Darren miraba como su compañero caminaba de un lado a otro en la alcoba de su apartamento. Se deleitaba con el movimiento de sus caderas y de esas piernas que anteriormente lo habían acogido con seducción entre ellas. Jules no lo miraba hacía horas, si bien el sonrojo en su rostro, era evidente cada vez que le hablaba o hacían algún contacto físico forzado por él. Sabía que él estaba avergonzado, pero de que había respondido a su más natural instinto, lo había hecho y tanto él como su lobo estaban muy satisfechos de haber sido los causantes.Se relamió los labios, sentado sobre la cama, embobado por el débil aroma que mantenían aun las sábanas. Habían ido al apartamento para a recoger lo necesario para que se acomodara en la mansión de la manada, después de que Jules resolviera múltiples gestiones en diferentes departamentos de la empresa. Él se veía incomoda con el hecho de no poder estar presente por unos días debido a su condición. Lo que más le impresionó fue la eficiencia y respu
Ni la climatización del auto era capaz de aplacar el sofocante y tenso ambiente que existía entre ambos. Llevaban la mitad del recorrido y no se habían dirigido la palabra.Darren tenía los nudillos blancos de apretar el timón y presionaba los dientes molesto, ya se estaba cansando de los aires de magnate de su compañero y por mucho que fuera su pareja predestinada todo tenía un límite y el suyo estaba rozando el fin. Jules por su parte miraba el paisaje desplazarse por la ventanilla, aunque apenas le prestaba atención.Le había gritado, por primera vez había actuado como todo macho alfa molesto, mas bien un beta, alfa era su lobo. Así que esa máscara de persona amable que no le importaba nada, no era lo único que tenía.Cerró los ojos. Su cabeza daba vueltas otra vez aun cuando el auto iba lento, él estaba molesto si bien lo tenía en cuenta. Sabía que estaba siendo egoísta, Darren le había dicho que la había esperado por más de 200 años, el supuesto lobo dentro de él quería enlazarse
–Jules, Jules, despierta, ya llegamos– llamó fuerte mientras estacionaba el auto delante de la mansión y salía sin mirarlo, cogiendo las maletas y caminando hacia la entrada con paso violento. El viaje no había aminorado su malestar. Ni siquiera ver el ceño fruncido de su pareja cuando dormía lo ayudaba, eso alteraba más a su lobo. Entró por la puerta de un empujón y casi tumba a Steicer en el camino.–Oye hermano, que no vives solo– El beta apenas se inmutó con sus palabras–¿Qué mosca le ha picado?Steicer se giró para seguir su camino cuando vio al chico pelirroja salir del auto y perder el equilibrio.Corrió lo más rápido que pudo, maldiciendo por sujetarlo en sus brazos.–Oye, Jules, no juegues, no es divertido–dijo alarmado–¿Qué te sucede?–Estoy...estoy bien– habló con voz pastosa, sentía su cuerpo pesado y la cabeza giraba en todas las direcciones posibles.Utilizando como apoyo los brazos, no tan gruesos como los de Darren, se intentó poner de pie sin resultados. Sus piernas c
¿Cuánto tiempo había dormido? No lo sabía, pero el que hubiera sido, le había sentado de maravilla. El malestar que anteriormente lo sofocaba se había esfumado por completo, dejándolo con una sensación indescriptible recorriéndolo todo. Abrió los ojos para encontrarse solo en la cama y completamente desnudo.Se incorporó, sentándose sobre la cama retirando el pelo enredado de la cara. Recordaba vagamente lo ocurrido antes de quedarse dormido en los brazos de Darren, mientras un ligero rubor lo cubría.–¡Demonios!– se tocó la sien– Esto está acabando conmigo–meditó para sí.Aun sentía su piel hormiguear por donde la había tocado, lamido, rozado. Su cuerpo respondía a cada caricia como si su piel fuera de su propiedad. Ya había decidido que se entregaría, pero no era una decisión que hubiera tomado a la ligera. Una cosa era lo que su ser quería, que estaba 100% de acuerdo con derretirse en las manos de él y por otro lado estaba su obstinada cabeza que empezaba a ceder y a su vez descubr
Y allí estaban los dos. Sentados en uno de los sofás de lujo en el área Vip de la gran discoteca de la pequeña ciudad. Darren no entendía como sus compañeros habían convencido al alfa para que los dejara ir. En las últimas fechas el gran lobo estaba renuente a darles unas merecidas vacaciones, después del escándalo que se había formado con Dylan y una mujer, donde más de un lobo estuvo involucrado. Como reprimenda les había llenado la muy cargada agenda de trabajo a la mayoría de los integrantes de la manada y al muy capaz cuarteto lo había recluido en la casa custodiado por Dakota, con quien nadie se atrevería a salir de los límites de la propiedad.Definitivamente algo no muy bueno tenían en mente y su alfa se estaba prestando. Esperaba que no fuera lo que se imaginaba.Jules se restregó los oídos con una mueca de molestia. Cuando era humano la música no era ningún problema, pero ahora taladraban sus nuevos receptores. Sintió como algo era puesto en ellos y miro hacia su pareja.–So
¡Fuego!. Esa era la palabra exacta para describir las sensaciones que lo estaban recorriendo en aquel lugar. Su respiración era agitada, pesada, densa. Su cuerpo se había cubierto por una ligera capa de sudor ardiente. Se sentía excitado, desesperado, su miembro latía dentro de su pantalón. Pasó la lengua por los labios secos y tembló ante el tacto. Todo su ser estaba muy sensible, incluso la tela de su ropa le rozaba una y otra sofocándolo. Tomó otro sorbo de su bebida casi terminada para aplacar el vapor que se generaba dentro de su cuerpo, pero el efecto fue totalmente contrario. Sintió como su corazón palpitaba desbocado en sus oídos y como la presión en su pecho aumentaba. –¿Estás bien?– el sofá se hundió a su lado. Miró al lobo albino que más que preocupado por su estado parecía curioso– Me parece que sí. –¿Qué me está ocurriendo? –preguntó aterrado por la respuesta. Lowa sonrió brevemente. –Nada, solo la temperatura del lugar que está aumentando–habló bajo y misterioso. –N
Darren apretó el acelerador de su auto cuando dejaron atrás la carretera de la ciudad y se adentraron en los terrenos de la manada. Su respiración pesada le nublaba la vista dejándose llevar por el instinto para guiarse, ni siquiera su lobo lo podía ayudar, él también estaba en el límite, arañando su interior, implorando salir. Chocar ahora, no era una opción. A su lado su compañero se revolvía incómodo, pero no se atrevía a prestarle atención o prometía no llegar a la casa, y al menos quería que su primera vez juntos fuera lo más normal posible, si la relación entre ellos se podía llamar normal. El camino le pareció extremadamente largo y le hizo recordar cosas que no le agradaron. Apretó el timón enfocándose en la carretera. A lo lejos podía ver las luces de la entrada de la mansión y le pareció raro. Mikhail y Dakota eran los únicos que se había quedado en la casa, negándose rotundamente a salir, extraño en su comandante que siempre seguía a Dominic, pero se acordó que Dylan los h
Darren sintió el cuerpo de su compañero estremecerse bajo él, mientras dejaba besos a todo lo largo de su cuerpo, marcando la piel blanca, como evidencia de que aquel era su destinado, su luz. Apretó el muslo suave disfrutando de la sensación de calidez de su piel y recorrió su mano hacia aquel agujero trasero que lo encontró palpitante. Lo acarició con la punta dedos para después llevarlo a su boca, mojarlos con su saliva antes de introducirlos de nuevo. Una capa de sudor lo cubrió al imaginarse la sensación que lo recorrería al enterrarse en él, era tan estrecho y caliente dentro que su cuerpo vibraba con antelación. Su atención estaba enfocada sólo en su lobo, en hacerlo palpitar de placer, deseaba en su fuego interno que aquella vez fuera lo más especial de su unión, pues sería el momento en que su lazo se completaría. Sería el uno para el otro, un solo ser, conectados en cuerpo y alma. Buscó sus labios y los devoró con ansias, mientras las pequeñas manos arañaban su ancha espal