Alessia y los niños se marcharon. Entonces Matthew abandonó su sitio en la mesa y se acercó a Renata.—Hablemos en privado.—Matthew, yo… no tenía idea, esto es…—Ahora —ordenó el hombre y la tomó del brazo sin muchas delicadezas, estaba furioso. Si no fuera por Alessia, no tendría idea de qué hacer. —Pueden usar mi estudio —dijo Renaud con una sonrisa y luego habló a sus invitados—. Disculpen la interrupción, asuntos familiares. Todavía falta un plato más.Matthew dirigió una mirada llena de rencor a su hermano. Nunca lo creyó capaz de hacer algo como eso.Renata y él se dirigieron al estudio, que resultó ser una habitación a un costado de la sala decorado con lujosos libreros que ocupaban las paredes enteras y un sofisticado escritorio frente al ventanal del fondo.Matthew cerró la puerta y giró lentamente hacia la mujer que le arrancó tantas lágrimas con su partida. Era difícil comprender su abandono, más cuando éste implicaba a sus hijos, y por fin podría obtener respuesta a toda
Alessia recordaba que cuando era más joven la plaza comercial le parecía aburrida, sólo iba a una cuando necesitaba comprar algo específicamente de una tienda que se encontraba ahí, pero en su presente le parecía un lugar lleno de sitios para entretener a Lea. Y, en ese instante, necesitaba toda la distracción del planeta, pues llevaba consigo también a Emery y Joanne; aunque la mayor la estaba ayudando a controlar a los dos pequeños.—¡El helado! ¡El helado! —gritó Lea y señaló la primera heladería por la que pasaron.—Claro, prometí helados y tendrán sus helados —resolvió Ale mientras se acercaban al vendedor.Eligieron sus extravagantes helados. Alessia permitió que fueran creativos sin poner reparos en el precio porque su corazón se estaba partiendo con mirar las caras tristes de Joanne y Emery. Ambos habían estado callados durante el camino, sólo Lea y ella hablaban.Ocuparon una mesa en el rincón. Alessia se reprendió por darles más comida chatarra, pero no sabía qué hacer. No
Matthew acabó el tercer whisky frente al minibar del departamento. Nathan lo rellenó, como hizo las otras dos veces, y volvió a sentarse al lado de él.—No puedo creer que te culpe por marcharse.—Quizá tiene razón, yo estaba tan entusiasmado con ser padre que… quizá lo arruiné todo —reflexionó Matthew—. Tal vez es mi culpa que ellos crecieran sin una madre.—Bueno, el hecho es que ella es la madre, el «hubiera» ya no existe, debió ser responsable con sus hijos. —Es fácil decirlo, pero ser padre es lo más difícil que hecho en la vida… Emery estaba por cumplir un año, empezaba a caminar y… —Matthew se frotó los ojos. Quería volver a llorar—. A veces me sentaba a llorar en el suelo de la sala porque no sabía qué demonios estaba haciendo, de todo eso se encargó Renata, no la valoré lo suficiente y…—Oye, entiendo que tal vez como pareja fueron un fracaso y fuiste un esposo horrible, pero el divorcio era de ti, no de sus hijos —interrumpió Nathan—. Era suficiente con dejarte la custodia
Alessia sintió como si un balde de agua fría cayera arriba de ella al entrar en la oficina.—Buenos días —cantó Lisa—. En diez minutos tengo una junta en línea con la afortunada autora que nos salvará de quedarnos sin empleo, ¿no es una mañana maravillosa?Alessia quiso decir que sí, que lo era, pero ver a Celine le había retorcido el hígado y, además, no era maravillosa porque tuvo que presenciar a dos niños con el corazón roto durante todo el domingo y esa mañana mientras desayunaban.Emery se durmió dibujando porque quería mejorar para hacer el camello más bonito del mundo para su mamá.Si ella se sentía terrible, con el estómago revuelto y con ganas de llorar hasta por el vuelo de una mariposa, no podía ni imaginar cómo la estaba pasando Matthew. Su novio había llorado en silencio camino al preescolar y detrás de las gafas oscuras. Esa mañana decidió conducir, dio el día libre a Thomas, y se concentró en el tráfico para no conversar con los pequeños. De todas formas, Joanne iba s
—En serio, Alessia, no conoces a mi padre cuando se enoja.—En serio, Celine, no me conoces cuando me enojo y estás así —La aludida casi unió el dedo índice y el pulgar de su mano derecha— de lograrlo.Celine suspiró hondo y bajó del taxi. Alessia pagó al chofer y la siguió al interior del hotel del lujo en el que se hospedaba Renata.Alessia no tenía idea de cómo funcionaba la vida de los «influencers», no sabía si era normal que los alojaran en hoteles que por una noche cobraban lo que muchos ganaban en el año completo, supuso que no o al menos no todos. Celine, camino al hotel, le enseñó las redes sociales de Renata; era popular, mas no tanto, sólo lo normal.Consideró que tal vez Renata pensó que era una oportunidad de oro porque, por lo que explicó Celine, la habían contactado por medio de su representante para una campaña publicitaria de una marca deportiva.Si Renata hubiera indagado un poquito más habría descubierto que la marca pertenecía a los Lambert. Alessia tenía el est
—Tomen asiento —pidió Renata de nuevo en inglés.Celine cerró la puerta y se recargó en la pared, pero Alessia y Renata sí se sentaron en la pequeña sala de la elegante habitación.—¿Planeabas irte sin verlos? —preguntó Alessia también en ese idioma para no dejar fuera a Celine.Renata desvió la mirada hacia su maleta verde que resaltaba en medio de los tonos sobrios del lugar.—Sí.—¿Por qué?La española negó.—Supongo que porque soy una mala madre.Alessia miró un momento la imagen de Emery en el celular y luego habló:—Creo que no existen madres perfectas, pero definitivamente cometiste muchos errores que tus hijos siguen pagando.—Ellos están bien con su padre…—Sí, es verdad, Matthew es un excelente papá —confirmó Alessia—, pero necesitan a su madre.Renata volvió a mirarla, esta vez con recelo.—¿Y no piensas que puedas ser una buena madre para ellos?—No —contestó Ale con firmeza—. Ellos ya tienen una madre, yo sólo soy la pareja de su padre.—Me pareció que Joanne te quiere mu
Celine contuvo la respiración. La Renata que recordaba era muy diferente a la mujer que ahora tenía frente a ella. Sí, era verdad que abandonó a sus hijos, pero Celine consideró que quizá el tiempo había ablandado su corazón, ya no estaba tan segura.Alessia imaginó algo así, sólo asintió y dijo:—Creo que pasaste por una depresión posparto que no fue atendida y que puede tener consecuencias muy graves… Y también creo que, con atención profesional, tus hijos y tú podrían intentar sanar las heridas porque ellos merecen tener a una madre, nunca dejaron de amarte.Renata negó.—No lo sé, yo…—O puedes seguir viajando por el mundo y fingir que tus hijos no existen —interrumpió Alessia—. Es tu decisión, puedes hacer lo correcto o lo fácil, pero tampoco te voy a obligar…»Si decides marcharte, intentaré que mi amor sea suficiente, aunque sé que no lo lograré; sin embargo, sabes que cuidaré de ellos como si fueran de mi propia carne y que nunca los dejaré sin importar si mi relación con Matt
Lisa las recibió con una sonrisa triste. Agradeció el capuchino que le entregó Celine y ni se paró a preguntar a Alessia si era seguro beberlo, sólo lo hizo.—Matthew ya sabe —suspiró Lisa—. No creo que encontremos algo más para antes del fin de año y eso significará…—Entiendo —musitó Alessia—. ¿Sabes si Matthew está en su oficina? No responde los mensajes ni las llamadas.—No, lo lamento.Alessia asintió.—Intentaré buscar algo más —dijo Celine y tomó asiento en si diminuto escritorio del rincón—. Encontraremos algo y…Una terrible idea atravesó la mente de Alessia.—Celine, ¿por casualidad comentaste algo de la autora con tu padre?Celine palideció. Era todo lo que necesitaban como respuesta.—¿Es en serio, Celine? —se quejó Lisa—. No lo puedo creer…—Mi padre apenas sabe hacer videollamadas, dudo mucho que pudiera conseguir el manuscrito y…—Los hombres como tu padre siempre tienen las manos limpias, hay alguien para hacerse cargo de esas cosas —interrumpió Alessia—. Necesito habl