tu casa buscando a Lou, él jugaba con tu hermano y otros niños en la calle, y tú estabas sentada en la entrada de la casa jugando con unas horribles muñecas. —Hago u
ChristianResoplo y arranco la nota “anónima” que han dejado en mi casillero. Sé que ha sido Ricky, maldito cobarde, y esto no se quedará así, no esta vez. Los murmullos de mis compañeros a mi alrededor se detienen, esperando cuál será mi reacción.Que se jodan.Miro al imbécil, al que le gusta tentar a la muerte, y sonrío, porque no sabe lo que le espera. Borraré esa maldita sonrisa de esa detestable cara.—Hey —dice Leo, el corredor, arrugo el ceño cuando toca mi hombro y lo aparta enseguida—. No dejes que te afecte. No les des el gusto de verte fuera del equipo.Lo miro, de repente parece que le hubiera salido un tercer, un cuarto y un quinto ojo en la frente. Se encoje de hombros, como si fuera normal dirigirse a mí, y sigue su camino mientras se pone la camisa del uniforme para ir al campo, donde iniciaremos
Christian—Ah, hola. Tú también otra vez por aquí —saluda mi chica valiente—. No te preocupes por lo de tu nombre, le sucede todo el tiempo. No te creas especial. ¿Quieres un vaso de agua?Mi preciosa chica sonríe con esa inocencia que siempre la ha caracterizado, esa que camufla muy bien esa personalidad tenaz y esa lengua de serpiente venenosa que saca a relucir en los momentos oportunos. Toso mi risa, porque papá nos ha enseñado a respetar.—Puedes traer a tu hermanita, si quieres —dice, volviendo su mirada una vez más a mí.La vecina acaricia mi brazo, de esa manera sugestiva que hubiera logrado provocarme si no tuviera experiencia en esto y no hubiera tenido mujeres abriendo sus piernas para mí durante más de diez años. De reojo miro a Amy, su carita roja me causa gracia y parece querer matar a alguien. Es decir, a m&iacu
AmyDespertar sintiendo sus caricias es en realidad un sueño. No recuerdo la última vez que desperté con una sonrisa en mis labios y sonrojada en cada parte de mi cuerpo. Su brazo izquierdo descansa sobre mi cintura, su mano, dentro de mi camisa, calienta mi estómago, su pulgar acaricia lentamente el valle entre mis pechos y bordea, insinuoso y con pereza, mis senos sin ir más allá. Sólo tentándome de una manera que resulta muy alentadora. Mi piel cosquillea, deseo gemir y gritar, muero por retorcerme y pedirle que avance y llegue hasta el final, que me toque y que utilice mucha de esa fuerza que tiene hasta hacerme enloquecer.Pero no lo hago.Intento respirar con normalidad, imitándolo a él.Esperaba que anoche pasara algo, en realidad. Pero nuestra salida al lago no fue más que para hablar sobre eso que me preocupa. Sé que desea que me sienta segura de
AmyCon sumo cuidado, me limpia y me besa, como si necesitara ser consentida luego de este crudo arrebato que me ha dejado aún más enloquecida.—¿Y tú? —le pregunto, mirando su miembro.—Puedo vivir con ello —dice, sin darle importancia al bulto en su pantalón, y me lleva fuera del baño.Me lleva en sus brazos de vuelta al comedor, suspiro, pensando en si es posible llegar a sentirse así de feliz con una persona, si es conveniente necesitarlo aun cuando estoy en sus brazos. Christian sonríe y estira su cuello para besarme, murmurando un suave “Te amo” que me derrite. Mi espalda pega con la pared, lo envuelvo con más fuerza con brazos y piernas, y sonrío sobre sus labios.—Tienen suerte de que la señora Hail no escuche bien. Parece que tío Adam sabe escoger bien su personal.Christian y yo reímo
ChristianTía Georgina se sienta a mi lado y rio entre dientes. Su manera de ser sutil es tan ordinaria como un puercoespín en medio de una fiesta de globos. Tío Mark ríe por el vano intento de su mujer por no llamar la atención de sus amigas hacia mí, o hacia la conversación que intenta entablar. Él sí que sabe ser discreto, no se mete en temas que no le conciernen, así que sé que no le dirá a mi padre, por petición de su mujer, nuestro secreto. Él, aparte de ser parte de mi familia, se encarga de la seguridad de mi hermano Jake. Cumple con su trabajo y no se mete en los problemas personales de nadie.—¿Cómo estás, pequeño gigante? —saluda, con humor.—Muy bien, tía saltitos. ¿Y Jamal?—Muy bien, gra…Chilla, golpea mi brazo y me regaña por engañarl
ChristianLa tranquilidad de las nubes y la pasividad del cielo azul es contagiosa. Realmente necesitaba este momento a solas, pero, como siempre, algo falta para sentir que estoy arriba en ese cielo. Acostado sobre el pasto, escucho el suave y adormilado movimiento del agua, cierro los ojos y tomo aire profundamente, logrando que mis recuerdos se evaporen tal y como llegaron.Ellos no merecen mi esfuerzo, no quiero darles el poder de manipularme, no merecen tanto de mí. Quizás si pensaran en tratar bien a Lou, tanto como mi hermano desea que lo hagan, podría reconsiderar mi posición con ellos, así sea para darles un saludo cordial, pero son tan retrógrados y machistas que siento pena por ellos. Louis aún cree necesitar de ellos, como si creyera aún en la posibilidad de que lo “perdonen” por ser gay. Como si fueran superiores.Miro, al sentir unos pasos acercarse, ella sale de e
AmyRecibir adulación por lo que las personas creen que eres, y por lo que creen que tienes, es una sensación desagradable que no es desconocida para mí. Desde que mamá se casó con papá hace ocho años y medio, es lo que hemos vivido mis hermanos y yo, incluso Christi a pesar de no tener el apellido de papá. Las alabanzas, las sonrisas falsas y las constantes invitaciones nunca han faltado, sobre todo para Jake que trabaja a su lado. Pero lo que sí me resulta realmente agobiante es la manera como se eriza mi piel y como mi sonrisa sobresale cada vez que mencionan el nombre de cierta persona demandante, cuando preguntan si pronto vendrá a la ciudad para visitarme. Todo con el fin de seguir adulándolo, como si eso a Christian le fuera importante. La peor parte de sus conversaciones son sus comentarios lastimeros que resultan bastante incómodos sobre la supuesta situación c
AmyPasar un tiempo con las personas que quiero, luego de pasar noches enteras con ese vacío en mi casa y en mi pecho, me consuela. No es divertido vivir sola, y mucho menos con la familia que tengo; como ahora, por ejemplo, Christian y Jake no paran de insultarse mutuamente, no de una manera común, lo normal para ellos es soltar tonterías sobre mujeres, y no fue agradable que Jake intentara hacer que Christian tratara de contar con cuantas mujeres se ha acostado. Mi consciencia me dice que es estúpido molestarme por una tontería como esa, que todo eso fue en un tiempo donde mis sentimientos hacia él eran simplemente de hermanos, pero creo tener el derecho a escudarme en que soy mujer y mi sensibilidad herida es mucho más importante que cualquier razón.Tengo que alzar la voz cuando ambos empiezan a golpearse debajo de la mesa, como si fueran unos niños y no unos hombres de 27 y 24