Mientras Marcos Borrel estaba aún en Valencia y próximo a regresar a la capital, en la casa de sus suegros dos mujeres discutían sobre aspectos que él iba a desconocer por mucho tiempo.
— ¿Si ya no lo quieres, por qué no lo dejas?
La otra mujer callaba. Se notaba la angustia en su interior.
— Es muy peligroso mija. Tengo mucho miedo por ustedes. Él no merece lo que le estás haciendo.
— No sé qué hacer. Lo sé, claro que no lo merece.
— Él es un buen muchacho y lo que has hecho está muy malo y ahora me da vergüenza, porque no puedo ni siquiera abrirle la puerta de la casa, porque creo que se va a dar cuenta de muchas cosas.
— Sí, lo sé mamá. Pero, pasó. Nunca quise y no quiero hacerle daño y a veces pienso en qué pasaría si en un enfrentamiento él muriera.
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Al día siguiente de haberse realizado el experimento con Raley, un hombre con lentes “Culo e´ botella” de pasta, entrado en años, vestido con pantalón color caqui y camisa azul celeste, sobre la cual portaba un chaleco de tela gruesa azul oscuro de múltiples bolsillos, como los que utilizan algunos reporteros de sucesos, caminaba de un lado a otro de la recepción. Se sentaba por breves momentos y se volvía a poner de pie cada vez que regresaba cualquier comisión o entraba algún funcionario. Se dirigía hasta los que estaban de guardia y les consultaba. Veía hacia afuera de la delegación y en forma impaciente veía su reloj en su muñeca izquierda. Había hecho acto de presencia a las nueve de la mañana y había solicitado hablar con el jefe del despacho. Fue conducido ante este y luego de unos minutos fue conducido a la recepción, por el propio Comisari
Marcos Borrel no quiso quedarse en la ciudad y mucho menos solo en el apartamento. Todos los espacios ahora le parecían muy pequeños y lo asfixiaban. Por lo tanto, decidió sólo visitar a Berenice, a quien le contó a groso modo lo que estaba pasando con Rebeca y lo del divorcio. Su madre le dijo que no se lo tomara muy a pecho, que se divorciara. Que no podía obligarla a que lo quisiera y a definidas cuentas quedaba demostrado que ella no lo quería. Le aconsejó que se tomara un tiempo para dedicárselo así mismo. Que respecto a Luis Carlos, él niño siempre lo iba a buscar, porque él le había dado mucho amor y que con el pasar del tiempo lo buscaría. Que con respecto a ella, tenía que olvidarla y rehacer su vida. Quizás el destino le tenía reparado una mejor pareja. Que ella hace tiempo sospechaba que las cosas iban mal. Su instinto de madre se lo dec&iacu
El día siguiente, al regresar de la delegación y entrar al apartamento, se dio cuenta de que Rosa Amalia había ido, porque al abrir la puerta, la misma arrastró la copia de la llave que ella introdujo por debajo de esta y además, porque escuchó los ladridos de Raley en el balcón, donde ella lo dejó atado a la correa.A las dos horas y en los días sucesivos él la volvió a llamar para disculparse porque comprendía que había sido estúpido con ella y no quería alejarla. Pero Rosa Amalia dejaba repicar el teléfono, no queriendo atenderlo. Cuando él se presentó en el apartamento, ella lo atendió desde la puerta, sin invitarlo a pasar, con la excusa de que le dolía la cabeza y se iba a dormir temprano. Pasó otra semana en que la volvió a llamar varias veces y ella no lo atendió. Fue de nuevo a su residencia y ella no e
A la semana siguiente, Bertinelli le informó a Marcos Borrel que “la mala conducta” había regresado. Este pensó que si iba a su apartamento, lo más probable era que no le abriría la puerta como la última vez y decidió abordarla en su puesto de trabajo, así que se fue a la librería. Al llegar la vio, más hermosa que nunca. Pero, había un sujeto conversando con ella, quien no notó su presencia. Él no quiso importunarla interrumpiendo la conversación que se estaba desarrollando y prefirió retirarse para regresar más tarde. Al mediodía cuando iba llegando, la vio que salía de la librería y se subía a una camioneta “pick Up” de modelo reciente de color negra. Aguantó la marcha y decidió cruzar en la esquina inmediata y regresar a la delegación y concentrarse en su trabajo.Dos días despu&eacu
Llegó la época decembrina y los días se descontaron veloces. El veintidós de ese mes, pasó a visitar a los médicos forenses para dejarles un presente a cada uno antes de viajar, como lo había hecho el año anterior. Pero, esta vez fue acompañado de su compañero y amigo Bertinelli. Los doctores Roberti, Duarte y Cartaya, junto con el personal de la Medicatura, lo estaban esperando con un pequeño agasajo y le tenían de regalo tres botellas de vino tinto. Bertinelli lo sabía, porque lo había planificado con ellos y querían despedirlo lo más alegre posible para cuando se fuera a pasar el fin de año con su mamá en la capital. Le habían preparado una especie de cena navideña y habían servido Ponche Crema. Borrel destapó una de las botellas de vino con la cual brindaron. Cuando salieron de la Medicatura, pasaban de las siete de la noche. B
Apenas llegó el mes de marzo, Leo, el abogado, lo llamó para informarle que ya se había decretado el divorcio y que se procedería con las ventas, por lo que en los próximos días podría recibir en su cuenta personal la transferencia por el monto que le había correspondido en la negociación. Que fuera buscando en que invertirlo. Borrel no volvió a hacer preguntas. Sólo pensó en que Bertinelli le dijo que la ciudad de Córdova era un buen lugar para comenzar de nuevo. A él le parecía que todo Barajos, aunque en la Península todo era más costoso. Pero, aún no sabía de cuanto iba a disponer, por lo que decidió esperar antes de ponerse a buscar.A finales de ese mismo mes, Borrel recibió una llamada de Rosa Amalia, quien quería saber de Raley. Fue directa al decirle que antes sabía del perro y de él por in
Transcurrieron los días y en la mañana del 28 de agosto del 2012, en la costa occidental de la península de Calbos Torrentes, a unos 30 kilómetros del hallazgo anterior, fueron encontrados en el interior de una habitación del Hotel Turístico Walkidia Mar, en el Balneario Punta Larga, otra familia de turistas asesinados. En esta ocasión se trató de un grupo familiar de origen francés: Charles Laurence de 38 años de edad, su esposa, Clearise Renault de 30, junto con sus dos hijos, Isabella y Candice, de 11 y 9 años respectivamente. Según el reporte recibido de la policía local, señalaba que los cadáveres se encontraban en sendos charcos de sangre, presuntamente apuñalados. Los cuerpos fueron hallados por las mucamas que hacían el cambio de lencerías.Si había existido alguna duda de que se trataba de un asesino en serie, la hipótesis,
En la Delegación del Estado de Barajos, se recibieron en el transcurso de esos días, al final de las tardes y en la noche, un total de seis llamadas telefónicas de tres personas diferentes, tratando de hablar con el Detective Bertinelli y cuando les informaban que este había fallecido hacía ocho meses, se sorprendían. Esto sucedía porque la prensa local, cuando reseño sobre su muerte, informaba sobre el fallecimiento de un Detective de nombre Manollo Di Lucca Benavente, o simplemente el Detective Di Lucca. Luego, los que llamaron pidieron hablar con el Inspector Marcos Borrel. Pero, en las ocasiones en que se dieron las llamadas Borrel no estuvo presente y los funcionarios que estaban de guardia olvidaron informarle. Total, las personas que llamaron no dejaron ningún mensaje en concreto para él. Sólo dejaron dicho los nombres de quienes le habían llamado.El Cuarto día de estad&ia