Serguei abrió la puerta y se dirigió a la pareja en el pasillo. Les había dado su espacio pensando que era la mejor idea. Pero estaba tratando con algo que no conocían.
-Cristián tráela a mi oficina, hay que calmarla primero- Su tono autoritario no tenía reclamación-
Cristián la cargo en brazo y aunque se resistió al final enterró sus manos temblantes en la tela de su ropa. Entrando a la oficina la llevó al inmenso sofá de cuero negro. Para cuando la dejó su piel volvía a cubrirse de pelaje blanquecino. Su ceño dolorosamente fruncido denotaba la preocupación en su rostro. Serguei lo apartó y se arrodilló ante el cuerpo sollozante de Alisha y le tomó la mano ignorando el gruñido a su espalda.<
-Que me tengo que acostar con él- El grito de Alisha salió demasiado agudo para los sensibles oídos de los dos lobos presentes.Serguei había pasado más de media hora explicándole, con cuidado, lo que eran, su origen y lo que había ocurrido con sus mujeres. Tuvo que tener mucho tacto para contarle lo que había descubierto sobre ella, y el remedio temporal que creía necesario para ayudarla. Alisha había escuchado palabra por palabra asimilando cada detalle, su boca solo se habría para decir algo, pero volvía a cerrarse con la misma velocidad. Fruncía el ceño y lo masajeaba en un intento de quitarlo inútilmente. Pero lo que le había hecho levantarse del asiento fue la última parte.Podía asimilar que no era humana,
Cristián dejó caer el pantalón quedándose totalmente desnudo, para él no era un problema, la ropa solo era una necesidad para integrarse a la sociedad y quería que su pareja supiera lo que era de ella por derecho. Su cuerpo se curvó y comenzó a cubrir de espeso pelaje marrón. Su forma total de lobo se acercó a su mujer, que había caído en el piso de la impresión. Ahora seguro era consciente que nada de lo que decían era mentira.Se irgió en todos sus centímetros pero avanzó con prudencia. Sabía que si ella se convertía otra vez, como había dicho Serguei, la cagaría y ella que de por si era más grande no terminaría bien la cosa.Alisha se corrió hacia atrás con el corazón en la boca prácticamente. Todas sus locuras se habían materializado y donde antes estaba su guardaespaldas que estaba mucho mejor sin ropa que con ella, ahora había el lobo más grande que hubiera visto en su vida. Pero una cosa era verdad. Tenía miedo, pero a la vez estaba irracionalment
Habían pasado dos días desde el incidente y la mujer seguía en el duro. Si eso duraba más tiempo Cristián terminaría violándola. El lobo casi lo devoraba por dentro y estaba molesto con él por ser tan indulgente. Le habían enseñado que las compañeras tenían que estar a su lado y obedecerlos, los antiguos aún tenían esas ideas retrógradas pero en pleno siglo 21 como le dices eso a una mujer que es dueña de hasta el suelo que pisa.Cristián se revolvió el cabello obstinado y tomó un sorbo de café súper concentrado que Dylan le había preparado. El joven lobo era en palabras lo más relajado de la casa. Mujeriego a morir y por ironía era el que mejor se llevaba con su compañera. Le cocinaba y eso a ella le gustaba. Los c
Cristián fruncía el ceño. Su compañera se había alterado y él lo había notado. El pulso ahora circulaba más agitado y su respiración irregular. Al final la soltó cuando ella lo miró desafiante y enterró ligeramente las uñas sobre sus dedos.La vio acercarse a la mesa infalible y gruñó cuando el otro hombre no se quiso mover. Surtió efecto poniendo distancia de inmediato.Alisha tecleó en la computadora y soltó un chasquido al encontrar lo que sospechaba.-Cristián necesito tu celular, perdí el mío cuando pasó aquello- hizo una mueca al recordar el incidente del atentado contra su vida.
Había un sonido constante en el fondo. Era molesto, insistente, distrayente y hacia meya en su concentración. Traspasaba vagamente la nebulosa de la mente se Alisha. Su cuerpo estaba fuera de sí y apenas tenía control sobre él. Los dientes en su cuello en vez de dolor mandaban estremecimientos por cada fibra de su cuerpo. En sus ojos, los colores se distorsionaban, se saturaban cada vez más mientras sus manos se enterraban en la espalda del lobo manchando la tela con pequeñas gotas de sangre.No sabía lo que hacía, su voluntad se había desvanecido hacía rato, siendo reemplazado por el ser dentro de ella, pero por primera vez era consciente de su alrededor. Del lugar donde estaban, del hombre que sujetaba su cuerpo contra la fría pared del elevador, de sus manos grandes y cálidas acariciando su nuca
Cristián miraba como su compañera caminaba de un lado a otro en la habitación de su apartamento. Se deleitaba con el movimiento de sus caderas y de esas piernas que anteriormente lo habían acogido muy agradablemente entre ellas. Alisha no lo miraba hacía horas, pero el sonrojo en su rostro, era evidente cada vez que le hablaba o hacían algún contacto físico forzado por él. Sabía que ella estaba, de seguro avergonzada, pero de que había respondido a su más natural instinto, lo había hecho y tanto él como su lobo estaban muy satisfechos de haber sido los causantes de aquello.Se relamió los labios sentado sobre la cama embobado por el débil aroma que apenas mantenían las sábanas. Habían hido a su casa a recoger lo necesario para que se acomodara en la mansi&o
Ni el aire acondicionado del auto era capaz de aplacar el sofocante y tenso ambiente dentro. Llevaban la mitad del recorrido y no se habían dirigido la palabra.Cristián tenía los nudillos blancos de apretar el timón y presionaba los dientes molesto, ya se estaba cansando de los aires de magnate de su compañera y por mucho que fuera su pareja predestinada todo tenía un límite y el de él estaba rozando el borde. Alisha por su parte miraba el paisaje desplazarse por la ventanilla aunque apenas le prestaba atención.Le había gritado, por primera vez había actuado como todo macho alfa molesto. Así que esa máscara de persona amable que no le importaba nada no era lo único que tenía.Cerr
-Alisha, Alisha, despierta, ya llegamos- Cristián estacionó el auto delante de la mansión y salió sin mirarla cogiendo las maletas y caminando hacia la entrada con paso fuerte. El viaje no había aminorado su malestar. Ni siquiera ver el ceño fruncido de su pareja cúando dormía lo ayudaba, eso alteraba más a su lobo. Entró por la puerta de un empujón casi tumbando a Steicer en el camino.-Oye hermano, que no vives solo- El beta apenas se inmutó con sus palabras-¿Qué mosca le ha picado?Steicer se giró para seguir su camino cuando vio a la mujer pelirroja salir del auto y perder el equilibrio.Corrió lo más rápido que pudo, maldiciendo para sujetarla en sus brazos