Natalia estaba en la sala leyendo un libro cuando su celular sonó. Vio que se trataba de un mensaje de Leonardo.
<<Estoy abajo>>
<<Ya bajo>>, respondió.
La fiesta a la que irían sería dentro de dos días y necesitaba un vestido. Leonardo se había ofrecido a acompañarla. Aunque ella no se había cansado de asegurarle que podía hacerlo sola, él no había cambiado de opinión.
Tal y como dijo, Leonardo la estaba esperando abajo cuando salió. Él se bajó de su coche y le abrió la puerta para que se subiera.
—¿Cómo estás?
—Bien, un poco cansada, pero eso no es una novedad.
Él sonrió con comprensión.
Durante casi todas las noches Leonardo le preguntaba lo mismo y ella compartía con él sus síntomas. Sobre todo porque él parecía bastante interesado. Las primeras veces había resultado extraño compartir con él sobre su día o sus síntomas. No le parecía la típica relación jefe-empleada. Pero a
Leonardo apagó su computadora faltando algunos minutos para que fueran las cinco y media de la tarde. Tenía que llegar temprano a su departamento para tener tiempo de cambiarse para asistir al evento que se llevaría a cabo esa noche.Como la mayoría de los días se preguntó cómo estaría Natalia. Era inevitable pensar ella.<<¿Cómo va todo?>>. Escribió en su celular y se lo envió a Natalia.<<La estilista es genial, acabará dentro de poco>>. Respondió a los pocos segundos.Sonrió orgulloso de haber pensado en contratar a alguien que ayudara a Natalia a arreglarse. No importaba las preguntas que tendría Lia para él después. No es como si ella no estuviera al tanto de la existencia de Natalia. Valentino o su esposa, Leonardo no podía decirlo con exactitud, ya le había contad
Leonardo llegó frente a un lujoso hotel. Natalia lo observó con asombro. El nerviosismo que había estado sintiendo durante toda la tarde volvió a hacer acto de presencia.—Tranquila —dijo Leonardo recordándole su presencia—. Piensa que es como cualquier otra fiesta.—En la última fiesta a la que fui nos invitaron cerveza caliente. No creo que eso sea algo con lo que compararlo.—Tienes razón —comentó él con una sonrisa—. Tal vez no es igual. Lo cual es bueno porque me sentiría mal trayéndote aquí, con un vestido como el que llevas para que tomes cerveza caliente. Eso podemos hacerlo cualquier otro día.Una risa se le escapó de la boca. Su tensión se aligeró un poco.Miró a Leonardo y su mente se llenó de imágenes del beso que acaban de compartir en su departamento. No sabía que había significado aquello y tampoco quería pensarlo demasiado. Tendría la noche en su cama para torturarse de porque no había estado bien, por ahora solo quería recordar lo
Leonardo tomó las manos de Natalia y las colocó sobre sus hombros, luego llevó las suyas hasta su cintura. Los dos comenzaron a balancearse al ritmo de la música.Se olvidó de donde estaban, lo único en lo que podía pensar era en la persona con la que estaba. Se sentía afortunado por haberla conocido y cada vez le importaba menos que por ella sus planes estaban cambiando.—Tu hermana es muy linda —comentó Natalia con una sonrisa. Al verla tan relajada y feliz, una necesidad por mantenerla siempre así se instaló en su pecho—. De hecho toda tu familia lo es.—Sí, aunque están un poco locos. Mis padres fueron demasiado pacientes al criarnos.Natalia sonrió y asintió.Ella sabía mucho sobre su vida, pero él no sabía casi nada sobre la de ella.—¿Y tú?—¿
Natalia no podía dejar de jugar con sus manos mientras viajaban de regreso. Ver a Maurizio en la fiesta había sido todo un impacto. Ni por un instante había pasado por su mente la idea de que podía verlo en el evento. Saber que era conocido en su círculo social era una sorpresa para ella. Habían estado un año juntos y no sabía nada de él más allá de las mentiras que le había contado.Tenía que reconocer que era doloroso darse cuenta de que en realidad nunca lo había conocido. Estaba molesta, pero con ella misma por haberse permitido confiar en Maurizio.Si pensaba en el pasado se daba cuenta de que las señales de que él no era honesto habían estado allí. No sabía si no las había visto porque no quería o simplemente fingió no hacerlo.Miró a Leonardo y lo vio concentrado en la pista. No ten&ia
Leonardo había visto marcharse a Natalia sin poder hacer nada para detenerla. La fragilidad que había visto en sus ojos fue lo que le impidieron hacerlo. En su lugar se había quedado en la sala dándole vueltas a sus pensamientos, preguntándose qué había pasado para que todo resultara tan mal. La noche había sido un éxito hasta que se habían cruzado con Arietta y Maurizio.En lo que a él respectaba podían no volverlos a ver nunca más. Entendía que Maurizio era el donante de esperma del hijo de Natalia, pero no quería pensar más en ello. Se había sentido inseguro cuando pensó que ella todavía podía amarlo, pero ella le había dicho con honestidad que no era así. Pero ahora era ella la que se sentía insegura. No quería pensar en las ideas que estaban pasando por la mente de Natalia.En el momento en que ella se había ido a su habitación dejándolo solo, no necesitó ser un genio para saber que ella no le daría una oportunidad después de lo que le había confesado.—¡Al
Natalia despertó cuando ya había amanecido. A través de las cortinas podía notar la luz del sol iluminando la ciudad. Estaba a punto de cambiar de posición cuando sintió un cuerpo pegado a ella y poco a poco fue recordando la maravillosa noche que Leonardo le había regalado. Permaneció en el mismo lugar disfrutando del calor de su cuerpo.Entonces las inseguridades volvieron. Se había entregado a Leonardo conscientemente, pero aún no sabía lo que significaba para él. Quería creer que era más que algo pasajero, pero no podía hacerse muchas ilusiones.Se deslizó de entre los brazos de Leonardo con mucho esfuerzo. Cuando estuvo levantada vio como Leonardo se movía como si la buscara. Permaneció petrificada hasta que él no dio indicios de despertarse.Solo cuando estuvo segura de que él seguía durmiendo se alejó en dirección al baño. Lo primero que hizo fue lavarse el rostro para espabilarse.En el reflejo del espejo pudo ver algunas marcas en su cuerpo y los
Leonardo miró a Natalia. Ella parecía perdida en sus propios pensamientos mientras se llevaba un pedazo de fruta a la boca. Estaba hermosa como siempre.Sonrió como un niño en el día de navidad. Le era imposible ocultar la felicidad que sentía. Las cosas habían resultado mejor de lo que había esperado, aunque habían estado a nada de terminar en un completo desastre.Esa mañana cuando se despertó su primer instinto había sido acercarse a Natalia, pero al no sentirla abrió los ojos preocupado. No lo había pensado mucho antes de salir en su búsqueda. Al encontrarla en la cocina, no le pasó desapercibido el miedo que ella sentía. Fue cuando tomó la decisión de que no podía seguir postergando la conversación.Confesarle sus sentimientos no fue tan fácil como lo dejó ver. Nunca se había sentido tan nerv
Natalia miró las puertas de las habitaciones sin saber a cuál dirigirse. Regresó su mirada Leonardo antes de hablar.—¿Cuál de las dos es mía? —preguntó.—¿A qué te refieres? —Leonardo alzó una ceja interrogante.—¿Cuál será mi habitación?—No, tu pregunta me quedó clara. Lo que no entiendo es porque lo preguntas.—Hay dos habitaciones —dijo como si estuviera hablando con un niño.—Y no hay ninguna regla que prohíba que una quede vacía. Entonces respóndeme ¿quieres tener tu propia habitación?Lo pensó por solo un segundo y la respuesta era clara. No, no quería dormir lejos de él. Después de apenas una noche durmiendo con él, sentía que se sentía correcto compartir habitación.