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Engaño
Engaño
Por: Hari Ramírez
Día de locos

Capítulo 1

Escucho mi teléfono zona, es la alarma que he colocado, anoche me acosté tarde terminando unos deberes, es mi último año y deseo entrar a la universidad con el mejor promedio. No es algo que a mi padre le agrade y la verdad es que es algo que no comprendo muy bien, cualquier otro padre se sentiría orgulloso de mis calificaciones y metas, pero él no.

 Me visto y peino cuidadosamente mi cabello, recogiéndolo en un moño alto dejando unos mechones sueltos que ondulo con la piza caliente, una vez quedo satisfecha con lo que veo en el espejo, me coloco algo de polvo, rímel en mis pestañas y un brillo en mis labios, por ultimo un poco de perfume.

Salgo de la habitación sintiendo todo en silencio, mis hermanos y padres al parecer no se han despertado. Dejo mi mochila en el mueble y me dirijo a la cocina, desde aquí puedo oler las tostadas y el chocolate.

—Buenos días señorita —me saluda la cocinera, su nombre es Belkis, es uno de las personas con quien mejor me llevo— siéntese ya le sirvo su desayuno.

Saco uno de los bancos altos que está en el mesón recibiendo una mala mirada de Belkis.

—No me veas así, mis padres aun duermen y como siempre comeré rápido y me iré —muevo rápido mis pestañas para convencerla de que me deje comer en la cocina.

—No tiente al diablo señorita, ya falta poco para que vaya a la universidad y se aleje de aquí, no haga que eso se vaya a la basura —me aconseja dejándome las tostadas con queso frente a mi y una taza caliente de chocolate.

—Lo sé, ya quiero que estos meses pasen rápido, estoy ansiosa y emocionada porque ese día llegue —le cuento emocionada, solo espero que esto no sea un sueño del que me despiertan de pronto.

Desayuno rápido al ver a Belkis viendo hacia las escaleras cada dos minutos, es que mi padre siempre nos dice que nosotros somos personas de clase y no debemos comer en ciertos lugares porque se ve mal o hablar con algunas personas por que mancha nuestra reputación y cosas tan absurdas como esas.

Lo cierto es que, la última vez que me consiguió aquí, me dio una fuerte bofetada que caí desmallada en el suelo, necesite de cinco días de reposo, los ligamentos del cuello se vieron afectados, además de mi audición del lado derecho.

Agarro mi mochila y salgo de la casa despidiéndome de Jorge, nuestro mayordomo, el cual me insiste en que espere a preparar uno de los carros para llevarme, declino su oferta. Me encanta caminar al instituto, aunque me queda un poco retirado, es un tiempo que me gusta disfrutar porque es solo mío.

Continuo mi camino al instituto y veo a una pareja llevando a su hijo a la escuela, después me pasan por un lado un par de viejitos tomados de las manos charlando muy animados, más adelante sale de un carro una chica de unos veinte años, se le ve molesta y más atrás un chico que me imagino es su novio, la toma por el brazo y la atrae hacia él le da un beso en su mejilla y ella le sonríe... ¿Por qué mi vida no puede ser así de sencilla?

Llego al instituto y todavía faltan unos cuantos minutos para empezar la primera clase, saco uno de mis libros favoritos y empiezo a leerlo. Siento que me tiran algo al ver hacia abajo veo una hoja arrugada, la recojo y al ver a mi alrededor veo a un chico sentado en la mesa diagonal a la mía, desdoblo la hoja y me encuentro con un mensaje:

Hola ¿Cómo te llamas?

Volteo a ver otra vez al chico y él me sonríe, es extraño primera vez que lo veo, pienso por un momento si debo o no responderle, a la final me decido responderle de todos modos se va a enterar. Me giro hacia él respondiendo a su pregunta.

—Ailén y ¿tu? —extiendo mi mano hacia él.

—Andrew ¿Por qué eres tan tímida? —estrecha su mano con la mia y se estira en su puesto cruzándose de brazos.

—¿Por qué lo dices? —pregunto sin comprender por qué lo dice.

—Estuve llamándote y no respondías... soy nuevo por aquí ¿podrías enseñarme un poco el lugar? —tiene esa sonrisa de medio lado que a las chicas les suele derretir el corazón, me guiña su ojo derecho esperando mi respuesta.

—El instituto te asigna a una persona para que te muestre el lugar —le informo negándome.

No suelo ser el tipo de chica que los muchachos buscan para este tipo de cosas, soy más bien, el tipo de chica que los hombres no suelen voltear a mirar, no porque sea fea ni nada, es solo que las cosas con mi familia son difíciles y el porte de papá es lo suficientemente intimidante para que los chicos se mantengan al margen.

—No me refiero al instituto sino a la ciudad... ¿podrías? —vuelve a insistir. Pasa su mano derecha por su cabello desordenándolo un poco.

Es moreno, de cabello oscuro y ojos color miel, parece que hace mucho ejercicio pues se nota que tiene los músculos bien formados. Se levanta y rodea la mesa que tenía frente a él y se inclina un poco hacia mi, haciéndome retroceder, no respeta mi espacio personal haciéndome sentir un poco nerviosa.

—Lo siento estoy muy ocupada —le doy la espalda, recojo mis cosas y cuando me voy a levantar me detiene agarrando mi brazo izquierdo.

—No muerdo y tampoco se me da el de secuestrar, a menos que tú quieras claro está —pasa su mirada por mi cuerpo con todo el descaro del mundo. Sus ojos se oscureces provocando un leve temblor en mi cuerpo

Empiezan a entrar el resto de los alumnos del curso en manadas al final entra la profesora, él me suelta y regresa a su puesto, me siento al otro extremo del aula buscando estar lo más lejos de él. La clase empieza y no logro concentrarme, siento su mirada. Un par de veces voltee y allí estaba él mirándome de una manera muy extraña, analizándome a cada instante y eso me ponía nerviosa, ya quería que la clase acabara rápido.

Cuando al fin la clase llega a su fin, recojo mis cosas lo más rápido que puedo y salgo de allí casi que corriendo, me voy hacia uno de los jardines que tiene el instituto y me siento en el banco que está más alejado, la siguiente clase es una de las que me complican la existencia, así que necesito despejar mi cabeza de tantas inquietudes.

Saco nuevamente mi libro y siento que alguien se ubica a mi lado, es Andrew, lo observo un instante, lleva unos lentes oscuros, él también me ve y sonríe, trato de ignorarlo y concentrarme en mi libro pero sus planes son diferentes, coloca una hoja sobre mi libro impidiéndome leer.

—¡Hola! —dice la molesta nota sobre mi libro.

—¿No tienes otra cosa que hacer? —me giro molesta hacia él.

—No, ¿Por qué me tienes tanto miedo? Honestamente me causas curiosidad, eres muy diferente a las demás chicas que he conocido —me dice con una sonrisa en sus labios, sin tanta intensidad en su mirada.

—Pues lamento decepcionarlo, si quieres un tour por la ciudad o la escuela pídeselo a otro, soy una persona muy ocupada y no tengo tiempo para ser el pasatiempo de un imbécil como tú, así que déjame en paz. —Respiro profundo, nunca me pongo de esta manera así que intento tranquilizarme— además, me gusta estar sola, te agradezco que te retires y dejes de perseguirme.

—¿Me estas corriendo? —pregunta incrédulo, al parecer nunca lo habían rechazado.

—si —respondo con simpleza lo obvio.

—Lo siento pero tengo el mismo derecho que tú de estar aquí —se acomoda en el banco recostándose del árbol que está detrás de él.

—¡Que infantil eres! —me quejo furiosa.

Agarro mis cosas y me voy, ya me está haciendo perder mi autocontrol. Me dirijo al salón, me tocara esperar aquí hasta que empiece la clase, faltan unos quince minutos. Me siento en la misma mesa de siempre e intento leer mi libro nuevamente, sumergiéndome en la trama hasta olvidar por completo en donde estoy.

Al fin logre terminar el capítulo, entre tantas cosas ni un capitulo puedo leer en paz. Al levantar la mirada ¿a que no saben a quién me encontré a poca distancia? Andrew... ¡hasta cuando! Se levanta de su asiento y se dirige hacia mí, volteo la mirada a la ventana y me entretengo viendo a través de ella, como caen las hojas de los árboles y justo en el momento que se sienta a mi lado el profesor y los alumnos que faltaban entran al salón.

¡Esto debe ser una broma de mal gusto!

¡Ya, al fin! mi última clase ha terminado y antes de que Andrew quiera seguirme, recojo mis cosas y salgo del instituto a paso rápido, cuando voy llegando a la salida volteo para asegurarme de que no me sigue, pero para mí mala suerte siento chocar con alguien y todo lo que tenía en mis manos lo dejo caer, cierro los ojos pero a pocos centímetros del suelo me sostienen evitando mi caída.

—Deberías ver al frente cuando caminas— dice en mi oído el hombre que me tiene sujeta entre sus brazos.

Abro mis ojos de apoco, encontrándome a un hombre de unos veintiséis años aproximadamente, cabello negro peinado hacia atrás, ojos negros de mirada intensa, nariz perfilada, sus labios gruesos, es un adonis en todo su esplendor, trago grueso separándome de él, siento mis piernas de gelatina.

¡Bendito día el de hoy! Debo estar soñando.

Veo todas mis cosas en el suelo esparcidas, me agacho para recoger mis cosas, él me imita ayudándome y ofrece su mano para que pueda levantarme una vez tengo todo en mi mochila, me regala una sonrisa pero su mirada me atrapa, tiene apariencia de empresario, debe ser algún ejecutivo va de traje negro. Además de que hay dos hombres cerca de nosotros, supongo que son para reguardar su seguridad.

—Gracias— logro decir, me doy media vuelta y emprendo mi recorrido a casa.

Antes de doblar la esquina volteo y esta el chico entrando a su BMW, su mirada se conecta a la mía pero lo que me trasmite no me agrada para nada. Esa conexión inicial que alboroto mis hormonas es remplazada por una completamente diferente.

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