—Entonces señor Altamira, estaré atento a su llamado cuando se encuentre listo para iniciar el proceso, puedo garantizarle que lograremos conseguir el derecho de custodia que merece, deje todo en nuestras manos —Con un apretón de manos y aquel asunto estaba resuelto. El buffet de abogados que siempre había llevado sus intereses, tenia ya el conocimiento sobre su hijo y como procedería para obtener su custodia. Por supuesto, no la reclamaría de manera absoluta, en realidad, todo cuanto quería era lograr convivir con su hijo, pues tampoco era un desalmado para separar a una madre de su pequeño, sin embargo, y aun cuando ahora mas que nunca le quedaba claro que Adara no lo quería ni en su vida ni en la del pequeño Nicolás, él tenía derecho a ser un padre para su hijo.Saliendo de aquel edificio en el centro de Barcelona, Héctor encendió un cigarrillo; últimamente estaba fumando mas de la cuenta, y todo había comenzado desde ese momento en que la volvió a ver. El humo se desvaneció entre
La melodía del piano resonaba en cada rincón de aquel teatro. Cada asistente estaba disfrutando de aquel concierto, que a muchos transportaba a memorias mas felices. Los gráciles dedos de Adara Dánae, eran capaces de crear melodías hermosas y mundo fantásticos en donde la imaginación echaba a volar hasta lo mas alto. Sin embargo, a pesar de mostrar la misma magnificencia de siempre, Adara no estaba concentrada; toda su mente se hallaba en ese momento en que leyó esos resultados de la prueba de ADN y Héctor le decía que conocía la verdad sobre la paternidad de su hijo, aquella que siempre mantuvo oculta, sin embargo, no iba a demostrarle a ese hombre que la abandono que estaba asustada, si lo que Héctor quería era una pelea, pelea era justamente lo que le iba a dar, no iba a permitir jamás que la separaran de su hijo.Héctor miraba a Adara tocando con la gracia y delicadeza que siempre la caracterizo. Entre el publico que apreciaba con gratitud aquel espectáculo, el hombre miraba la fi
El alcohol, aquel mal compañero de noches inciertas en donde el dolor clama terreno dentro de nuestras almas, haciéndonos ver espejismo de lo que fue y no sería jamás o trayendo memorias dolorosas que nos hunden aun mas profundo en las tristezas que carga nuestra alma. Al calor de la bebida, se dicen muchas cosas, se piensan muchas cosas y se sienten muchas cosas, dejando al individuo vulnerable a su propio dolor.Héctor miraba aquella fotografía, la única que conservo de Adara y la cual, más de una vez, deseo tirar lejos de él, pues siempre lo trasportaba a sus mas felices y dolorosos recuerdos. Estaba ebrio, completamente alcoholizado, pues aquello era lo único que había podido hacer, después de escuchar todo aquello que su ex esposa tenia para decirle. Cada palabra que salió de los hermosos labios de Adara Dánae, fue hiriente y demasiado dolorosa, pero cargada de la verdad que, quizás, él se negó a ver durante mucho tiempo. Cierto era que, aquel día en que su alma murió después de
Cometer un error. Es bien sabido que, a lo largo de nuestra vida, vamos a cometer errores; unos más graves que otros, pero errores al final de cuentas. Casi toda persona, va por allí viviendo su vida esperando a no cometer un error, sin embargo, siempre habrá factores internos o externos, que nos obliguen de cierta manera a cometerlos pues es algo que simplemente no se puede evitar. El ser humano no es perfecto, pues la perfección es más un ideal que algo meramente tangible, por ende, todo su aprendizaje de vida será siempre de prueba y error. Aun así, se tiene siempre la oportunidad de aprender de los errores que cometemos, y aun cuando es inevitable herir a otros en medio de nuestras equivocaciones, siempre quedara la esperanza de enmendar el daño que hemos hecho.Héctor contemplaba la ciudad desde las alturas en su oficina. A pesar de ya tener la certeza de que Nicolás era su pequeño hijo, no había acudido a verlo…no sabia exactamente como presentarse, pues el niño había crecido ya
—¿Mami? ¿Quién es el? —Los ojos inocentes del pequeño Nicolás, miraban fijamente a aquel hombre tan similar a el físicamente. Héctor, se había agachado a la altura del pequeño, sin saber realmente que hacer o que decir. Quería gritarle que era su padre, que desde ese momento lo cuidaría incondicionalmente, sin embargo, aun a pesar de aquello era exactamente lo que quería hacer, tuvo miedo de decírselo…de causarle un conflicto difícil de entender y explicar al pequeño. Acariciando el rostro del pequeño, pudo ver como este lo miraba con curiosidad, pero no huía de él, aquella mirada era firme, curiosa y llena de expectativa, no le quedaba duda alguna, aquel niño, era su hijo.—Soy un viejo amigo de tu madre, me llamo Héctor Altamira, y creo que comenzaremos a vernos bastante seguido campeón — dijo Héctor sin decirle abiertamente que era en realidad su padre, y que esperaba verlo de ser posible a diario.Adara sintió como el corazón se le apretaba en el pecho. Héctor no le había dicho a
Las parejas que se paseaban en las calles de la ciudad a esas horas de la noche, iban casi todas tomadas de las manos, completamente ajenas al resto del mundo, y seguramente susurrándose promesas de amor que, en muchos de los casos, no llegarían a cumplirse. El amor, era el sentimiento mas sobrevalorado del mundo, según su pensamiento, y algo que resultaba ser mas un estorbo emocional que cualquier otra cosa. Bebiendo de aquella copa, la espumeante bebida alcohólica de suave sabor, al tiempo que su paladar degustaba aquel filete mignon. Ese era el tipo de placeres que verdaderamente disfrutaba Omara Dánae, realmente, nunca le había importado el amor en ninguna de sus formas, pues lo consideraba como una verdadera y atroz perdida de tiempo. Burlándose de las parejas que acarameladas paseaban por las callejuelas y disfrutaban de una buena noche, la mujer seguía bebiendo de su copa pensando en la porquería que resultaba ser el enamorarse. Omara realmente nunca había a Héctor Altamira, t
Existe algo cuyo valor supera todo lo conocido y por conocer, mucho mas valioso que el oro, los diamantes, o cualquier gema preciosa que en la tierra se forma. Es mas valioso que la mas gorda cuenta de banco que exista, y tan irremplazable que perderlo es un suplicio. Aquello de tanto valor, a lo que toda persona debería de darle su increíble importancia, no es otra cosa más que el tiempo, pues el tiempo que perdemos, jamás regresa a nosotros, y cada día que avanzamos es un menos de vida que tenemos, por ello, es que el tiempo, es aquello que debemos valorar mas que cualquier otra cosa, y vivirlo al máximo tanto como nos sea posible. Héctor Altamira, miraba a su pequeño hijo jugando con aquella pila de bloques de madera que acaba de llevarle como un obsequio, armando castillos, carreteras, y toda clase de cosas que solo la vivida imaginación de un tierno infante, era capaz de mirar en simples trozos de lo que alguna vez fue un árbol. Meditaba al mirarle sonreír tan inocente, tan llen
El ambiente se respiraba tenso, quizás, demasiado. Los ojos de Héctor Altamira, miraban con un deje de desprecio al Duque de Lennox, y Noah lo miraba a cambio con el mismo desprecio que el hombre frente a el le estaba transmitiendo. Adara Dánae era la causa, una mujer que era demasiado importante en la vida de ambos. Para Héctor, Adara no solo era el amor de su vida, tambien, era la madre de su hijo, y la persona a quien más daño había hecho debido a sus temores. Para Noah, ella era la mujer de sus sueños, con quien esperaba compartir el resto de su vida, y de quien quedo prendado en el instante mismo en que la vio por primera vez. Ambos tenían sus razones para mirarse con el tal desprecio en que lo hacían, y la mujer rubia de impactantes ojos zafiro, era la razón de ello.—Altamira, no esperaba encontrarte en la casa de mi novia, creí haberte dicho que no eras bienvenido — dijo Noah con molestia.Héctor le sonrió al hombre que comenzaba a detestar. — Es una pena por ti duquecito, Nic