Irina era por completo un lio, jamás en toda su vida había tenido la vida tan patas arriba, pero lo cierto es que tenía responsabilidades que había acordado, la más difícil después de tanto que había hecho Alex por ella era el acuerdo con Santiago y la policía. Irina aprovechó el viaje de Alex, y llamó a Santiago, una vez más se citaron, esta vez en el apartamento de Santiago. Irina tocó la puerta y Santiago abrió, sonrió al verla. —Irina, pasa adelante por favor. —Detective —saludó con una pequeña sonrisa—. ¿Todo bien? Santiago asintió, pero soltó una pequeña risa nerviosa. —Sí… Bueno, no del todo. Quería disculparme por… La última vez que nos vimos. Ya sabes, mi comportamiento... Irina arqueó una ceja, como si intentara recordar, prefería no hablar de eso para nada. —Oh, eso. No se preocupe, Santiago. No lo tomé en serio —respondió con calma, casi desestimando el tema. — ¿No? —preguntó él, medio sonriendo, con una chispa de desafío en sus ojos. Se cruzó d
Olga estaba en el diván de Catherine sacando todo eso que lleva dentro encerrado, poder hablarlo ha sido como liberar la presión con una válvula. Catherine la escucha con cuaderno de notas en mano. Olga relató. —Era el primer evento al que asistía, mi amiga Tatiana ya había completado varias misiones, ella tendría unos 20 años, yo aún era muy joven, pero nos preparaban para madurar muy pronto, según los estándares del instituto ya estaba lista para trabajar. — ¿No solo era prostitución? —No necesariamente, infiltrarnos, tomar información, plantar objetos explosivos, interpretar cualquier papel era nuestro trabajo, como hacerlo lo dictaminaba el momento. —Eran espías —dijo Catherine entendiendo. —Pero sin reglas vigiladas por la justicia, nos entrenaban para ser máquinas, pero Tatiana y yo éramos amigas, no habíamos permitido que nos arrebataran la humanidad. —Lo entiendo, ¿cómo te fue en tu primera misión? Imagino estabas muy nerviosa. —Sí, pero también segu
Irina estaba conversando con su madre, Olga se sentía esperanzada porque el tratamiento y las terapias comenzaron a hacer efecto. Era de tarde y los niños habían regresado del colegio, ambos harían la tarea con Olga, pero antes ella les permitió jugar un rato al aire libre después de almorzar. El teléfono celular de Irina sonó y ella se alejó del barullo de los niños al percibir que era algo importante. —Sí, bueno… Es Irina Foster. — “Sra. Foster, le hablamos de Raíces de vida, clínica de fertilidad, es para notificarle que no ha sido cancelada la cuota correspondiente a la preservación de óvulos. ¿Desea continuar preservando los óvulos?” Irina no sabía qué decir, siempre pensó que algún momento sería indicado para tener otro hijo, pero ahora no estaba en sus planes. —Es que mi esposo murió, él se encargaba de los pagos y finanzas. — “Comprendo, lo siento mucho, quizás debería cancelar la cuota y pensarlo, no es una situación fácil” —respondió su interlocutora con a
Alex la besó, pero esta vez a conciencia, Irina sintió la pared metálica del deposito a su espalda y el cuerpo caliente de Alex sobre ella. El aroma de su colonia la envolvió, la dejó sin argumentos, su lengua sin capacidad de habla, pues ahora recibía la visita de la lengua de Alex que la tentaba a jugar, a dejarse llevar. Irina permitió que su lengua se encontrara con la de él y fue recompensada con la suave y sensual succión de los labios ávidos de Alex. Un escalofrío le recorrió la espalda y se aferró a él con más fuerza, dejando que sus manos subieran por sí solas hasta sus hombros y finalmente se quedaran en su cuello, acariciando suavemente la piel de su nuca mientras se entregaba al beso. Alex interrumpió el beso y comenzó a besar su mejilla, dejando un rastro de besos ligeros hasta llegar al lóbulo de su oreja, que mordió suavemente con los labios. Un jadeo escapó de los labios de Irina, un sonido involuntario que revelaba su creciente deseo y su abandono a la pasión de
Olga había observado a Irina irse con Alex Salvatore y se quedó preocupada. —Dios mío, no permitas que mi hija pague por mis pecados —susurró una plegaria al cielo, observó a su nieto tan apegado a Ema y ella a él y sintió tristeza por la niña, estaba muy necesitada de familia, pero ella trataría de convencer a Irina de irse de allí, la distancia era la mejor aliada cuando la tentación amenazaba. Olga llamó a los niños en ruso y Ryan le contestó que solo unos minutos más. —Deben hacer sus deberes y luego tendremos una lección de ruso —indicó Olga y los niños regresaron enfurruñados. Olga se giró a ver su desfile y vio a Richard que observaba la escena recostado en el marco de la puerta de servicio. Con una sonrisa de lado, comentó: —Yo pensé que a esta edad solo unían puntitos y coloreaban fuera de las líneas. Olga soltó una risa suave mientras les daba unas palmaditas en la cabeza a los niños. Los vio entrar a la casa. —Oh, ni siquiera han perfeccionado eso.
Richard mantuvo la boca cerrada y se giró hacia Marco, manteniendo una expresión neutral. —Así es —respondió con calma, aunque la tensión en el aire era palpable. Marco se acercó a ambos, Olga dio dos pasos atrás, ahora notaba que la charla con Richard había sido tan amena que se habían acercado bastante. Marco mantuvo la sonrisa, pero esta no llegaba a sus ojos. —Richard es un hombre de muchos talentos… aunque no todos son útiles. Olga frunció el ceño, mirando a Marco con una mezcla de sorpresa y desagrado. —Estoy segura de que Richard es más capaz de lo que insinúas —dijo, con un tono firme pero educado. Richard sonrió levemente, se sintió agradado de ver la preferencia de Olga. —Hago lo que puedo —respondió, manteniendo la compostura. Marco soltó una risa breve y sin humor. —Claro que sí. Pero no te preocupes, Olga, yo me aseguro de que no se meta en problemas. La tensión creció, pero Olga no apartó la mirada de Marco, dejando claro que no esta
Bianca miró a ambos a la expectativa, su ceño estaba fruncido mientras buscaba respuestas a lo que acaba de escuchar, que le parece una blasfemia a ella, a su madre. — ¿De qué se trata todo esto, papá? Creo que estás delirando, no puedo creer lo que acabo de escuchar —Bianca cruzó los brazos—. Una cosa es tener una amante pobretona, pero esto... Olga bajó la vista, muerta de vergüenza. Marco, por su parte, seguía sorprendido, atrapado en sus propios pensamientos. —Luego hablo contigo Bianca, ahora estoy en medio de una conversación. —Papá, necesito una explicación. ¡Ahora mismo! —Exigió Bianca. —Eh… Todo ha sido un malentendido, señora —intentó Olga, con un tono cortante, sabiendo bien que Bianca había oído cada palabra. Pero Bianca no era ingenua. Observaba la manera en que su padre miraba a Olga, como si aún la anhelara con toda su alma, como si no pudiera pensar en otra cosa. Le costaba aceptar que Marco Marchetti, el hombre más poderoso que conocía, estuvier
Alex se echó a reír. Richard lo observó e hizo una mueca. —Alex estoy hablando muy en serio, hemos asumido que la esposa de James Foster es inocente, pero nos caen evidencias de que está ligada a la mafia rusa, ahora también al mismo Marco Marchetti obsesionado con su madre. ¿Qué haremos? Simplemente ignorarlo no es una opción. Que la mujer te guste no quiere decir… —Richard, si James Foster me ha enseñado algo es que tener estrategias de juego es jugar un paso adelante. — ¿Entonces contemplas la posibilidad de que ella forme parte de esto? —No lo sé, podría jugar para nosotros. Richard le dio la espalda y Alex subió las manos tratando de calmarlo. —Estoy seguro que no forma parte de este asunto de la manera que sugieres. Escucha Richard, Irina fue una herramienta de James Foster, una útil y versátil, ahora puedo verlo muy claro. Alex se sentó en su escritorio, Richard lo imitó y se sentó frente a él, Alex continuó. —En Boston encontré a una Laila feliz,