Iván, se mantenía sentado en el sofá, mirándo tranquilamente a una agitada Miranda, mientras más tiempo transcurría, mayores manifestación de excitación tenía. Su pecho subía y bajaba de manera agitada, su piel estaba erizada, sus labios separados para poder respirar, lo miraba fijamente con un profundo desprecio. —¿Cómo estás, querida?— pregunto en tono dulce. —Te odio— dijo de forma agitada. —Eso es lo de menos— sonrió y se puso en pie, de forma lenta se quitó la chaqueta de su traje, se deshizo el nudo de la corbata, y comenzó a desabotonar su camisa, ella no podía evitar verlo, su pecho subía y bajaba, su respiración descontrolada. Lo dicho era cierto, lo odiaba, la maldita droga estaba causando efectos en ella, su piel se estaba calentando... observó el ámplio y desnudo pecho de él y no pudo evitar el deseo que la recorrió, quería llorar, se sentía muy mal por estar sintiendo todo ese deseo tan hambriento— tu mente puede odiarme todo lo que quiera, pero lo que me interesa es l
Giovanni, salió del cuarto de baño, secando su cabello, mirándo a la cama se encontró con el cuerpo desnudo de la hermosa mujer que allí descansaba. El teléfono timbró y caminó hasta la mesa de noche para tomarlo, la mujer despertó y lo miró con ojos aún somnoliento. Él miró la pantalla y luego a la mujer. —Son asuntos importantes — ella asintio, cubriéndose con una sábana, enrollandola en su cuerpo, para luego salir de la habitación— Cadáver, buenos días, ¿Cómo estás?—Diablo... he estado mejor, la verdad. —¿Qué ocurre?— preguntó con él con el ceño fruncido. —Tengo noticias para usted, y no van a gustarle absolutamente nada, señor...**************************************************************—Debo tener un extraño fetiche contigo, eres como una droga— Miranda, lo miró con ojos frío y llenos de rencor. —Nunca he odiado a nadie, como te odio a tí, ¿Hasta cuándo me tendrás aquí?—Te trato bastante bien, bien alimentada, aseada y con una muy buena dosis de sexo diaria, ¿por qué
Iván, bebía de su vaso de Whiskey, mientras observaba todo a su alrededor, la noche en el club Sokolov, estaba resultando bastante tranquila. A su lado, Anouska y Katerina conversaban animadamente de sus planes para aquella noche, aunque para ser muy sinceros, Él no deseaba acostarse con nadie, Miranda lo había dejado bastante satisfecho, y era con ella con quién quería volver. Las horas a su lado se habían convertido en la mejor parte del día, Miranda era magnífica y nunca se cansaba de ella. Escucho risas, giró su rostro para encontrarse con que las mujeres estaban compartiendo un tierno beso, sonrió. —Parecen muy. . . cariñosas hoy— dijo burlón. —Queremos acción — dijo Katerina sonriendo. —¿Vamos a una habitación, cariño?— preguntó Anouska, sonriendo. —Hoy no, al menos no yo— se encogió de hombros— no me siento muy bien, de salud me refiero, tengo una migraña terrible— mintió. —¿Quieres decir que no. . . ?—No, no—la cortó — no sería justo para ustedes, pueden divertirse, vay
Iker, llegó a casa, y se fue directamente a su habitación, estaba bastante perturbado, perdido en sus pensamientos y en la posibilidad de que Iván tuviese a Miranda, de solo pensarlo le daban muchísimas ganas de asesinarlo. —Por tu bien,Novikov, por tu bien, espero estar equivocado.— estaba seguro de que aquella sería una noche larga y perturbada... cómo eran sus noches desde que su amada, no estaba a su lado. ********************************—Hola hermosa, ya llegué — dijo Iván cerrando la puerta tras él. Miranda, giró su rostro para verlo de forma inexpresiva. —Hola— lo saludó sin ninguna emoción en su voz. —¿Quieres ir al baño?, ¿Tal vez una ducha?— Miranda, solo asintió en silencio. Veinte minutos más tarde volvía a la cama, de dónde él la ató de la mano derecha. Al menos estaba fresca y recién duchada. Compartieron alimentos, mientras Iván, intentaba mantener una conversación animada, pero Miranda, se mostraba poco interesada. Su corazón aquel día, sentía la terrible pena de
Iker, no logró dormir nada en toda la noche, estaba a la espectativa, a la espera de la llegada o la llamada de Nikolay, pero éste no había dado ninguna señal, así que cuando despuntó el alba, se levantó para ducharse... una ducha larga que le ayudará a despejar un poco la larga noche de insomnio, se vistió con un traje negro, camisa azul cielo y corbata azul oscuro. . . La angustia comenzaba a amenazar su cordura, nada había en el mundo, que deseara más que encontrar a Miranda, quería tenerla a su lado, acariciar su piel, estrecharla contra su pecho, besar sus dulces labios, ansiaba con desesperación tenerla nuevamente a su lado, sentía el deseo de hacer arder todo el país, desatar una guerra, pero... ¿Contra quién?, no sabía con exactitud, quién la tenía, pero si sus sospechas eran ciertas y resultaba que Iván Novikov, tenía a Miranda bajo su poder, iba a pagarlo con su vida. *****************************+ Miranda, abrió los ojos ante las caricias que recibía en su mejilla, se e
Iván, se removió saliendo de la inconciencia en la que se encontraba, sintió como sus manos estaban privadas de la libertad de movimiento, recordándo la desgracia que lo cubría y sintiéndo la muerte descender sobre él, se negó a sucumbir ante el desespero de lo inevitable, sabiendose inmerecedor del perdón, debía encarar a su suerte; Iker Sokolov, le había encontrado, había llegado en busca de Miranda, trayendo a su paso muerte y destrucción. —Hasta que al fin abres los ojo, traidor— Iván, simuló depertar al escuchar la voz de quién sin lugar a dudas seria su verdugo. —Tardabas en unirte a la fiesta, Sokolov— intentó que sus palabras sonaran animadas. ¿Sería tentar demasiado a su suerte, usar el sarcasmo en aquel momento? —Qué bueno que tengas tan buen animo— le respondió con una macabra sonrisa— dame la clave de acceso. —No creeras que será tan facil. ¿O si?—sonrió— sería decepcionaste si así lo creyeras. —No tengo tiempo para juegos, Novikov, dame la clave y sacaré a Miranda
Miranda, se encontraba mirando directamente al techo, con la espalda recargada en la cama, se preguntaba cuánto tiempo sería capaz de seguir soportando aquello, extrañaba mucho a Iker, queria estar en su casa, lejos de Iván y su desbocada obsesión por poseerla. Sus ojos se llenaron de lágrimas, ¿Sería posible escapar de todo aquello?, ¿Sería posible librarse de la locura de Iván Novikov?, a diario rogaba para que Iker la encontrase pronto, pero con el paso de los días, sus esperanzas se iban desvaneciendo de a poco. Iván habia dicho que estaba en un lugar seguro e insonorizado, nadie podrá escucharla aunque se desgarrara la garganta gritando, así que no tenía animos de hacerlo, sus esperanzas eran cada vez menos. Agradeció haberse aseado antes de que él se marchara, una suave bata de seda cubría su cuerpo, miraba hacia la mesa de noche junto a la cama, alli estaba su desayuno, pero lo que menos quería era alimentar su estomago, cuando su alma moría de inanición conservando la lejaní
Lara, se encontraba en el recibidor, rodeada de las Sokolova, esperando ansiosa alguna noticia, según le habìa dicho Angelo, tenían una buena pista y rogaba al cielo porque pudiesen estar encaminados a encontrar a su hermana y que la pesadilla al fin terminara, necesitaba tener a Miranda cerca, para que todo pudiese estar medianamente bien. —¿Cuánto tiempo más tardarán?— preguntó Irina ansiosa— tengo los nervios de punta. —No lo sé— Annika, revolvió sus manos—estoy intentándo mantener la calma, pero la verdad sea dicha, creo que no lo soportaré por mucho mas tiempo. —Siento que ha pasado toda una eternidad desde que se fueron— los ojos de Irina estaban llenos de lagrimas, mientras luchaba por no dejarlas deslizarse por sus mejillas, ella era una mujer fuerte, criada en medio de entrenamiento, dispuesta a todo por defenderse, pero desde que Miranda había sido secuestrada, se sentía demasiado sensible, no solo por extrañarla tanto, sino por ver el enorme sufrimiento reflejado en lo