Capítulo 58. La luz y la oscuridad

Irina no se quedó paralizada, corrió y le quitó las tijeras de las manos a la pequeña.

Ema lloraba desconsolada mirando la melena de cabello a sus pies, como quien observa la tragedia del crimen que acaba de cometer.

— ¡Ema! ¿Por qué cortaste tu cabello?

—Mi cabello es feo y mi mamá lo odia —dijo Ema, con tristeza—. Siempre dice que es un desastre, se me enreda y no puedo peinarlo y que quede como el de ella.

Irina sintió que las lágrimas se le agolpaban en los ojos. El sufrimiento de esa niña, su anhelo de ser amada y aceptada tal como era, la conmovió profundamente. Ella también había luchado contra sus propios rizos durante años, deseando tener el cabello lacio y brillante de otras chicas.

—Ema, la solución no era cortarlo, tu mamá seguro sabe mucho de cuidado del cabello, era algo que podían hacer juntas.

Ema negó con la cabeza.

—Mi mamá lo odia en verdad.

Irina abrazó a Ema, ahora que lo había cortado sí que tenía los rizos aún más levantados, ahora serí
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