Matthew aguardó pacientemente a que sus padres saludaran a los primeros invitados que se acercaron. Intentaba mantenerse tranquilo, aunque percibía también la inquietud de Alessia por su mano que temblaba un poco.—Estas galletas están asquerosas —dijo Joanne luego de escupir una porción una servilleta—. Las hizo Celine, ¿o qué?—Jo —reprendió Matthew.Alessia sonrió.Joanne suspiró y arrojó la servilleta de papel al basurero.—No quiero saludar a la abuela, ¿tengo que hacerlo?—Jo —repitió su padre.La niña volvió a suspirar.—Me va a decir un montón de cosas feas y no quiero…Alessia acarició con discreción el hombro de la niña y dijo:—No permitiremos que eso pase, ¿de acuerdo?Joanne soltó otro suspiro y contestó:—Gracias…Matthew no interfirió en aquello, aunque supo que su madre se pondría de todos los colores si Alessia se atrevía a intervenir. Sin embargo, le gustaba que Joanne pudiera sentir ese apoyo por parte de una mujer, sabía que en algún momento llegaría su menstruació
Al abrir la puerta, Alessia se preguntó si acaso estaba en un capítulo de Downton Abbey o qué sucedía, ¡todo era hermoso! Incluso tenían unas elegantes sillas pequeñas para los niños que en esos momentos llevaban las niñeras encargadas de sus cuidados. Matthew y Alessia ubicaron sus sitios asignados, ayudaron a Lea y Emery a sentarse, y luego ocuparon sus asientos. Ale no lo notó, pero Matthew se enojó. Renaud había situado sus asientos al otro lado de la extensa mesa de invitados, así que no podía conversar con su padre. Sin embargo, no le dio el gusto a su hermano de notar que lo incomodó, sino que actuó con la misma sonrisa de siempre mientras conversaba con Alessia y los niños.Renaud frunció el entrecejo, ¿por qué su hermanito se veía tan feliz si descaradamente le estaba demostrando que para su padre era insignificante? Alessia volvió a sentirse nerviosa cuando vio todos los cubiertos que estaban frente a ella. Varios tenedores, cucharas y cuchillos, no tenía idea de para qué
Los invitados no comprendían más allá de que una joven no iba vestida de acuerdo a la elegante ocasión y que su maleta era de un color demasiado psicodélico. Todo fue mucho más confuso cuando Emery empezó a llorar y a desesperarse por bajar de la silla donde se encontraba asegurado sin parar de repetir:—¡Mami! ¡Mami!Lea intentó ayudarlo, pero no tenía la fuerza necesaria para presionar los botones de seguridad. »Papi, papi, es mami, ¡Jo, es mami!Joanne miró de pies a cabeza a la mujer que reconocía a la perfección. Estuvo atenta a sus redes sociales todos los días, esos sitios donde hablaba de la enorme felicidad de recorrer el mundo sin recordar que tenía dos hijos esperando por ella.—¿Qué significa esto? —bramó Matthew—. Renaud, ¿por qué?Su hermano se incorporó y señaló a la mujer que continuaba petrificada en la entrada sin apartar la mirada de Matthew y los niños.—Es de mi agrado presentarles a Renata Bondad, será la imagen para una de las campañas publicitarias y…—Pero, h
Alessia y los niños se marcharon. Entonces Matthew abandonó su sitio en la mesa y se acercó a Renata.—Hablemos en privado.—Matthew, yo… no tenía idea, esto es…—Ahora —ordenó el hombre y la tomó del brazo sin muchas delicadezas, estaba furioso. Si no fuera por Alessia, no tendría idea de qué hacer. —Pueden usar mi estudio —dijo Renaud con una sonrisa y luego habló a sus invitados—. Disculpen la interrupción, asuntos familiares. Todavía falta un plato más.Matthew dirigió una mirada llena de rencor a su hermano. Nunca lo creyó capaz de hacer algo como eso.Renata y él se dirigieron al estudio, que resultó ser una habitación a un costado de la sala decorado con lujosos libreros que ocupaban las paredes enteras y un sofisticado escritorio frente al ventanal del fondo.Matthew cerró la puerta y giró lentamente hacia la mujer que le arrancó tantas lágrimas con su partida. Era difícil comprender su abandono, más cuando éste implicaba a sus hijos, y por fin podría obtener respuesta a toda
Alessia recordaba que cuando era más joven la plaza comercial le parecía aburrida, sólo iba a una cuando necesitaba comprar algo específicamente de una tienda que se encontraba ahí, pero en su presente le parecía un lugar lleno de sitios para entretener a Lea. Y, en ese instante, necesitaba toda la distracción del planeta, pues llevaba consigo también a Emery y Joanne; aunque la mayor la estaba ayudando a controlar a los dos pequeños.—¡El helado! ¡El helado! —gritó Lea y señaló la primera heladería por la que pasaron.—Claro, prometí helados y tendrán sus helados —resolvió Ale mientras se acercaban al vendedor.Eligieron sus extravagantes helados. Alessia permitió que fueran creativos sin poner reparos en el precio porque su corazón se estaba partiendo con mirar las caras tristes de Joanne y Emery. Ambos habían estado callados durante el camino, sólo Lea y ella hablaban.Ocuparon una mesa en el rincón. Alessia se reprendió por darles más comida chatarra, pero no sabía qué hacer. No
Matthew acabó el tercer whisky frente al minibar del departamento. Nathan lo rellenó, como hizo las otras dos veces, y volvió a sentarse al lado de él.—No puedo creer que te culpe por marcharse.—Quizá tiene razón, yo estaba tan entusiasmado con ser padre que… quizá lo arruiné todo —reflexionó Matthew—. Tal vez es mi culpa que ellos crecieran sin una madre.—Bueno, el hecho es que ella es la madre, el «hubiera» ya no existe, debió ser responsable con sus hijos. —Es fácil decirlo, pero ser padre es lo más difícil que hecho en la vida… Emery estaba por cumplir un año, empezaba a caminar y… —Matthew se frotó los ojos. Quería volver a llorar—. A veces me sentaba a llorar en el suelo de la sala porque no sabía qué demonios estaba haciendo, de todo eso se encargó Renata, no la valoré lo suficiente y…—Oye, entiendo que tal vez como pareja fueron un fracaso y fuiste un esposo horrible, pero el divorcio era de ti, no de sus hijos —interrumpió Nathan—. Era suficiente con dejarte la custodia
Alessia sintió como si un balde de agua fría cayera arriba de ella al entrar en la oficina.—Buenos días —cantó Lisa—. En diez minutos tengo una junta en línea con la afortunada autora que nos salvará de quedarnos sin empleo, ¿no es una mañana maravillosa?Alessia quiso decir que sí, que lo era, pero ver a Celine le había retorcido el hígado y, además, no era maravillosa porque tuvo que presenciar a dos niños con el corazón roto durante todo el domingo y esa mañana mientras desayunaban.Emery se durmió dibujando porque quería mejorar para hacer el camello más bonito del mundo para su mamá.Si ella se sentía terrible, con el estómago revuelto y con ganas de llorar hasta por el vuelo de una mariposa, no podía ni imaginar cómo la estaba pasando Matthew. Su novio había llorado en silencio camino al preescolar y detrás de las gafas oscuras. Esa mañana decidió conducir, dio el día libre a Thomas, y se concentró en el tráfico para no conversar con los pequeños. De todas formas, Joanne iba s
—En serio, Alessia, no conoces a mi padre cuando se enoja.—En serio, Celine, no me conoces cuando me enojo y estás así —La aludida casi unió el dedo índice y el pulgar de su mano derecha— de lograrlo.Celine suspiró hondo y bajó del taxi. Alessia pagó al chofer y la siguió al interior del hotel del lujo en el que se hospedaba Renata.Alessia no tenía idea de cómo funcionaba la vida de los «influencers», no sabía si era normal que los alojaran en hoteles que por una noche cobraban lo que muchos ganaban en el año completo, supuso que no o al menos no todos. Celine, camino al hotel, le enseñó las redes sociales de Renata; era popular, mas no tanto, sólo lo normal.Consideró que tal vez Renata pensó que era una oportunidad de oro porque, por lo que explicó Celine, la habían contactado por medio de su representante para una campaña publicitaria de una marca deportiva.Si Renata hubiera indagado un poquito más habría descubierto que la marca pertenecía a los Lambert. Alessia tenía el est