Y allí estaban los dos. Sentados en uno de los sofás de lujo en el área Vip de la gran discoteca de la pequeña ciudad. Darren no entendía como sus compañeros habían convencido al alfa para que los dejara ir. En las últimas fechas el gran lobo estaba renuente a darles unas merecidas vacaciones, después del escándalo que se había formado con Dylan y una mujer, donde más de un lobo estuvo involucrado. Como reprimenda les había llenado la muy cargada agenda de trabajo a la mayoría de los integrantes de la manada y al muy capaz cuarteto lo había recluido en la casa custodiado por Dakota, con quien nadie se atrevería a salir de los límites de la propiedad.Definitivamente algo no muy bueno tenían en mente y su alfa se estaba prestando. Esperaba que no fuera lo que se imaginaba.Jules se restregó los oídos con una mueca de molestia. Cuando era humano la música no era ningún problema, pero ahora taladraban sus nuevos receptores. Sintió como algo era puesto en ellos y miro hacia su pareja.–So
¡Fuego!. Esa era la palabra exacta para describir las sensaciones que lo estaban recorriendo en aquel lugar. Su respiración era agitada, pesada, densa. Su cuerpo se había cubierto por una ligera capa de sudor ardiente. Se sentía excitado, desesperado, su miembro latía dentro de su pantalón. Pasó la lengua por los labios secos y tembló ante el tacto. Todo su ser estaba muy sensible, incluso la tela de su ropa le rozaba una y otra sofocándolo. Tomó otro sorbo de su bebida casi terminada para aplacar el vapor que se generaba dentro de su cuerpo, pero el efecto fue totalmente contrario. Sintió como su corazón palpitaba desbocado en sus oídos y como la presión en su pecho aumentaba. –¿Estás bien?– el sofá se hundió a su lado. Miró al lobo albino que más que preocupado por su estado parecía curioso– Me parece que sí. –¿Qué me está ocurriendo? –preguntó aterrado por la respuesta. Lowa sonrió brevemente. –Nada, solo la temperatura del lugar que está aumentando–habló bajo y misterioso. –N
Darren apretó el acelerador de su auto cuando dejaron atrás la carretera de la ciudad y se adentraron en los terrenos de la manada. Su respiración pesada le nublaba la vista dejándose llevar por el instinto para guiarse, ni siquiera su lobo lo podía ayudar, él también estaba en el límite, arañando su interior, implorando salir. Chocar ahora, no era una opción. A su lado su compañero se revolvía incómodo, pero no se atrevía a prestarle atención o prometía no llegar a la casa, y al menos quería que su primera vez juntos fuera lo más normal posible, si la relación entre ellos se podía llamar normal. El camino le pareció extremadamente largo y le hizo recordar cosas que no le agradaron. Apretó el timón enfocándose en la carretera. A lo lejos podía ver las luces de la entrada de la mansión y le pareció raro. Mikhail y Dakota eran los únicos que se había quedado en la casa, negándose rotundamente a salir, extraño en su comandante que siempre seguía a Dominic, pero se acordó que Dylan los h
Darren sintió el cuerpo de su compañero estremecerse bajo él, mientras dejaba besos a todo lo largo de su cuerpo, marcando la piel blanca, como evidencia de que aquel era su destinado, su luz. Apretó el muslo suave disfrutando de la sensación de calidez de su piel y recorrió su mano hacia aquel agujero trasero que lo encontró palpitante. Lo acarició con la punta dedos para después llevarlo a su boca, mojarlos con su saliva antes de introducirlos de nuevo. Una capa de sudor lo cubrió al imaginarse la sensación que lo recorrería al enterrarse en él, era tan estrecho y caliente dentro que su cuerpo vibraba con antelación. Su atención estaba enfocada sólo en su lobo, en hacerlo palpitar de placer, deseaba en su fuego interno que aquella vez fuera lo más especial de su unión, pues sería el momento en que su lazo se completaría. Sería el uno para el otro, un solo ser, conectados en cuerpo y alma. Buscó sus labios y los devoró con ansias, mientras las pequeñas manos arañaban su ancha espal
–Despertaste amor, pensé que seguirías durmiendo por más tiempo– Darren tenía una enorme sonrisa en los labios mientras estacionaba el auto en el jardín de la mansión– Ya llegamos a la casa –añadió con muy buen humor.–¿Qué fue lo que ocurrió anoche?–inquirió molesto por la sospechosa alegría de su guardaespaldas y supuesto compañero.–¿No recuerdas nada?–preguntó serio, la alarma comenzaba a sonar en su cerebro.–Si lo recordara no te estuviera preguntando– Jules se ajustó la sábana sobre su cuerpo amarrándola a la altura de la cadera.La sonrisa se esfumó en el rostro del rubio y posicionó los brazos sobre el timón al apagar el auto. Su lenguaje corporal fue evidencia de su desencanto. Jules, su Jules no recordaba la noche de pasión junto a él. Se acercaba una batalla y su lobo y él eran el enemigo.–Lo que imaginas–dijo por lo bajo viéndolo restregarse el cabello que había vuelto a su tono rojizo –Si te quieres sentir más aliviado, yo tampoco recuerdo mucho. Tengo ligeros imágenes
–¿Así que eso es lo que significó para ustedes?– las palabras sonaron graves saliendo de sus labios mientras las lágrimas corrían silenciosas por las mejillas de Jules– ¿Un objeto qué pueden manipular a su antojo? ¿Ese es el precio por salvar mi vida?–su voz herida y el semblante angustiado los dejó callados y avergonzados.–¿Que irónico? Jules Meyer pidiendo ayuda para mantener su vida a salvo y encuentra el peligro a su lado–los miró y sus palabras estaban teñidas de amargura y decepción.–Jules no son, así las cosas–Darren intentaba razonar con él.–¿No son así, compañero?– se refirió a él con ironía– Verdad, me salvan la vida, pero a cambio, apenas puedo estar tranquilo sin saber que voy a perder la cordura– no se movía, la calma estaba dando lugar a la ira– Pongo mi confianza en ustedes y con que me pagan , con drogarme para entregarme a ti, por mi supuesta voluntad. Para que estés informado, Darren. Mi lobo y yo habíamos llegado a un trato. Dominic tú lo sabías–señaló al líder c
Jules corría por el largo pasillo decorado con piedras. La oscuridad era su única amiga y solo un débil rayo del sol provenía de la lejana entrada. Su cuerpo fue alzado y soltó una gran carcajada.–Suéltame, suéltame–gritaba con alegría.–Te atrapé pequeño renacuajo– la voz del hombre mayor salía junto a risas, abrazando al niño entre sus brazos.El pequeño rodeó el cuello masculino y besó su mejilla mientras este lo llevaba hacia su oficina.–Papá,¿ qué es eso?– señaló en dirección a la ventaba donde varios hombres bajaban varias jaulas de tres camiones de cubierta negra.El hombre se tomó algunos segundos en responder.–Nada, mi amor, solo un cargamento nuevo que papi compró– sonrió con una gota de sudor sobre la sien.–Otra vez– Jules replicó, para sus 10 años era una niño demasiado inteligente– Te pasas la vida comprando cosas. Incluso esta casa, me gustaba más la pequeña de la cuidad. Aquí no puedo hacer amigos, estamos en medio de la nada–miraba al hombre que llamaba padre con t
Jules dejó que el agua cristalina del estanque le acariciara los pies. Era refrescante y tranquilizador. Su instinto animal le había llevado allí, un pequeño espejo de agua oculto entre un conjunto tupido de árboles al este de la mansión, dentro de los terrenos del alfa. Acaso Dominic no sabía de aquella maravilla de la madre naturaleza de lo contrario se declararía dueño de aquel remanso de paz.Aun sentía su cuerpo estremecerse ligeramente por los recuerdos visibles todavía en su mente. Había dejado que Darren lo mimara y consolara por un rato considerable. Había llorado como un niño ¡Qué vergüenza! Otra vez en el fondo del pozo perdiendo su dignidad, o al menos lo que quedaba de ella.Al recomponerse no había rechazado su tacto, pero no dejó que lo besara. Se había levantado de sus piernas y acostado de lado en su cama, hecho un ovillo. Esperó que lo dejara solo y por lo visto había entendido la indirecta porque lo cubrió con una colcha más gruesa y salió sin decirle palabra alguna