La propuesta de Franco había causado una eclosión en la vida de Valeria, suficiente para que la joven asistente le pidiera a su jefe un tiempo para pensarla. Lo que quizá más la había impactado no fue esa extraña y larga explicación de Franco sobre si había o no estado persiguiendo la falda de su anterior asistente, si Magda había o no distorsionado la historia, o cuál fue la excusa que usó para terminar su relación con Dayana, y si ella, Valeria, estaba o no incluida en esa historia, sino el hecho de que el señor Carrizosa, el respetadísimo abogado con el que todo estudiante de Derecho deseaba trabajar algún día, fuera capaz de echarla a la calle mientras tres -o más- vidas se estaban gestando en su vientre.Después de que Franco se hubiera ido y después de haberse ba&
Del golpe recibido en la cabeza, a Valeria solo se le veía un pequeño rasguño en la frente, que en menos de dos días ya habría desaparecido.—No te voy a mentir —dijo Jaime, después de haber examinado la pequeña marca—, pero en la oficina todos han estado hablando de eso y no del golpe, precisamente.Valeria no tuvo que hacer un gran esfuerzo para adivinar que, más que su contusión, el tema era la manera en que había vomitado el costoso traje de su jefe. —Aunque quien lo mencione, debe cuidarse de que tu jefe no lo escuche, porque ya van dos asesores que se han ganado un memorando —dijo Jaime.Valeria sonrió al escuchar eso. Al menos su imagen contaba con un guardián, uno que no hubiera creído posible un día antes.La pequeña recepción de bienvenida terminó pronto, porque Jaime debía regresar a la oficina y cuando se fue, a Valeria no se le pasó por alto que Sofía lo llevó fuera del apartamento, hacia el pasillo que conducía al ascensor. Después Sofía regresó, algo ruborizada y muy s
Regresar al trabajo no fue sencillo para Valeria, no solo porque presentía que iba a ser objeto de todas las miradas, que no solo se estarían preguntando por las consecuencias de haber arruinado el traje de uno de los jefes de área, sino también porque estarían esperando a la menor oportunidad para recordárselo y, como si estuvieran de vuelta en el colegio, hacerle burla con eso. Cuando las puertas del ascensor se abrieron en el piso setenta, Valeria respiró profundo y, con los labios apretados, caminó por el pasillo que debía llevarla hasta su cubículo de asistente jurídica, sintiéndose, desde el primer paso, como Cersei Lannister en ese episodio de Game of Thrones en que es forzada a caminar desnuda entre la multitud.Pero no pasó nada de lo que había imaginado y quienes se giraron a verla lo hicieron con la misma indiferencia con la que siempre la habían visto, como la asistente novata que no llevaba ni un mes en la firma. Se sorprendió de haber llegado hasta su cubículo sin que n
De regreso a su cubículo y después de dejar la cesta bajo sus pies, Valeria abrió de nuevo el archivo que, por solo unos segundos, había conseguido crear antes de reunirse con Magda y verificó que, en efecto, lo había hecho con el nombre de Franco Carrizosa como jefe encargado de la revisión y supervisión del caso asignado. Al menos, por sistema, Franco seguiría siendo su jefe hasta que el caso no estuviera cerrado, lo que podía tardar meses, pero, también en consideración a la demandante, una joven que, como Valeria, había tenido trillizos y ahora necesitaba que el padre de los menores le pasara el dinero de manutención de los pequeños, Valeria sabía que no podía demorarlo por tanto tiempo -aunque quisiera- y que su responsabilidad era conseguir una decisión del juez lo antes posible. Después de repasar el caso y tomar algunos apuntes pertinentes, Valeria se levantó de su cubículo y le encargó a Hortensia que le avisara a Franco que había salido, camino a entrevistarse con la joven
El caso de Carmina resultó ser algo muy común, con la única salvedad de que se trataba de un embarazo múltiple, pero, por lo demás, tenía todos los ingredientes que enmarcar un caso de exigencia de la cuota de manutención de los pequeños. —Y es que, aunque mi familia me ayuda, y no solo a cuidarlos, sino también con algunos de los gastos, no creo que sea justo que él sí esté gastando el dinero que recibe solo en lo suyo, sin hacer ningún aporte para sus hijos —dijo Carmina después de explicarle a Valeria las generalidades del caso.—Eso es cierto, Carmina, pero dime, ¿él reconoció a los pequeños, o tampoco ha hecho eso? Carmina levantó los hombros.—En el momento del registro, después de que nacieron, yo quise que incluyeran el nombre del padre, pero el notario me dijo que, como él no estaba presente y no podía firmar, no iba a incluir ningún nombre —explicó Carmina—. Si quería que su nombre apareciera, como el padre de los tres pequeños, debía iniciarle un proceso de paternidad. V
A la misma hora en que Valeria estaba reunida con Carmina, conociendo a los trillizos y tomando notas sobre el caso pro bono, Franco se reunió con Magda, la jefe de área de Derecho Laboral de la firma Carrizosa y Asociados. —¿En serio vas a recurrir a esto, Franco? —dijo Magda cuando el todavía jefe de Valeria le presentó el argumento del caso pro bono para que la joven asistente siguiera siendo su subordinada.—Sabes que, pese a que se trata de un tecnicismo, es uno de no poca monta y que, al menos administrativamente, impide el traspaso de Valeria a tu área —dijo Franco, sentado frente al escritorio del despacho de Magda. —Tú mismo lo acabas de decir, es solo un tecnicismo y no impide que le asigne otros casos a la chica, mientras sigue con su proceso pro bono que, de todas formas, yo podría supervisar —dijo Magda—. Basta con que redactes un oficio y lo firme tu padre o cualquiera de los socios. Franco torció los labios y se llevó la mano a la quijada. —¿Y si te dijera que Valer
De regreso en la oficina, Valeria sintió que debía empezar a trabajar en el caso de Carmina lo antes posible y dejarlo lo más avanzado que pudiera ese día, porque le había dolido bastante saber que la joven iba a enfrentar la crianza de sus tres pequeños sin la ayuda del hombre con el que los concibió. En su caso, al menos guardaba la esperanza de que Franco estuviera a la altura de ganarse su corazón o, al menos, podía elegir quedarse con él, así no lo amase, y cumplir con su parte del acuerdo al que habían llegado, pero Carmina dependía de ella y de lo eficiente que pudiera ser como su abogada, así que tenía el compromiso de entregarse por completo en su trabajo. Estuvo concentrada en su cubículo hasta pasadas las seis, cuando Jaime se acercó para preguntarle si planeaba quedarse hasta más tarde. Valeria suspiró y estiró los brazos. —Sí, se lo debo a la joven que conocí hoy —dijo—. Quiero dejar la demanda de paternidad adelantada, de manera que para mañana hacia el mediodía pued
Cuando Valeria le contó a su amiga que tenían una invitación de Jaime para la noche del día siguiente, Sofía no cabía en sí de la dicha.—Pero ahora también estoy muy nerviosa —dijo Sofía—, porque no sé qué ponerme y…—Pero, Sofi, ¿cómo que no sabes qué ponerte? —dijo Valeria, con los brazos en jarras sobre la cadera.—¿Uh?—El vestido que compramos esa vez en la tienda, ¿recuerdas? cuando el dueño supo que estaba embarazada porque no llevaba la faja, ¿o ya se te olvidó?—Ay, sí, Vale, claro que me acuerdo, ¿pero no será muy inapropiado? —preguntó Sofía, con las manos sobre las mejillas.—Cómo vas a pensar eso, si te veías preciosa —dijo Valeria, que también estaba muy entusiasmada por ver a su mejor amiga emparejada con Jaime que, pese a que lo conocía solo hacía algunas semanas, sabía que era un buen hombre—. Póntelo y lo miramos de nuevo.Sofía corrió a su armario y, unos minutos después, regresó a la sala del apartamento para realizar un breve desfile de modas. —Sofi, no es por n