Pervertido

Capítulo 4

Me acomodo en mi lugar, cierro los ojos y trato de relajarme, no le voy a permitir que él me amargue mi mañana. Siento el carro detenerse y abro los ojos al sentir su mano en mi pierna.

—Mantén tu mano alejada de mí— digo quitando su mano con brusquedad.

—¿A que le temes?— dice acercándose peligrosamente hasta quedar casi arriba de mí.

Trago grueso, mi corazón se acelera. Acaricia mi brazo erizando mi piel, su mira intensa hace que detenga mi respiración.

—Te recuerdo que aun soy menor de edad y si quiero puedo denunciarte por acoso— intento controlar mi respiración, lo empujo pero no logro moverlo ni un milímetro.

—Soy tu prometido y dentro de unos meses serás mía— su sonrisa socarrona me hace enojar.

—Podrás obligarme a casarme contigo pero nunca seré tuya— solté con furia y eso le sorprendió.

Se acomoda en su asiento y pone el carro en marcha nuevamente. El resto del camino fue en silencio hasta llegar al instituto, no había estacionado correctamente cuando me bajo a toda prisa y salgo corriendo.

Al entrar al instituto, noto a que varias personas conversando entre ellas y me miran de arriba abajo, otras me tropiezan a propósito, me ponen malas caras y una de las "Gatas", así se hacían llamar las populares, al verme rompe a llorar y se va corriendo hacia los baños, ¿qué está pasando aquí? Apresuro el paso al salón de mi primera clase sintiéndome incomoda por la atención que estoy recibiendo esta mañana.

Entró al salón y me ubico en el lugar de siempre, apoyó los codos en la mesa y mi cara entre mis manos, solo espero que todo eso no sea por mi "compromiso". Aunque a como corren las noticias hoy día, no sería de extrañar que todo el instituto estuviera enterado de mi compromiso.

—Hola, buenos días— escucho que dice Andrew a mi lado con cierta amargura en su voz.

—Hola— ni me molesto en levantar la mirada.

—No te ves tan feliz como esperaba. Tienes a todas las chicas de este instituto desquiciadas... así que es cierto que te casas, ¿no crees que seas algo joven? —me recrimina como si le debiera algo.

¡Qué les pasa a los hombres!

—Díselo a mi padre —me acomodo sentándome derecha.

—Ese sujeto no es de fiar, estas en grave peligro. Si te interesa... puedo ayudarte a escapar —me ofrece, lo veo a los ojos, no lo dice en broma.

No fue lo que me dijo sino el modo en que lo dijo que causo cierto pánico en mi interior... pero si lo que él dice es cierto ¿de dónde lo conoce? ¿Será el igual de peligroso?

—¿Por qué en ti si puedo confiar, pero de él debo huir?— digo con cautela intentando conseguir respuestas a mis preguntas.

—No soy yo el que te está obligando a casarte, además no te estoy ofreciendo escapar juntos, más bien te voy a buscar una salida a tu problema— dice con simpleza como si habláramos de salir a la cafetería del frente en horas de clase.

Cuando quería preguntar más entra el profesor dando inicio a la clase.

Casi no preste atención a ninguna clase en todo el día, lo que me dijo Andrew me dejo muy pensativa, pero aunque le preste atención ¿será seguro confiar en él? Si Umar lo descubre ¿cuál sería las consecuencias? Sobretodo ¿Qué ganaría él con todo esto?

Al salir del instituto veo a Umar apoyado en el carro esperando por mí, todas las chicas están a su alrededor y se nota que él disfruta de esas atenciones, al verme enseguida aparta a las chicas y se acerca a mí, me toma por la cintura y me besa frente a todo el instituto.

¡Nunca en mi vida me había puesto tan roja como en este momento!

Umar se queda viendo a un punto fijo detrás de mí y sonríe con suficiencia, al voltear veo a Andrew que tiene una expresión seria y los puños cerrados, Umar pasa su brazo por mis hombros y me hace caminar. Al estar ya en el carro me coloco mi cinturón de seguridad y me coloco los auriculares dejando reproducir mi lista de músicas, no tengo ganas de escucharlo.

Cuando Umar se prepara para arrancar el carro, Andrew se coloca junto a mi ventanilla y me muestra uno de mis libros, supongo que se me cayó cuando salía del salón, detengo la música y abro la puerta.

—Se te cayó esto, cuídate mucho, nos vemos mañana —me entrega el libro despidiéndose de mí.

—Gracias, hasta mañana.

Me le quedo viendo hasta que desaparece entre la avalancha de estudiantes.

—¿De dónde lo conoces?— arranca el carro con brusquedad, por el tono de voz, deduzco que está molesto.

—Estudiamos juntos— ciento pánico por la manera tan brusca de conducir —conduce con cuidado, no quiero morir aun.

—No te quiero cerca de él— dice molesto, sin disminuir la velocidad.

—Eso será complicado, estamos juntos en varios proyectos y no hay cambios de compañeros hasta final de curso— veo como aprieta el volante con tanta fuerza que sus nudillos se vuelven blancos.

—De eso me encargo yo. No tendrás escusas para mantenerte lejos de él— gira el carro entrando a la calle principal.

—Tú no me mandas— me siento cansada que todos quieran tomar las decisiones por mí.

—Tú vas hacer lo que te diga te guste o no, tu opinión no vale nada— detiene el carro orillándose, me agarra muy fuerte del brazo acercándome a él de manera amenazante— sino pagaras muy caro las consecuencias, al igual que él.

La manera en que lo dijo causó escalofríos en todo mi cuerpo ¿realmente él estaría dispuesto hacerme daño?

Al llegar a casa, salgo disparada del carro, pero eso no fue suficiente para librarme de él, me da alcance ya casi entrando a la casa, me toma de la mano y me hace pasar. Al entrar están mis hermanos en la sala, Bridge se queda viendo nuestras manos unidas, deja la revista que leía en la mesa central y se va escalera arriba, aquí está pasando algo muy raro.

—Gracias por traerme, tengo muchas cosas que hacer, adiós— intento alejarme de él pero él aprieta su agarre.

—¿Es así como te vas a despedir de tu futuro esposo? Además hay unas cositas que quiero que hablemos y dejarlas claras antes de irme, vamos al despacho— sin soltarme me dirige al despacho de mi padre.

Lo sigo ya irritada, me parece tan extraño la confianza que él tiene para entrar... nos sentamos en un mueble largo a un costado del despacho, él se sienta tan cerca de mí que hace que mis nervios se crispen.

—No tienes por qué temer, las cosas entre nosotros no tienen por qué ser tan tensas— dice en un murmullo— pero como te dije ayer, si te portas bien y haces tú parte, yo cumpliré con la mía.

—¿Por qué hacen esto? ¿Qué ganas tú?— me acerco un poco más a él mirándolo, dejando mis emociones aun lado, actuando de una forma más atrevida.

—Dinero, prestigio y mucho poder. Por algo siempre han existido los matrimonios arreglados. Cada mañana vendré a buscarte y te traeré al finalizar tus clases, con respecto a ese muchacho te quiero lejos— se me queda viendo directo a mis ojos y se acerca a mí hasta dejarme acorralada— no me quiero enterar que ese muchachito te esté rondando—dice muy cerca de mi oído, con su nariz rozando mi mejilla hasta quedar muy cerca de mis labios— ya eres mía.

Me besa, suave, deleitándose en mis labios como si fueran un manjar exquisito. Me dejo llevar, mi juicio se nubla por completo, hasta que un pequeño gemido se me escapa haciendo que ambos nos separemos.

—A pesar de tu reticencia no te soy indiferente —me dice con una sonrisa— si te dejas llevar, puedo hacer que disfrutes de esto como nunca.

—Eres un hombre de experiencia, es natural que sea ingenua en esto y caiga, pero no volverá a suceder —lo empujo y este se aleja soltando una carcajada— mantén la distancia.

Salgo del despacho lanzando la puerta muy molesta, no puedo creer que me dejara llevar por sus besos tan fácilmente. Me encierro en mi cuarto, me tiro en la cama colocando la almohada sobre mi cara soltando un fuerte grito.

Cuando ya me siento un poco mejor, saco mis cuadernos y reviso las actividades pendientes de hoy, pongo algo de música. Cuando termino todo una idea viene a mi cabeza, si me voy a casar en un par de meses ¿servirá de algo el que termine mis estudios? ¿Me permitirá continuar con mis planes?

Mi móvil suena alertándome de un mensaje.

Quiero probar tus labios nuevamente, he quedado con ganas de más.

¿Cómo habrá conseguido mi numero? Seguro fue papá.

Te quedaras con las ganas, nunca más sucederá.

Me quedo viendo la pantalla al ver que está escribiendo, me siento frente a la ventana a la espera de su respuesta.

En nuestra noche de bodas abra mucho más que besos, espero ese día con ansias.

Mis mejillas se tornan caliente al leer lo que me ha enviado, este hombre está loco, ¿Cómo cree que me dejare tocar por él?

Pervertido.

Me limito a responder, salgo de la aplicación de mensaje dejando mi teléfono a un lado. Me llega otro mensaje, es de él, no sé si verlo o no. La curiosidad me gana, es una foto, le doy a descargar sintiendo mi corazón latir.

Es una foto de él, esta sin camisa y con un short de licra negra, no deja nada a la imaginación. Siento mi cuerpo entero arder. Me llega otro mensaje.

Todo esto será tuyo.

Eres el hombre más pervertido que pueda haber en el planeta tierra. Te voy a bloquear.

Bloqueo su número y lanzo mi teléfono sobre la cama, me le quedo viendo como si fuera una rata asquerosa al escucharlo sonar nuevamente. Decido no abrir el mensaje, aunque no debe ser él, lo bloquee ¿verdad?

Ahora es una llamada, haciéndome saltar. Es un número desconocido, atiendo con cautela.

—Mi pequeña e inocente prometida, tranquila, no te obligare hacer nada que no quieras, me vas a desear como te deseo a ti, ya verás.

—Eso nunca sucederá.

Cuelgo la llamada, bloqueo este otro número y apago el móvil, ha sido más que suficiente por hoy.

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