XXVII

—Comes tan desagradable— escuchó a Belmont, pero no me importa. Tengo hambre. Seguiré masticando y tragando como si mi vida dependiera de ello. Y es que ¿Cuántas veces en tu vida te levantas y comes un delicioso pan francés y de gratis?

—Déjala, está disfrutando su croissant— Steph me abraza por los hombros robándome un bocado. A ella sí, ningún otro pedazo a Belmont, que se muera de hambre.

—Parece una ardilla apuntó de explotar.

—Las ardillas son adorables— me defiende Dareh, limpiando una comisura de mi boca con su dedo pulgar— Al menos no se está atragantando con agua— ¡GRACIAS!

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