—¿Qué haces aquí? — su voz era la misma, sus nudillos se tornaban blancos mientras mi vergüenza escapaba por la ventana—¿Quién te trajo hasta aquí?
—Vine por mi propia cuenta—alzo mi voz comenzando a caminar al sentido contrario que él. No se porque, solo me sale porque sí. Como si jugábamos aquel juego donde tienes que rodear varias sillas y prepárate para adueñarte de una cuando termine la canción—Y mire por mi propia cuenta cuando sepa lo que quiero saber
Se que estoy al borde del colapso, pero la pequeña personita de mi mente que me echa porra mientras come palomitas, me anima a seguir con esto y a decir "Que sea lo que Dios quiera"
—¿Y yo se lo que quieres saber, joven
Venganza, dulce y amarga palabrita que no para de rondar en mi cabecita.No, enserio. Estuve pensando en el significado de esas letras durante horas, mientras mis amigas se dedicaban a tratar de invocar a Afrodita para que hiciera un milagro en mí aspecto (las dejo en visto, por cierto).Y todo por la odiosa voz de Belmont susurrándome "¡Véngate, véngate!" que tengo atorada en mi subconsciente por haber estado escuchándolo durante horas a centímetros de mi oído.Si no estuviera tratando de centrar mis ideas en un plan A de "Actuar como si nada, igual este siempre fracasa". Un B de "Bendito el ángel que baje y me ayude" y un C de "Corre, estúpida, corre". Quizás no estuviera tan nerviosa pensando en qué v
—Muy bien, les contaré— ojeo por última vez buscando a Collette, asegurándome que el renacuajo real en realidad no esté presente en la habitación—Cuando estuve en Paris con él, note que tiene la mala costumbre de comerse sus propios mocos ¡Y no solo eso! — bebo un ligero trago de este amargo vino buscando un ligero toque de inspiración— De caballero no tiene nada, yo misma tuve que llevar sus maletas y si pudieran oler como apestan sus pies.—¿Usted mantiene una relación estrecha con su majestad? — Los maravillosos ojos de Léna no dejan de inspeccionarme de arriba a abajo como si pudiera distinguir al pequeño demonio de Weber hablándome, sentado en mi hombro— Si usted tiene conocimiento de todo eso debe de ser muy cercana a él.
—¿QUE PARTE DE QUE SOY LA PERSONA MÁS ASUSTADIZA DEL PLANETA NO TE ENTRA POR LA CABEZA? — grito todavía con la piel de gallina y los nervios a flor de piel, encarando a Dareh y separándome de los ladrillos a los que estaba a punto de fusionarme— Anda, ve por la puerta de atrás, te seguiré— trato de imitar su voz—¡Oh! Espera, lo más seguro es que entre como un puto psicópata y te siga para que no te asustes y te cause un paro cardiaco ¡Dareh no sonrías!Me dan unas grandes ganas de arrojarle lo que sea que tengo aun en mi puño.—Raquel—da unos pasos acercándose a mí como si asustarme no se pudiera castigar cruelmente, eleva su brazo hasta alcanzar mi mano y roza mis nudillos por su suave y calentita ba
Sostengo su mano derecha mientras me dejo arrastrar nuevamente por los pasillos de la escuela. Espero no arrepentirme de esto, simplemente quiero hacer callar mi estómago y darle algo que comer, si es posible que sea digno de dioses.Ya no tengo a Belmont en mi hombro dándome ideas tentadoras, ni el ángel de Stephen tratando de convencerme de hacer el bien, desaparecieron en el momento que acepté venir con el mismísimo dueño del inframundo y creo que eso es mala señal.De vez en cuando Dareh voltea a verme, con una sonrisa en el rostro como si fuera un niño con su nuevo juguete llevándolo a casa por primera vez.Lo que hago por comer bien una noche en mi vida...¡Ens
—Pero es injusto—reniego como por cuarta vez, ahora tratando de sonar convincente por una vez en mi vida—es totalmente injusto tenerme aquí y chantajearme con comida—No sé cómo llamarle a este sentimiento de querer estar aquí y a la vez no.—¿Qué es injusto? — dice el renacuajo tan tranquilo e inocente, que me lo imagino en la jefatura sentado bajo una lámpara mientras le preguntan qué adonde me tiene encerrada y convenciendo al policía que es totalmente impune.Me estoy llenando de impulsos que sé que, si los dejo salir, todo esto acabará mal. Intente, enserio intente estar aquí por cinco minutos y no funciono. Quien sea que sea mi ángel guardián esta despedido.
Llegamos hasta el gimnasio, tomando como salida unas ventanas medianas en los vestidores de hombres, todas las luces de la escuela se encienden por arte de magia cuando estoy tratando de decidir si caer en un arbusto llenos de flores, que no se si tienen espinas, o directamente al césped y fracturarme un hueso.—¿Ya te arrepentiste? — lo escucho desde el otro lado.—Simplemente estoy planeando la estrategia—musito con un pie fuera de la ventana y el otro aun en los vestidores. No es tan alto, pero prefiero el árbol y mil veces volver a saltar al vacío con un colchón de agua esperándome.—Bájate, saltaré yo primero.—No es que tenga miedo—
Despacio doy unos cuantos pasos hacia el camino de regreso con la esperanza de encontrarlo o aunque sea ver su silueta abandonarme.—¿En serio te has ido? — le digo a la nada — ¿Fresita? — digo una última vez. Si ha vuelto al gimnasio, de seguro está muy lejos ya.Apretó los puños tragando la saliva que se había hecho tan pesada y amarga.Doy media vuelta siguiendo el camino anterior; si me dejo sola, tampoco correré a buscarlo. Quizás se arrepintió de acompañarme. ¿Y si fui muy pesada con él? ¿Se habrá sentido mal por decirle que no a la pijamada que me estaba ofreciendo?Así como mi temor incrementa
—¡No puede ser cierto, la mate! — Aunque mi cerebro está dando vueltas ahora mismo, aún soy capaz de reconocer las diferentes voces de mis amigos y justamente la de Pejelagarto comienza a desesperarme cada vez más—No fue mi intención, fue un accidente ¿Viste Tamira, cariño? ¿Todos vieron? —Ganas me dan de quitarme el zapato y devolverle el golpe, quizás y así consiga activar algo dentro de él y convertirlo en el próximo Stephen Hawking. Pero no, no a la violencia amigos— ¡Ella se cruzó!—¡Me pegaste!—¡Te cruzaste!—Y ahí te va uno de regreso, malandro— gritó antes de impulsar mi cuerpo hacia él. Pero ante