El amor que un padre profesa a su hijo, es un acto único, privado, y que se conecta de un corazón a otro. Un padre no es solo aquel que engendra, pues el acto carnal con una consecuencia, es algo que cualquier hombre puede hacer. Sin embargo, existen hombres que si que dan todo por amor a sus hijos, quizás sean pocos, pero existen. Aquella noche era la más especial que había vivido Héctor a lo largo de los ya muchos años que acumulaba su vida. Era un hombre en sus 30 y tantos, que había cometido más errores que aciertos. Aún así, sin saberlo, había creado a esa inocente vida que le había llamado papito por primera vez hacia solo un par de horas atrás. Su corazón aún se sentía tan cálido; aquellas inocentes palabras, habían sido suficientes para terminar el largo invierno que desde aquel fatídico día en que cometió el mayor de los errores en su vida, se había instalado permanentemente en el, volviéndole una tarea imposible el volver a amar de nuevo.Había dejado a su pequeño Nico ya
— Mami, ¿Cuando vendrá papito? —Esa mañana comenzaba algo ajetreada, era noche de Halloween y Nicolás se hallaba más inquieto de lo normal, pues adoraba salir a pedir dulces. Adara lo ayudaba a acomodarse el disfraz de Minecraft que había pedido especialmente, sintiendo que aún no se acostumbraba a esa pregunta que Nico comenzaba a hacerle cada día sin falta desde que Héctor y el se habían vuelto mucho más cercanos.— Dijo que vendría por ti a las seis y que te llevaría a un lugar muy especial en dónde dan muchos dulces — respondió la mujer con tranquilidad aparente. El rostro de Nicolás se iluminó con emoción.— ¿Y vendrás con nosotros? Ándale di que si, quiero ir a pedir dulces con los dos — suplico Nico con inocencia.Adara sintió como el rostro se le contraía en una mueca que no pudo evitar. ¿Acompañarlos? No se sentía aún lista para ello. Era como abrir una vieja herida que aún no terminaba de cicatrizar.— No lo creo cariño, tu padre y yo...tenemos aún problemas no resueltos
La dulce cara sonriente de Nicolás, era en si misma una grata recompensa. Sin embargo, el tener el placer que de Adara estuviese junto a ellos mientras hacían ese tal recorrido, le había dado una alegría extra que le fue completamente inesperada.Mentiría si se dijera a si mismo que no había incitado a Nicolás a visitar su mansión, alegando que podría mostrarle su variada colección de vehículos de lujo. Adara, como era de esperarse, no había estado muy cómoda con dicha idea, pues por justificadas razones aun se hallaba bastante recelosa de él. Sin embargo, Héctor quería pasar la noche junto a ellos, aun cuando aquello no fuese más que la ilusión de lo que pudo tener pero que no tenia por culpa de sus estúpidas inseguridades.—No vayas tan deprisa Nico, te caerás — dijo Adara al ver como su pequeño hijo bajaba del lujoso auto de su ex esposo, para correr directamente hacia la mansión.Todo aquel sentimiento le sabía extraño, como a nostalgia, como a sueños que no se cumplieron y promes
El manto nocturno había caído ya enteramente sobre la ciudad. La luna llena, completamente brillante y tan parecida a la plata, se asomaba ocasionalmente entre las pocas nubes que lograban cubrirla. El brillo de las estrellas decoraba el cielo nocturno, dejando ver la belleza del universo que lograba apreciarse desde la tierra firme. Adara, sin embargo, no lograba admirar nada de ello, pues toda su atención se concentraba en ese hombre que estaba sentado cerca de ella, mientras miraban ambos junto a su pequeño hijo una película de autos animados que Nicolás solía disfrutar mucho.La tensión era tan densa, que esta se podría cortar fácilmente con un cuchillo, y habían transcurrido solo tres horas desde que habían entrado a aquel enorme y lujoso lugar, la noche pintaba para ser demasiado larga. Mirando a su alrededor, Adara admiro aquella enorme mansión que, por supuesto, estaba en un barrio demasiado exclusivo en la zona mas privilegiada a las afueras de la ciudad, Barcelona albergaba
Las películas infantiles se habían terminado, y el pequeño Nicolás yacía durmiendo en la enorme cama que pertenecía a su padre mientras este lo arropaba y notaba aquella hermosa sonrisa infantil que se le dibujaba en los labios. Se preguntaba que tipo de sueño estaba teniendo, y si era tan maravilloso que le permitía sonreír entre sueños.Adara se había salido a caminar por los jardines, quizás, para tomar algo de aliento después de haberle robado aquel beso que le correspondió con intensidad.Sintiéndose inseguro, decidió salir junto a ella esperando que esta no se hubiese arrepentido de aquel intimo y breve momento que compartieron juntos en la cocina. El, conservaría aquel recuerdo como uno de los mas valiosos de su vida, y las esperanzas de recuperar a la mujer que realmente amaba, brotaron en el como hacen las margaritas en medio de la fría nieva anunciando la llegada de la primavera.Adara, sentía el sereno de la noche besándole la cara. Aun sentía sus mejillas ardiendo, su cora
La luz del sol de mediodía entraba directamente por los ventanales de su solitaria alcoba. La ciudad y sus sonidos, se escuchaban a lo lejos haciendo como una especie de música de fondo para sus muchos pensamientos. Se miraba en el espejo de su habitación, en donde se hallaba desnuda contemplándose mientas sentía un mar de emociones contradictorias en su interior.Adara miraba como el paso de los años y, tambien, las marcas de un embarazo sufrido habían dejado marcado su cuerpo para siempre. Se sintió nuevamente avergonzada de sus actos. Sintió una profunda decepción de sí misma después de haber recobrado la cordura que aquel momento con Héctor le arrebato. En ese momento en que sus sentidos se nublaron, no pareció realmente importarle todo lo que su historia llevaba detrás, y ella no podía olvidarlo…no debía olvidarlo.El regreso a su casa había sido silencioso. Ella no había tenido nada que decir y Héctor tampoco nada que platicar. Era como si ambos hubiesen estado reflexionando sob
La música clásica de fondo aunada a la luz de las velas en aquella elegante terraza que tenia una maravillosa y sumamente privilegiada vista hacia las montañas, hacían que aquel ambiente se sintiera cargado de romance.Un camino de pétalos de rosas rojas, conducía desde las escaleras hasta aquel espacio privado en aquel sitio de alcurnia, en cuyo centro podría apreciarse una elegante mesa para dos, vestida largos mantenles rojos, sobra la cual se hallaban dos copas, una apetecible entrada y una costosa botella de Domaine de la Romanée-Conti Grand Cru, un sumamente costoso vino francés, con demasiados años de añejo.Adara, se sintió sorprendida al mirar aquel esplendor que su novio había preparado solo para ella para la ocasión que había olvidado por completo y una vez aquel sentimiento de culpa la invadió haciéndola sentir una persona cruel, traicionera y miserable.—Ven conmigo Adara, esta noche es solo para nosotros dos…nadie mas nos molestara — dijo Noah invitando a Adara a tomar s
Aquella mañana no comenzaba como muchas otras. El cielo fuera de la ventana de esa recamara que no era la suya, se notaba tan gris como sus ánimos estaban en esos momentos.Mirando a su costado, Adara pudo ver como Noah se hallaba durmiendo casi como un bebé. Completamente entregado a los brazos de Morfeo, mientras ella sentía su alma tan resquebrajada como el cristal de una copa que se había roto sobre el suelo.Levantándose de la cama en donde, de manera fría y casi sin moverse, había permitido, más por obligación que por nada más, que Noah le hiciera “el amor” aunque ella, no sentía amarlo. Entrando a la tina de agua caliente en el baño de su ahora prometido, Adara sintió como se desmoronaba en mil pedazos y gruesas lagrimas comenzaron a resbalar de sus mejillas, lagrimas que lograban disfrazarse entre el agua que le escurría por el rostro.¿Por qué había aceptado casarse con un hombre al que no amaba? La respuesta no era difícil de deducir: ella le debía todo a ese hombre. Mirando